El Mercedes 400E se posicionaba justo un escalón por debajo del 500E, pero no por ello tenía que envidiarle nada al “super Clase E”, en realidad, el 400E tenía una mejor relación valor-precio y presumía de unas prestaciones suficientemente elevadas como para surcar las famosas autobahn alemanas a velocidades que en España provocarían una crisis nerviosa a los responsables de la DGT.
La puesta en escena del Mercedes 500E puso las cosas un poco patas arriba. Era un sedán de prestaciones espectaculares y además, con un comportamiento dinámico sorprendente incluso para un Mercedes. Sí, se contó con la ayuda de Porsche, pero no es malo, ni mucho menos, pedir ayuda cuando es necesario. Sin embargo, aunque soberbio en todos los sentidos, el 500E había creado un enorme hueco en la gama del W124 y los alemanes decidieron coparlo con otro modelo de altos vuelos: el Mercedes 400E.
Con el Mercedes 400E se aprovechó mucho de lo aprendido con el 500E y se buscó redondear la gama con una opción, como se ha dicho ya, por debajo del “super Clase E”, pero también, justo por encima de una de las versiones más equilibradas de la gama, el 320E. Su comercialización arrancó primero en Estados Unidos y Japón, para después llegar a Europa con algunos cambios en el propulsor.
Bajo el capó, el 400E tenía, como el 500, un V8 atmosférico, aunque no era tan potente, como cabe esperar. Eran 4.196 centímetros cúbicos –con carrera muy corta, 92 por 78,9 milímetros para diámetro y carrera–, culatas de aleación con dos árboles de levas, compresión 11:1 y la capacidad de rendir 279 CV a 5.700 revoluciones y 40,8 mkg a 3.900 revoluciones. Las características americanas y japonesas tenían una relación de compresión más baja y algo menos de potencia –10:1 y 271 CV–.
El Mercedes 400E era la segunda versión con motor V8 de la gama W124
Para su desarrollo se partía del V8 del 500E, al que se redujo tanto la carrera como el diámetro de los pistones, entre otros cambios, y se acopló a un cambio automático de cuatro relaciones y convertidor de par que, según decía la prensa de la época, era algo lenta. Un detalle que, seguramente, no sería un problema para el cliente tipo de Mercedes, usuarios que no buscaban la máxima deportividad, sino otros atributos, como poderío del motor, buenas prestaciones y unos andares imperturbables.
De todas formas que no fuera un coche pensado para ser especialmente veloz, no quería decir que fuera lento. La revista Autopista llegó a registrar una velocidad máxima de 253,5 km/h, así como un 0 a 400 metros en 15,57 segundos, los 1.000 metros con salida parada en 27,82 segundos o un 0 a 160 km/h en 17,46 segundos. Todo ello, por supuesto, con una enorme tranquilidad y una eficacia en curvas rápidas a un altísimo nivel. Sorprendía, según cuentan, con una agilidad impropia de tu tamaño y peso en carreteras muy viradas, aunque su mejor argumento era la capacidad de rodar a velocidades muy altas con un confort muy elevado y con una enorme facilidad.
Como curiosidad, merece la pena contar algunas cosas. Las ruedas, por ejemplo, era llamativamente contenidas incluso en aquellos años –hablamos de finales de los 80 y comienzos de los 90–: 195/65 ZR15. Equipaba de serie los airbag frontales y el ABS, mientras que el control de tracción se quedaba en la lista de opciones.
El precio del Mercedes 400E era de 8.802.000 pesetas, 52.902 euros de 1991, poco más de 125.000 euros si añadimos el IPC. Era alrededor de cuatro millones de pesetas más barato que el 500E, aunque si se hacía uso de la lista de opciones, los precio podían subir hasta rozar los 10.000.000 se las antiguas pesetas.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS