El Ford Scorpio 2.0i GL era la versión más básica que la firma norteamericana importaba a España a mediados de los 80. Sin embargo, aunque básica en el catálogo del modelo, no debemos olvidar que el Scorpio no era un coche más, estaba situado por encima del Ford Sierra, y por tanto, era grande, era caro y estaba muy bien equipado para la época. Así, por tanto, aunque básico en la gama Scorpio, en realidad, el Scopio 2.0i GL era un coche del que poder presumir.
Desarrollada para Europa y fabricado en las instalaciones que la firma yankee tiene en Colonia, Estados Unidos, el Ford Scorpio –en Reino Unido se vendió como Ford Granada– era como un Sierra, pero más grande. Estéticamente, tenía mucho parecido y técnicamente eran igual de tradicionales, con motor delantero –longitudinal– y propulsión. Sin embargo, el Scorpio se veía más imponente, sobre todo la carrocería sedán.
Las ventas se iniciaron en 1985 con una sola versión, equipada con un motor V6 2.8 que rendía 152 CV, pero poco después, en el mismo año, se puso en las tiendas el Ford Scorpio 2.0i GL, la versión de acceso al modelo. Se ofreció inicialmente con la carrocería de cinco puertas, cuya imagen no estaba falta precisamente de personalidad, pero era claramente menos señorial que el sedán, un coche que, a simple vista, resultaba enorme.
El motor de esta versión, como bien anuncia la denominación, es un dos litros –compartido con el Sierra–, un cuatro cilindros con 1.993 centímetros cúbicos, culata de fundición con dos válvulas por cilindro y un solo árbol de levas, que alimentado por un sistema de inyección Bosch L-Jetronic, rendía 115 CV a 5.500 revoluciones y 16,3 mkg a 4000 revoluciones. Unas cifras que, dado el tamaño del coche y su planteamiento, se quedaba claramente corto de potencia.
Las cifras que anunciaba la marca, con poco más de 185 km/h de velocidad máxima y algo más de 33 segundos para los 1.000 metros con salida parada, no parecían propias de un coche con el talante señorial del Scorpio, aunque también es cierto que comparado con sus rivales más directos, como el Alfa Romeo 90 2.0 o el Renault 5 GTS –también se enfrentaba a coches como el BMW 520i, pero es más lógico compararlo con el resto de generalistas–, no se quedaba atrás, de hecho, era más veloz en velocidad punta que el modelo francés, pero cedía en la prueba de los 1.000 metros, mientras que el Alfa ganaba en todas las mediciones –el R25 GTS anunciaba 103 CV, mientras que el Alfa 90 se iba hasta los 128 CV–.
Uno de los argumentos más destacables del Scorpio 2.0i era el confort de marcha, gracias a unas suspensiones suaves, a un nivel sonoro bastante bajo y a unos asientos eran casi como butacones. También equipaba de serie el aire acondicionado, el volante con regulación en altura y profundidad y regulación del apoyo lumbar en los asientos delanteros.
Pero, aunque las suspensiones fueran suaves, el comportamiento del coche era, según cuenta la prensa de la época, muy bueno y era necesario circular muy rápido y forzar mucho las cosas para que se perdieran las formas. Era muy fácil rodar rápido con el coche, sobre todo si se manejan los mandos con suavidad, porque en ese momento la sensación de velocidad era poca y se podía llegar a los límites bastante rápido. También era un coche algo torpe a la hora de cambiar de dirección con rapidez o en las recuperaciones.
El precio se quedaba en la mitad de la tabla, con 2.487.063 pesetas, 14.947 euros en 1985, 51.462 euros si le añadimos el IPC.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS