La segunda generación del Opel GT poco se parecía a la primera. Casi se podría decir que son coches totalmente distintos y no por los años que separan una y otra iteración, sino porque ni siquiera comparten el mismo concepto. La primera edición del Opel GT era un coupé que nació con aspiraciones de Gran Turismo, pero destacó por ser un coche bastante eficaz. La segunda generación, por el contrario, nació como un roadster de aspiraciones lúdicas, que, además, contó con mellizos en otras marcas –y que nunca llegaron a Europa–.
Esa segunda generación del Opel GT, aparecida en 2007, sin embargo, aunque no se parecía en nada a la primera generación, era un coche sumamente interesante. A su condición de roadster, había que sumar una plataforma específica –desarrollada, en realidad, para su primo, el Pontiac Solstice–, con suspensión de paralelogramo deformable en los dos ejes y un motor 2.0 turbo de 264 CV. Una potencia que, para rematar, llegaba a las ruedas traseras.
Un cocktel muy interesantes, que como suele ocurrir, siempre se puede mejorar. Así lo pensaron en Mädchen & Motoren, una empresa alemana especializada en tuning de muy alto nivel, que tomó como base el Opel GT para crear un coche especialmente bestia. No obstante, es tan bestia como poco adecuado para circular por vías públicas, pero muy enfocado a track days, es decir, a pasarlo bien en pista cerrada.
Es ahí, en circuito, donde los cambios realizados por Mädchen & Motoren se dejarán notar, sobre todo uno: el motor. Aunque el 2.0 Turbo ofrece una cifra de potencia más que suficiente para ir muy rápido, los alemanes prefirieron montar en su lugar un enorme V8 LS3 procedente de General Motor –por lo tanto, todo queda en casa, pues Opel era propiedad de General Motors cuando se fabricó el GT– que rinde nada menos que 530 CV. Curiosamente, son el doble de cilindros y el doble de potencia, que se gestionan a través de una transmisión manual de seis Tremec TR 6060, que también se monta en el Corvette ZR1.
La elección del motor también se acompaña de una reducción de peso importante. Se pasó de 1.325 kilos a 1.150 kilos, para lo cual, como cabría esperar, se recurre a la eliminación de todo lo innecesario para ir rápido y por tanto, no hay aire acondicionado, no hay equipo de sonido, o hay aislamientos, no hay guarnecidos, no hay elevalunas eléctricos… en su lugar, se monta una jaula antivuelco con especificaciones FIA, asientos Recaro Pro Racer y un volante de competición, tras el cual, hay una nueva instrumentación digital de competición. Por desgracia –si es que realmente se puede considerar una pérdida, su condición de roadster desaparece por la inclusión de la jaula y también de un hard top –aunque es desmontable–.
No solo hay que aumentar sus prestaciones, también hay que ponerles coto, como unos frenos procedentes del Porsche 911 GT3 RS, que se caracterizaban por tener unas pinzas de seis pistones delante y cuatro detrás, las cuales, se puede apreciar a través de las llantas ATS con 18 pulgadas.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS