El FIAT Regata 100 S, con sus 100 CV y 996 kilos en orden de marcha, era un coche que sin ser deportivo, podía presumir de prestaciones. Pero no solo eso, también podía presumir de ofrecer un equilibrio que le valió los halagos de alguien como Arturo de Ándres, quien lo consideró “casi irreprochable”. Y sí, hablamos de un FIAT, de Regata, puesto en circulación en 1983 y diseñado partiendo de la base del FIAT Ritmo.
A comienzos de los 80, el FIAT 131 –y “nuestro” SEAT 131– ya estaban agotados, no se podían estirar más y había que buscar un reemplazo. Para entonces, FIAT y SEAT ya había roto relaciones, así que SEAT se buscó la vida para reemplazar al sedán –el SEAT Málaga– mientras que los italianos ponían en circulación el FIAT Regata. ¿Os imagináis como habría sido el Regata con sello español, si ambas marcas hubieran mantenido su acuerdo? O si FIAT hubiera comprado SEAT, que esa era la primera opción. –si tienes curiosidad, hemos creado una hipotética versión del Regata firmada por SEAT con inteligencia artificial y puedes verla aquí–.
Obviamente, nunca lo sabremos, pero lo que sí sabemos es que el FIAT Regata era un coche redondo, o casi. Y ese casi se debía a su plataforma, la misma del FIAT Ritmo y, por tanto, equipada con un eje trasero rígido con ballestón, una solución que ya, a comienzos de los años 80, estaba ampliamente superada y presentaba claras diferencias en comportamiento con coche cargado o coche vacío. De hecho, el eje rígido con ballestón tenía otro inconveniente: provocaba un sobreviraje acusado a poco que se pretenda ir rápido y exprimir el motor. Según palabras de Arturo de Andrés, en la prueba publicada en el número 1.303 de la revista Autopista, “tiende a ‘colear’ de forma aparatosa. Esto se aprecia en incluso en frenadas un poco fuertes: el coche clave de delante, la trasera se levanta y a partir de ese momento, la zaga empieza a serpentear de un lado a otro”.
Líneas rectas como protagonistas de la carrocería del FIAT Regata, pero aun así, presumía de una buena aerodinámica

No obstante, el FIAT Regata 100 S no era un coche delicado de conducir, ni mucho menos, de entrada, tenía unos buenos frenos, equipados con asistencia, un compensador trasero como dispositivo antibloqueo y discos en las ruedas delanteras y tambores en las traseras. También estaba equipado con lo que, en aquellos años, eran unas ruedas “de buenas dimensiones”: 165/65 SR 14.
Uno de los mejores argumentos del Regata 100 S era el propulsor, un cuatro cilindros de 1.585 centímetros cúbicos y carrera corta –84 milímetros de diámetro y 71,5 milímetros de carrera–, cámara de combustión hemisférica, dos árboles de levas en culata y un carburador de doble cuerpo Weber para la alimentación, que rendía 100 CV a 5.900 revoluciones y 13,6 mkg a 3.800 revoluciones. Se combinaba con un cambio manual de cinco relaciones y desarrollos bien ajustados –la quinta era de 33,7 kilómetros/hora a 1.000 revoluciones–.
Este motor, unido a una carrocería que presumía de una excepcional aerodinámica –para la época–, daban como resultado una velocidad elevada y unos consumos bastante ajustados. La velocidad máxima, obtenida por la ya mencionada revista Autopista, era de 179,28 kilómetros/hora, en quinta, por debajo del régimen máximo de potencia. Mientras tanto, el consumo, a 150 kilómetros/hora, se quedaba en unos más que buenos 9,23 litros cada 100 kilómetros.
Solo había un problema con el FIAT Regata 100 S, por así decirlo, y era el precio. Con una tarifa de 1.459.951 pesetas no se podía considerar un coche barato. Un Talbot Solara SX, con 90 CV, costaba 1.230.79 pesetas, por ejemplo. Eso sí, un Opel Ascona 1.6 era más caro, con un precio de 1.603.006 pesetas.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS