El Alfa Romeo 75 3.0 V6 no era otra cosa que el restyling del V6 America, que no solo perdía su apelativo en referencia al Nuevo Continente, sino que ganaba potencia y prestaciones aunque había montado el obligado catalizador en el escape. Estéticamente también recibía algún cambio, como el resto de la gama.

Para finales de los años 80 y comienzos de los 90, el Alfa Romeo 75 se veía sometido a un ligero restyling, en busca de alargar un poco más su vida comercial, la cual acabaría con la puesta en escena del Alfa Romeo 155, lo que conllevaría también el adiós a la propulsión en los modelos de la marca hasta el lanzamiento, más de 20 años después, del Alfa Romeo Giulia.

Así, el Alfa Romeo 75 V6 perdía la denominación “America”, pero ganaba otras cosas más interesantes, como potencia, una mejor respuesta al acelerador, mayor rango de uso y algo más de equipamiento. Todo ello sin perder carácter, pero también con un claro acuse del paso del tiempo. El diseño del Alfa 75 fue un alarde de originalidad y de carácter, pero sus cuadradas líneas no fueron capaces de asimilar el paso de los años. Más o menos como le pasaba a su interior, tanto por formas como por materiales y ajustes.

El motor, como suele ser habitual en los coches con cierto carácter, era la piedra angular de todo el conjunto. Era el mismo V6 de tres litros que tenía el 75 America –2.959 centímetros cúbicos exactamente–, pero montaba catalizador, adoptaba el sistema de inyección Bosch Motronic ML4.1, un nuevo diagrama de distribución y una transmisión con desarrollo final un 5% más corto al cambiar el grupo por otro.

Con un consumo medio de casi 10 litros, no se podía considerar un coche frugal, pero el Alfa 75 V6 podía hacer el 0 a 160 km/h en 21,6 segundos y eso, para muchos, era suficiente para justificar su consumo

Aunque pueda parecer mentira, la aparición del catalizador no llevó pérdida de potencia, en este caso se ganó. Pasó de 188 a 192 CV a 6.000 revoluciones, mientras que el par era de 25,5 mkg a 4.500 revoluciones. El cambio, manual de cinco relaciones –y colocado en el eje trasero–, permitía, gracias al nuevo grupo final, un buen aprovechamiento del motor, o eso al menos se decía en la época. La velocidad máxima, por ejemplo, era de 222 km/h según la revista Autopista –número 1.680–, al tiempo que podía acelerar de 0 a 100 km/h en 7,5 segundos y hacer el 0 a 400 metros en 18,09 segundos.

Se consideró un coche muy rápido, pero también algo delicado de conducir. El 75 3.0 V6 era propulsión, con un eje trasero De Dion y paralelogramo de Watt, y por supuesto, sin ningún tipo de control electrónico, lo que condicionaba su comportamiento al límite y provocaba que no todo el mundo pudiera exprimir las cualidades del modelo italiano. Sin embargo, la presencia de un diferencial de deslizamiento limitado ayudaba a controlar cuando el eje posterior se desmandaba. Solo criticar la dirección, que no era especialmente rápida y obligaba a trabajar en exceso sobre el volante.

Por precio, el Alfa Romeo 75 3.0 V6 no estaba al alcance de todos. La marca pedía, en 1991, 3.719.585 pesetas, 22.355 euros de aquellos años, 52.981 euros si sumamos el IPC hasta 2024. No obstante, para su época de comercialización, se consideró que tenía una buena relación precio-equipamiento, aunque había que pagar aparte por el ABS –nada menos que 262.542 pesetas, equivalentes a 3.740 euros de 2024…