El Hyundai S Coupé 1.5i GT, llegó a España allá por 1993 y se colocaba como el topo de gama, gracias, entre otras cosas, a su nuevo motor turboalimentado. Por debajo, el S Coupé se ofreció hasta el momento con un motor 1.5 atmosférico de 90 CV, que, visto desde la perspectiva actual, parece demasiado flojo para dar vida a una carrocería coupé. De todas formas, un coupé con un maletero de 412 litros también resulta de lo más llamativo, sobre todo cuando su longitud era de 4,12 metros.
Cuando Hyundai comenzó a llegar a Europa estaba lejos de lo que ofrece actualmente. Por diseño, por ejemplo, se notaba que eran claramente orientales y no estaban totalmente en línea con los gustos europeos. Técnica y tecnológicamente hablando tampoco destacaban por nada en especial, aunque según la prensa de la época, las calidades de fabricación eran irreprochables, aunque usaran materiales poco vistosos y se comercializaran a precios por debajo de todos los competidores. Durante cierto tiempo, Hyundai fue la marca que mejor relación calidad-precio ofrecía del mercado.
El S Coupé fue, por así decirlo, el Hyundai Coupé antes del Hyundai Coupé. Es el antecesor del coche que tantísimo éxito tuvo en toda Europa –en Reino Unido hay varios clubes dedicados al modelo, donde se llama Tiburón–, aunque no se acercó, ni de lejos, al tirón comercial que llegaría a tener su reemplazo. De hecho, no resulta nada sencillo encontrar unidades circulando, y no que tenga más de 30 años no debería ser impedimento para ello. Simplemente, no se matricularon tantas unidades y en parte, hay razones de peso para ello.
Por ejemplo, estéticamente, el Hyundai S Coupé no es tan interesante ni tan impactante como lo fue el posterior Coupé, y eso ya supone la mitad de las ventas –el diseño suele ser influir en las de la mitad de las ventas– y su versión de acceso tenía solo 90 CV. No era, claramente, una cifra de potencia elevada, aunque para un coupé de su categoría, en aquellos años, tampoco es descabellada. En 1993 se vendía un Mitsubishi Eclipse con 92 CV como acceso a la gama, lo que quiere decir que, en su posición de coupé low cost, era una potencia lógica y más que digna.
Con una velocidad punta de 194 km/h, podía presumir de ser rápido para su potencia, mientras que los consumos, a 120 km/h, eran de algo más de ocho litros
Sin embargo, en 1993, precisamente, la marca trajo a España el Hyundai S Coupé 1.5i GT, que se diferenciaba de su hermano de gama por tener un motor sobrealimentado. Curiosamente, no era un coche que despuntara en potencia, pero las pruebas de la época muestran una buena opinión al respecto. El motor era un cuatro cilindros de 1.495 centímetros cúbicos, alimentado por inyección y sobrealimentado por un turbo, que rendía 115 CV a 5.500 revoluciones y 17,3 mkg –170 Nm– de par a 4.500 revoluciones. Se combinaba con un cambio manual de cinco relaciones y una tracción delantera, que movían un conjunto de apenas 1.020 kilos.
Con este motor ya podía enfrentarse a coches como el Toyota Celica, al Opel Calibra o también al Volkswagen Corrado de acceso, aunque no tuviera ni el caché ni la imagen para despuntar. Estéticamente era, claramente, un coche oriental y estaba más cerca de un sedán de dos puertas de un auténtico coupé. No obstante, la versión 1.5i GT contaba con un tratamiento estético propio que afectaba al coche en general, que además, lucía unas llantas de 14 pulgadas que ayudaban a mejorar la imagen –calzadas con gomas 185/60 R14–.
También ganó en otros apartados, como la tapicería o el diseño de los asientos, aunque la prensa de la época, como la revista Coche Actual en su número 270 –lanzada el 21 de junio de 1993–, alabó el comportamiento y las prestaciones del propulsor. Mejoraba notablemente a la versión atmosférica gracias, también, a unos desarrollos del cambio bien escogidos. También se dice que el eje trasero era el que marcaba las pautas a la hora de conducir rápido, pues era relativamente estrecho y tenía una geometría que no permitía que fuera un coche eficaz, aunque sí divertido.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS