Coche del día: Mazda Xedox 6 1.6

Coche del día: Mazda Xedox 6 1.6

Calidad, presencia, pero sin poderío


Tiempo de lectura: 4 min.

El Mazda Xedox 6 1.6 suponía, según dicen algunos, un claro sin sentido en la gama del modelo japonés. Por tamaño y planteamiento, el Xedox 6 estaba colocado en una parcela de mercado altamente competitiva, donde militaban los sedanes y berlinas de tamaño medio, pero su motor, con poco más de 100 CV, y su precio, más de tres millones de las antiguas pesetas, le dejaban en un lugar poco acertado; era uno de los coches más caros, pero uno de los que menos destacaban en el segmento.

Mazda siempre ha sido una compañía cuyos productos iban por libre, con una clarísima personalidad, una calidad general de gran nivel y unos diseños muy particulares. Solo durante la época que trabajó junto a Ford, dejó de ofrecer esa personalidad propia que tanto ha destacado siempre. El Xedox 6 es un claro ejemplo de lo que decimos, un coche con un diseño que desprende personalidad a raudales, un interior ordenado, de líneas limpias y de una elevada calidad, y unas soluciones para el chasis más que interesantes, como suspensiones independientes en los dos ejes.

Sin embargo, la versión de acceso con un motor de 1,6 litros, se quedaba claramente descolgado de sus rivales. Así al menos lo decían en las pruebas de la época, aunque luego lo comparaban con el BMW 316i, y decían que el alemán era un coche razonable, lo que no tenía por donde cogerse aunque fuera ligeramente más rápido que el Mazda. ¿Por qué el BMW 316i es un coche razonable y el Mazda Xerox 6 1.6 no lo era?

Bueno, cosas que pasan cuando se trata de ciertas marcas. La cuestión es que para su tamaño y peso –4,56 metros de largo y 1,70 de ancho, con 1.160 kilos en báscula–, el motor se quedaba algo corto, aunque luego la ficha técnica ofreciera datos aceptables. El propulsor tenía 1.598 centímetros cúbicos con un cigüeñal de carrera bastante larga –78 milímetros de diámetro de pistones, y 84,6 milímetros de carrera–, con un árbol de levas en culata e inyección, que rendía 107 CV a 6.200 revoluciones y 14,1 mkg de par a 3.600 revoluciones. El cambio era de cinco relaciones, con unos desarrollos coherentes –32,37 km/h a 1.000 revoluciones en quinta, por ejemplo–.

Comparado con sus principales rivales, el Mazda Xedox 6 1.6 estaba, por precio, más cerca de las marcas premium, peropor prestaciones, se quedaba en los escalones más bajos del segmento de los sedanes medios

No se puede decir que fuera un bloque 1.6 de malas prestaciones, simplemente, se montaba en un coche que por categoría y precio, no tenía sentido según afirmaban las pruebas de la época. En 1996, era demasiado caro –3.250.000 pesetas, 19.533 euros, que con el IPC añadido, equivalen a 36.663 euros– para ofrecerse con un motor de poco más de 100 CV, aunque los datos ofrecidos por la marca no eran malos. Por ejemplo, la velocidad máxima era de 198 km/h, que para la potencia y el tamaño general del coche no estaba nada mal, mientras que la aceleración de 0 a 100 km/h eran de 10,3 segundos. Los 400 metros con salida parada, según datos registrados por la revista Autopista –número 1.954–, los completaba en 18,07 segundos y los 1.000 metros en 33,58 segundos. Donde más se notaba el motor era, quizá, en recuperaciones, con un 80-120 km/h en quinta en 21,74 segundos.

Comparado con el mencionado BMW 316i, nos encontramos con datos muy similares: 195 km/h de velocidad punta, un 0 a 100 km/h en 11,76 segundos, 0 a 1.000 metros en 33,22 segundos y un 80-120 km/h en quinta de 17,52 segundos. ¿Por qué este coche sí y el Mazda no? Además, del Mazda también se quejan de tener un habitáculo pequeño para su tamaño, una característica bastante común en los BMW de la época…

Por datos, el Mazda Xerox 6 1.6 era un coche básico, sin muchas pretensiones más allá de su tamaño y la calidad general de fabricación, pero a veces, los periodistas se dejan llevar por sus gustos personales y en esta ocasión, parece ser así, aunque no podemos pasar por alto que en la prueba se afirma que el motor adolece de poco carácter, y una tendencia a subir de revoluciones muy lenta.

Por precio y tamaño, quizá un motor “de 1.600” no encaja, pero por los datos ofrecidos por la marca, no hace un mal papel. Para colmo, aunque caro, solo tenía un acabado y lo tenía todo de serie excepto las llantas, los faros antiniebla y la tapicería de cuero.

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Sobre mí

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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