El Citroën C4 1.6 e-HDi era la versión que, supuestamente, ofrecía los mejores consumos de la gama, que además, se podía combinar con el cambio automático CMP. Sin embargo, la inclusión de la lera “e” en la denominación no tenía nada que ver con la electricidad, como puede ocurrir a día de hoy, en realidad, esa letra solo hacía referencia a que ser equipada el sistema start & stop, que ayudaba a reducir consumos y emisiones mayoritariamente en ciudad.
La segunda generación del Citroën C4 significó un gran cambio, tanto en el apartado práctico, como en calidad de rodadura y de fabricación, aunque perdía la fortísima personalidad que desprendía la primera entrega, cuando llegó al mercado como reemplazo para el exitoso Citroën Xsara. No obstante, por entonces –hablamos de 2011–, la firma francesa había puesto sus objetivos en el dominio del segmento de los compactos y, hasta cierto punto, en plantarle cara al Volkswagen Golf, la referencia por comportamiento, calidad y conducción en aquel momento y con la primera generación del C4, con su particular diseño –y algunos detalles de acabado– no podían mantener el ritmo del alemán.
Era la época del motor turbodiésel, de un constante avance en cuanto a evolución y tecnología sumamente importante y nadie podía quedarse atrás, siempre que se quisiera mantener el ritmo de ventas. El caso es que las emisiones empezaban a tener mucho peso en las decisiones de los usuarios, al tiempo que las normativas eran cada vez más restrictivas, momento en el cual, la firma francesa empezó a montar el sistema de arranque y parada en sus modelos, un sistema que se desarrolló como método de reducción de consumo y emisiones y que se convirtió en uno de los argumentos de compra para muchos usuarios.
El motor 1.6 HDi, con sus 112 CV, ofrecía buenas prestaciones y mejores consumos, pero el cambio robotizado CMP no cuadraba con la finura de funcionamiento del propulsor
Por ello, la marca francesa, en lugar de ofrecerlo como opcional, lo ofreció como versión, los e-HDi, que en el caso del Citroën C4 se podía combinar con el cambio robotizado CMP. El propulsor, el mismo 1.6 HDi de 112 CV y 27,6 mkg –unos 270 Nm–, pero se combinaba con el ya mencionado start & stop. Un propulsor que según prensa de la época, como es el caso de la revista Autopista, ofrecía mucha finura de funcionamiento, unos consumos muy reducidos y una elasticidad ejemplar, que se echaba a perder si se combinaba con el cambio CMP.
Dicha transmisión no era por convertidor de par, no era un variador continuo y tampoco era un doble embrague, era un cambio manual robotizado, es decir, un cambio manual convertido en automático. Era un cambio de marchas muy lento, con una transición entre marchas que resultaba, en ocasiones, molesto. Además, se perdía en aceleración y su mayor argumento era la ausencia del pedal del embrague. Lo mejor era usarlo en modo manual, dejando de acelerar cuando se pedía que cambiara de relación, aunque no ofrecía mejoras ni argumentos realmente sólidos frente al cambio manual. Y para colmo, era más caro.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS