El Alfa Romeo 155 2.0 16v TS hizo acto de presencia en 1995, justo como estreno del restyling que sufrió el modelo italiano. Una renovación que, a tenor de todo lo que dice la prensa de la época, le sentó espectacularmente bien, tanto, como para reconocer que era uno de los sedanes de tamaño medio más interesantes del mercado y ante uno de los tracción delantera más eficaces y agradables de conducir.
Cuando Alfa Romeo tuvo que remplazar al 75, tomo un camino radicalmente opuesto y entre otras cosas, abandonó la propulsión en favor de la tracción delantera. Fue una decisión obligada, todo sea dicho, pero una cosa es verse en la necesidad y otra bien distinta dejar las cosas al azar. Alfa Romeo no lo dejó al azar y el resultado fue el 155, uno de los sedanes más interesantes y bellos de los años 90, el cual, fue reemplazado por otro coche igualmente digno de ser considerado uno de los más bellos de su época.
Pero no solo fue bello, también fue un verdadero Alfa Romeo en otros apartados, como la conducción y la personalidad general del coche, aunque en ocasiones, el buen hacer del chasis dejó en entredicho a sus motores. Caso, por ejemplo, del Alfa Romeo 155 2.0 16v TS. El modelo llevaba ya un tiempo en el mercado y para el año 1995, se presentó un restyling, una ligera puesta al día a mitad de vida comercial, para poder seguir ofreciendo algo interesante frente a las novedades que llegaban poco a poco. Coches como la primera entrega del Audi A4, puesta en circulación en 1994, obligaban a revisar el modelo.
Los ingenieros no pudieron adaptar correctamente el motor al vano motor del 155 y eso afectó al rendimiento

Esa revisión trajo consigo la introducción en la gama del motor 2.0 16v Twin Spark que ya se montaba en los Alfa Romeo GTV y Alfa Romeo Spider, el cual, presumía de unos buenos 150 CV, pero que, en el caso del 155 2.0 TS, brillaban por su ausencia. Y había explicación, o eso al menos queda claro cuando lees la prueba publicada por al revista Autopista, en el número 1.877. Ahí se cuenta que la adaptación del motor al Alfa 155 no fue todo lo buena que debería, ya que, según parece, la admisión tenía un larguísimo recorrido, efectuado cerca a los escapes, lo que impedía que el aire llegara suficientemente fresco al motor y, por lo tanto, no contaba con la cantidad de oxígeno adecuada para una buena combustión. Todo lo contrario a lo que ocurría en los mencionados GTV y Spider.
La mecánica, o su planteamiento, era bastante común en la época –hoy día están extintos–. Contaba con 1.970 centímetros cúbicos y carrera larga –83 milímetros de diámetro por 91 milímetros de carrera–, doble árbol de levas en culata y cuatro válvulas por cilindro, inyección electrónica, compresión 10:1 y un rendimiento de 150 CV a 6.200 revoluciones y 19 mkg a 4.000 revoluciones según datos oficiales. Sin embargo, la mencionada revista no logró obtener, en pruebas en banco, más de 136,5 CV a 6.310 revoluciones y 17,8 mkg a 3.750 revoluciones. Bastante por debajo de lo anunciado y por debajo de todos los rivales de semejantes características. Unas cifras de potencia y par que se notaban todavía más, porque la puesta a punto del chasis era de lo mejor del segmento.
El comportamiento era lo mejor del coche, con unos amortiguadores tirando a duros, llantas de 16 pulgadas con neumáticos de perfil 45, una carrocería 15 milímetros más cerca del suelo con respecto a otras variantes del coche… La velocidad de paso por curva era alta, la estabilidad también era elevada, la sensación de control total una de las características más destacadas de su conducción.
Solo había que tener en cuenta que no era rápido. El 0 a 400 metros se completaba en 17,78 segundos, los 1.000 metros, también con salida parada, en 32,55 segundos y el 80 a 120 kilómetros/hora, en quinta, requería de 17,74 segundos. El consumo medio, según la revista citada, era de nueve litros, lo que permita, con un depósito de 63 litros, recorrer 700 kilómetros.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS