Audi, durante los años 90, fue cuando se ganó realmente un hueco entre los fabricantes premium. Llevaban muchos años trabajando en la dirección correcta y en 1994 dieron el salto definitivo con la puesta de largo del Audi A8 –D2–, la primera generación del modelo, con el que reemplazaban en el mercado al Audi V8, el cual, estaba basado en el Audi 200. Sin embargo, al contrario de estos, el nuevo A8 era eso, nuevo, un coche que estrenaba plataforma y contaba con un desarrollo específico.
Cuando se lanzó el A8, además de su empaque y su calidad, lo que más llamó la atención fue que todo el coche, o casi, estaba fabricado con aluminio. Audi fue de las primeras marcas en emplear este material para sus coches, con lo que pudieron demostrar que tenían capacidades más que sobradas para ser considerados una firma de alta gama. Así, el Audi A8 tenía un chasis y una carrocería fabricados con aluminio, que se veían acompañados por unas versiones que dejaron a muchos con la boca abierta, como el V8 de 4,2 litros o uno de nuestros preferidos, el Audi S8.
La primera generación del Audi A8 contó, efectivamente, con su respectiva versión S8. Desde el primer día, la firma de los cuatro aros impregnó de deportividad su sedán de representación, aunque nunca se prescindió del refinamiento y de la elegancia. Además, se benefició como ninguna otra versión de su construcción con aluminio, pues anunciaba 1.750 kilos de peso, todo un récord para un coche de su tamaño en aquellos años e incluso ahora, porque coches más pequeños pesan, comparativamente, mucho más.
El primer Audi S8 no solo fue un coche importante para la firma alemana, también lo fue para el mismo segmento de los sedanes grandes. Por ejemplo, Mercedes presentó algunos años después el Mercedes S63 AMG, un modelo que nació claramente para hacer frente al S8 –Mercedes nunca había tenido un coche así en la gama del Clase S–, aunque era bastante más potente que el Audi y más tecnológico, no en balde, aquella generación del Mercedes Clase S destacó por su espectacular salto tecnológico y por su calidad de fabricación. Fue como si en la marca de la estrella quisieran reafirmar su poderío y su derecho a reinar ente los premium.
Audi lanzó su primer S8 en 1996 equipado con un motor V8 de 4,2 litros, atmosférico y también fabricado con aluminio, que rendía en su primera iteración 250 kW –340 CV–, una cifra de potencia muy respetable por entonces, que hacían de este sedán un automóvil respetable y capaz de acelerar hasta los 100 km/h desde parado en 6,2 segundos. Estéticamente, iba aderezado con pequeños detalles que no rompían la elegancia de su carrocería, pero que dejaban notar que no era un Audi A8 cualquiera, como la calandra específica, las llantas o las salidas de escape con mayor tamaño.
El habitáculo tenía un tratamiento similar, aunque no era muy diferente con respecto a otros Audi A8 de la gama. Se podía pedir con adornos de aluminio, aunque fue muy común verlos con adornos de madera. En aquellos años, el segmento de los sedanes de representación todavía eran coches muy conservadores y cosas como las incrustaciones de madera estaban muy presentes.
Tiempo después, el Audi A8 se sometió a un restyling y, por tanto, el Audi S8 también. Lo más destacable fue el aumento del equipamiento y el aumento de potencia del motor, que pasó a ofrecer 271 kW –370 CV–. El Mercedes S63 AMG todavía ganaba en potencia con sus 444 CV, pero el Audi presumía de ligereza, aunque aumentó su tara hasta superar los 1.800 kilos.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS