La Renault Express GTL Break era una versión mixta, pensada para pequeños transportes de mercancías, pero con un habitáculo de cinco plazas y no solo dos. La prensa las trataba, en aquel entonces, como vehículos ideales para los pequeños transportistas o para autónomos –fontaneros, jardineros… – que no podían tener dos coches en casa, pero necesitaban un vehículo de carga para trabajar. Y en parte tenían razón, esa era uno de los motivos de su existencia,
Durante muchos años, las pequeñas furgonetas eran derivados de turismos, a los que se modificaba la carrocería para obtener una enorme zona de carga. Y decimos enorme, porque si comparamos el resultado final con el coche de partida, la transformación eran notable. Hasta la llegada de la Renault Kangoo y la Citroën Berlingo, todos los vehículos industriales pequeños derivaban de turismos y, además, el uso como si fuera eso, un turismo, no estaba tan extendido, ni siquiera estaban homologados como tales y aunque tuvieran cinco asientos y un equipamiento acorde, la normativa a la que estaban sujetas era la de vehículos industriales.
Aunque su popularidad no era alta, básicamente porque se les veía como furgonetas, los fabricantes ofrecían versiones a las que se definía como mixtas, es decir, que tenían zona de carga y zona de pasajeros con más asientos. Por norma general, todas las furgonetas pequeñas eran dos plazas, menos las mixtas, que tenían cinco. La Renault Express GTL Break es una de esas mixtas, aunque la denominación “Break” da una pista del planteamiento que buscaban darle en la firma francesa. Ese planteamiento es otro ejemplo de que los fabricantes querían aprovechar el potencial de las pequeñas furgonetas, las cuales, con cuatro cambios, se transformaban en un coche familiar de versatilidad casi imbatible.
Basado en el Renault Supercinco, la Express ofrecía un tacto “de turismo”, pero una enorme zona de carga con posibilidades infinitas como vehículo familiar

La Renault Express GTL Break se podía configurar con motores diésel o gasolina, aunque el más potente era gasolina y no especialmente poderoso; era uno de los “problemas” de ser un industrial reconvertido, sus motores no tenían unas prestaciones elevadas y, junto con su configuración, limitaban las ventas. El más potente, como decíamos, era gasolina, un cuatro cilindros de 1.397 centímetros cúbicos con árbol de levas lateral y dos válvulas por cilindro, alimentado por un carburador y capaz de rendir 60 CV a 5.250 revoluciones y 10,2 mkg a 3.000 revoluciones. Tenía un cambio de cinco relaciones, pero las justas capacidades del motor hacían que hubiera que llevarlo revolucionado y al haber poco aislamiento en el habitáculo, resultaba ruidoso.
Obviamente, tampoco era un vehículo rápido, con una velocidad máxima de 144 km/h, un 0 a 100 km/h en 16,3 segundos o un 0 a 400 metros en 19,9 segundos. No obstante, sin carga, la Renault Express GTL Break se conducían como cualquier otro turismo, aunque con una clara tendencia al subviraje y a rebotar del eje trasero cuando se circulaba por asfalto en mal estado.
El equipamiento de la Express GTL Break era limitado. Aunque el habitáculo recibía un tratamiento algo más cuidado que la versión industrial, no cambiaba gran cosa el equipamiento y no tenía ni aire acondicionado, ni tacómetro, ni faros antiniebla, no tenía cinturones de seguridad, ni reposacabezas traseros…
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS