El Mercedes 300E Sportline era, por así decirlo, la versión deportiva del icónico W124, algo así como las variantes Avantgarde que llegaron después o las AMG Line que se ofrecieron mucho tiempo después. Curiosamente, el acabado Sportline era un kit de personalización, que afectaba tanto al apartado técnico como a la aerodinámica, con el objetivo de acentuar el talante deportivo del sedán alemán.
Poca gente hay que no conozca el Mercedes W124, es uno de los modelos más famosos de la firma alemana gracias, entre otras cosas, a su famosa producción sin tener en cuenta los costes. También es famoso por la variante que se fabricó en las instalaciones de Porsche, el Mercedes 500E, una bestia con motor V8 que representa el máximo exponente del modelo y que eclipsa, como suele ocurrir, a otras opciones igualmente interesantes y más cercanas al público en general, como el Mercedes 300E Sportline.
Si por algo era famosa la marca de la estrella en los años 80, era por su elegancia, por su refinamiento y por su confort, mientras se dejaba un poco de lado la deportividad. Quien se compraba un Mercedes no buscaba prestaciones de coche deportivo, buscaba otra serie de cosas que no se podían encontrar en otros fabricantes; quien quería deportividad se compraba un BMW Serie 5. No obstante, eso no implica prescindir totalmente de una buena dinámica de conducción y cierto talante velocista, argumentos que se ofrecían mediante el acabado Sportline.
El kit Sportline era una opción en el catálogo de los 300E, que bien, se podía pedir a fábrica o se podía montar posteriormente. Era más interesante pedirlo a fábrica por cuestión de coste, más barato que montarlo después –aun así, el precio era de 465.500 pesetas, 2.798 euros de finales de los años 80– e incluía diferentes cosas. Por ejemplo, los asientos eran más envolventes, el volante tenía menos diámetro y el selector de la transmisión estaba forrado en cuero. También se añadían muelles más cortos y amortiguadores más firmes, llantas ligeramente más grandes –siete pulgadas de ancho– y de aleación ligera, al tiempo que los neumáticos eran más anchos y tenían menos perfil. La dirección veía su desmultiplicación modificada para ser más rápida.

Con un precio de 6.961.824 pesetas, el 300E 24v Sportline era un coche espectacularmente caro en España
A simple vista apenas se notaban diferencias con cualquier otro Mercedes 300E, hasta que se comparaban en movimiento, claro. El 300E 24v Sportline era más capaz en curvas y podía dejar fácilmente atrás a cualquiera de las otras versiones, a excepción, como cabría esperar, de los 400E, 420E o 500E. Hay que aclarar que no era una versión muy deportiva, en Mercedes esas cosas no se contemplaban por aquellos años, solo mejoraba su comportamiento dinámico en curva, pero sin llegar a perder el clásico refinamiento o el confort típico de la marca. Sirva de ejemplo que se mantenía el mismo nivel de aislamiento para el habitáculo, lo que proporcionaba unos andares muy silenciosos.
Bajo el capó, el mismo propulsor de cualquier otro 300E con culata de cuatro válvulas por cilindro. Un seis cilindros en línea con 2.960 centímetros cúbicos, distribución variable e inyección electrónica, que rendía 231 CV a 6.300 revoluciones y 27 mkg a 4.600 revoluciones. El cambio era automático de cuatro relaciones y, por supuesto, se conectaba con las ruedas traseras y pisaba el asfalto sobre unas ruedas que hoy resultan pequeñas incluso en un utilitario: 205/60 R15.
¿Prestaciones? La velocidad máxima rondaba los 230 km/h, los 400 metros con salida parada los completaba en 16,4 segundos y los 1.000 metros, también con salida parada, los recorría en 29,4 segundos. El consumo estaba en torno a los 12 litros y la autonomía, con un depósito de 70 litros, era de unos 530 kilómetros.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS