A pesar del amplio dominio ejercido por Mercedes en la F1 de los últimos años, también se han producido otras noticias como el regreso de Alfa Romeo el pasado 2019 tras años y años de ausencia. Tanto así que, de hecho, los aficionados más enfocados a los tiempos modernos posiblemente no sepan que ésta fue la marca que inauguró los títulos de la F1, ganando con Giuseppe Farina al volante de un Alfetta 158 con 350 CV y 700 kilos de peso en 1950. Además, el segundo puesto también fue para Alfa Romeo. Concretamente para la unidad pilotada por Juan Manuel Fangio. Así las cosas, la marca milanesa es uno de los fabricantes más icónicos en la F1 por derecho propio, aunque estuvo perdido por mucho tiempo con breves destellos de aparición como cuando motorizó al Brabham BT45 en 1976.
Una larga historia en la que, como siempre, será mejor empezar por el principio. Por ello vamos a remontarnos hasta 1952. Un año funesto para Alfa Romeo, pues un repentino cambio en la reglamentación de la F1 dejaba fuera de las pistas a sus Alfetta 159. La última evolución de los monoplazas nacidos en 1938, los cuales habían sido ampliamente dominantes en la F1 durante las dos primeras temporadas de la especialidad. De esta manera, Alfa se replegó a la producción de vehículos de serie, dejando la competición sólo para unidades derivadas de los mismos con las carreras de resistencia en el punto de mira.
En suma, Alfa Romeo renunciaba al coste necesario para estar en la F1 favoreciendo su presencia en los trofeos dirigidos a modelos GT. Llegados a este punto, a Alfa Romeo se le puede seguir la pista en circuitos de resistencia de toda Europa gracias a modelos como las Giulia TZ carrozadas por Zagato. Una escalada de perfeccionamiento técnico con la que la histórica marca no conseguía batir a Ferrari, presentando por ello en 1966 el Tipo 33. Un soberbio V8 que fue el inicio de la saga de competición más mítica en la historia de la marca después de la Segunda Guerra Mundial. Alcanzando además un alto régimen de vueltas, dando nuevas posibilidades mecánicas para algo que ocurriría años después. El retorno a la F1.
Regresó el pasado 2019 tras años fuera de la F1, pero Alfa Romeo hunde sus raíces en la categoría reina cuando ésta misma se estrenó en 1950, ganando el primer y segundo campeonato
Brabham BT45 Alfa Romeo, el regreso a la F1
A pesar de las posibilidades ofrecidas por el Tipo33, sus diferentes evoluciones dieron buenos resultados a Alfa Romeo siempre y cuando no fueran a Le Mans. Allí evidentemente los Tipo 33 quedaban totalmente eclipsados por los Ford GT40, Ferrari 512 o Porsche 917. De esta manera, los ingenieros de Alfa Romeo empezaron a desarrollar un 12 cilindros de cara a la temporada de 1973. El resultado fue el 33 TT12.
Un modelo con motor plano, tres litros y cuatro árboles de levas para entregar más de 500 CV. Llegados a este punto, en la temporada de 1974 Alfa Romeo fue perfilando los problemas de fiabilidad dados por un motor tan complejo. Pero especialmente todo lo relacionado con el chasis, el cual literalmente se retorcía bajo la fuerza ejercida por el motor del TT12. No obstante, ya empezaron a llegar victorias como el triplete en los 1000 kilómetros de Monza.
Un excelente prólogo para el éxito de 1975, logrando al fin el ansiado título de constructores en el Campeonato Mundial de Resistencia. Aquello para lo que, años atrás, Carlo Chiti había ideado al Tipo 33. No obstante, existió un detalle del cual pocos se percataron. Y es que el motor del TT12 no sólo cumplía todas las normas necesarias para ser homologado en el mundial de resistencia, sino también en el del F1.
Su motor plano de doce cilindros proviene del trabajo acumulado en el mundial de resistencia, habiendo ganado en 1975 el título de constructores con el TT12
Y no, evidentemente no fue una simple casualidad. Lejos de ello, Alfa Romeo hizo esto de forma consciente porque, realmente, nunca se había quitado aquella espina clavada en 1952. Por ello, en 1975 empezó a buscar una escudería con la que trabajar en la F1. Una a la que poder motorizar con aquel ingenio de 12 cilindros que fue capaz de subir hasta las 11.500 revoluciones por minuto. Finalmente la escogida fue la británica Brabham, la cual contó con los motores proporcionados por Alfa Romeo durante cuatro temporadas desde 1976 hasta 1979, siendo el mejor resultado el tercer puesto en el mundial de constructores de 1978. Obviamente nada comparable a los días de gloria de 1950, pero sí al menos una vuelta a la F1 gracias a un motor que hundía sus raíces en el programa de competición protagonizado por los Tipo 33.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS