El Alfa Romeo 159 llegó al mercado con una tarea complicada, aunque tenía el camino allanado por el buen resultado que dio el Alfa 156. El diseño de Italdesign era muy acertado y contaba con un equilibro en sus proporciones que se ha perdido en muchos coches modernos –aunque el Alfa Romeo Giulia las mantiene intactas–, pero no logró conquistar al público como si lo hizo su antecesor diseñado por el señor Walter da Silva. Aun así, llegó a ofrecer algunas versiones bastante interesantes, como el Alfa Romeo 159 Q4 3.2 JTS.
Alfa Romeo había prescindido de la tracción total con los 156, tampoco la usó en el Alfa 166. Los últimos en montar un sistema de tracción a las cuatro ruedas fueron los Alfa 155 Q4 y Alfa 164 Q4, así que el lanzamiento del 159 Q4 3.2 JTS era una novedad importante en la gama, pues recuperaba una versión que si bien no fue la más popular de la gama –eran bastante caros–, si ofrecía un buen comportamiento en carretera. No en balde, el 155 Q4 tomaba prestado el grupo motor-transmisión del Lancia Delta HF Integrale.
Su motor V6 no era una versión más del Busso, sino un remanente de su acuerdo fallido con General Motors, adaptado a los requerimientos italianos
En el caso del 159 Q4, su talante buscaba ser tan deportivo como en el caso del 155 Q4. Ese talante se notaba desde el primer golpe de vista y se consolidaba cuando se echaba un vistazo a la ficha técnica. El sistema de tracción total empleado por el Alfa 159 era de tipo permanente con tres diferenciales. El diferencial central Torsen con deslizamiento limitado, enviaba el 57% del par al eje trasero, pero contaba con un control de estabilidad que no se podía desconectar, que además, también estaba apoyado por un control de tracción que actuaba sobre los frenos y sobre la potencia del motor.
Dicho motor no era cuatro cilindros turbo, se prefirió montar un V6 de 3.195 centímetros cúbicos y aspiración natural, que rendía 260 CV a 6.200 revoluciones y 322 Nm de par a 4.500 revoluciones. Sin embargo, no era una variante más del sensacional V6 Busso, era una adaptación de un propulsor americano que no tenía la garra ni el sonido del V6 Busso, aunque contaba con un novedoso sistema de inyección directa –JTS, Jet Thrust Stoichiometric–, taqués hidráulicos y sincronización variable en admisión y escape –la marca lo denominaba Twin Phaser–.
Aunque no fuera un motor italiano, con su talante y su tacto, no era un mal propulsor, aunque muchos lo tildaron de soso. El sistema de tracción total ayudaba al enviar más par al eje trasero, para darle un comportamiento más cercano a un propulsión, así que tampoco era un problema. Donde el 159 Q4 fallaba estrepitosamente era en el peso, con una tara de 1.740 kilos en orden de marcha. Era uno de los coches más pesados de su categoría y eso se notaba en las prestaciones, con un 0 a 100 km/h en siete segundos y los mil metros con salida parada en 27,5 segundos, así como una velocidad máxima de 240 km/h. Sin embargo, entre sus rivales se encontraba el BMW 330i e90, que con su seis cilindros en línea –también atmosférico– de 258 CV directos a las ruedas traseras, le superaba en todas las mediciones, con un 0 a 100 km/h en 6,3 segundos y con los mil metros con salida parada en 26,9 segundos. Eso sin contar con un menor peso –1.555 kilos– y un tacto más deportivo.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".El Alfa 156 sí tuvo dos versiones Q4 con tracción integral. Ambas sobre la versión familiar Sportwagon.
Hola, buenas. Sí, y una de ellas era el Crosswagon. Pero solo fueron en la carrocería familiar, que no es la que se trata aquí. Igualmente, gracias por el apunte.