Si pensamos en la historia de Porsche en la F1 podemos pensar en algo muy concreto o en algo bastante más amplio. Optando por lo primero uno podría pensar que la marca alemana cuenta con una escueta historia en la categoría reina del automovilismo. Al fin y al cabo, sólo el Porsche 804 de 1962 cuenta como el único monoplaza íntegramente diseñado por la marca alemana. Sin embargo, con una mirada más amplia resulta llamativo cómo el nombre de Porsche aparece en la F1 de forma tan intermitente como recurrente. Prueba de ello es el McLaren MP4/2. De una indudable raíz británica al pertenecer al equipo fundado por el piloto y diseñador Bruce McLaren, pero también propulsado por un ingenio firmado a medias entre TAG y Porsche.
Una asociación que ha estado detrás de algunos de los mejores motores a lomos de un McLaren, pero también en la autoría del motor con el que Ayrton Senna empezase a dar alegrías a Honda. En suma, una de las mejores colaboraciones en la F1 de los ochenta. Pero empecemos definiendo los términos. Respecto a Porsche poco más se puede decir de lo que ya sabemos, limitándonos a recordar cómo una de las mayores – y más invisibilizadas – vías de trabajo en la empresa de Sttutgart ha sido y es la consultoría tecnológica a otras marcas. Respecto a TAG deberemos detenernos un poco más.
Fundada en 1975, muchos la conocen por ser la matriz de TAG Heuer. Una de las mejores marcas de la relojería actual, presente en el cronometraje de no pocas careras y competiciones deportivas. Además, cuenta con una rama aeronáutica más orientada al mantenimiento de los aviones que a su diseño o fabricación. No obstante, el mayor prestigio le vino a la compañía de la mano de la F1 durante los ochenta. Cuando junto a Porsche se inició en la tecnología de los turbocompresores para estar presente en la categoría durante cinco temporadas seguidas desde 1983 hasta 1987, ganando en 1984 y 1985 el Campeonato del Mundo de Constructores con el McLaren MP4/2.
Aunque Porsche sólo ha fabricado de forma íntegra un monoplaza durante los lejanos años sesenta, su presencia en la F1 ha sido constante gracias a su labor como proveedor de motores o consultor de ingeniería
McLaren MP4/2, la última victoria de Niki Lauda
A Niki Lauda se le dedicó uno de los mejores halagos que se pueda hacer a un piloto de F1. Tener unas excelentes nalgas. Y no, no estamos hablando de nada mínimamente anatómico ni mucho menos erótico. Lejos de ello, esta cualidad alude a la capacidad que el austriaco tenía para leer el comportamiento del coche tan sólo con interpretar las sensaciones recibidas por sus posaderas en el puesto de conducción. Una de las razones por las que fue y siempre será toda una leyenda del pilotaje, ganando su último campeonato mundial en 1984 con un McLaren MP4/2.
Así las cosas, sólo con ese hecho este monoplaza debería tener un hueco de honor en la historia de la F1. Sin embargo hay más. Para empezar el motor, uno de los más exitosos en plena edad dorada del turbo, dando unos 650 CV con su V6 de 1’5 litros con una presión del turbocompresor adecuada a las normas de la FIA. Ya que si se llevaba al límite de sus posibilidades podría llegar hasta los 800 CV. Evidentemente una de sus grandes características, dando potencia sobrada a los tan sólo 540 kilos otorgados por este McLaren MP4/2.
Cifra a la que se llega, entre otras cosas, por el uso de materiales como la fibra de vidrio. Material con el cual se construyó su chasis, derivado del McLaren MP4/1, con el cual compartía una gran cantidad de componentes aún discrepando en el motor. Ya que éste montaba un Cosworth V8. En lo referente a los frenos, el McLaren MP4/2 fue uno de los pocos monoplazas con frenos de carbono. Los cuales son más sensibles al calor, pero mucho más efectivos en circuitos revirados donde no han de asumir la parada de altas velocidades.
Fue la última montura ganadora de Niki Lauda, consiguiendo además dos campeonatos del mundo de constructores para ser uno de los monoplazas básicos en la era dorada del turbo
De esta manera, el McLaren Mp4/2 permitía un estilo de conducción más apurado a la hora de enfrentar las curvas. Carácter que aprovechó Niki Lauda pero también Alain Prost. Quien ganó el campeonato mundial de pilotos en 1985 y 1986 con diferentes evoluciones de este MP4/2. Sorprendentes en la capacidad de mejora confirmada cada año, como demuestran los 850 CV que era capaz de entregar en carrera durante 1985. Y eso por no hablar de las mejoras aerodinámicas. Sin duda uno de los F1 básicos para entender esta competición durante la década de los ochenta.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS