A finales del Siglo XIX se gestó una revolución que, si bien tardó en llegar a todo el mundo, fue imparable. Las gentes estaban acostumbrarse a que su vehículo particular no fuese un artefacto, sino un animal. El caballo se venía usando desde el amanecer de la civilización, y empezaron a llegar unos competidores totalmente mecánicos, eso sí, para quien se los podía permitir.
Al principio, esos competidores eran fundamentalmente eléctricos. Eran silenciosos, fáciles de conducir, se podían recargar tranquilamente en casa y eran los preferidos por las señoras de la alta sociedad. Competían con los gasolina, ruidosos, toscos, incómodos de arrancar, frágiles mecánicamente y dependientes de la bencina, que no se vendía en cualquier sitio.
Los equinos necesitaban también combustible (comida), tenían sus limitaciones de autonomía y velocidad, y también producían emisiones (gases y mierda de caballo)
Una serie de innovaciones técnicas, fundamentalmente el motor de arranque eléctrico y la producción en serie, hicieron que triunfara la solución mala, y la buena permaneció en el ostracismo desde antes de la Primera Guerra Mundial hasta bien entrada la década de los 90. Desde los 70 varios fabricantes intentaron recuperar el coche eléctrico, pero no pasaron de ser una serie de experimentos puntuales, como los que realizó por ejemplo Volkswagen.
Nos hemos acostumbrado a que es normal que los vehículos de combustión fallen, tengan que pasar por los talleres a reemplazar componentes -por precaución o por rotura/desgaste-, nos frían a impuestos, tengamos que repostar solo en sitios habilitados o que, en el mejor de los casos, de cada 10 litros solo 4 se utilicen para producir movimiento (el resto se va en contaminar y calentar el aire).
Con los eléctricos todo eso es muy diferente. La fiabilidad mecánica es mucho más elevada -hay coches de más de 25 años funcionando sin abrir el motor para nada-, se puede recargar en casa o muy cerca de ella, su mantenimiento es muy económico, casi toda la energía que consumen realmente produce movimiento útil, no vibran, no hacen ruido… y son inmunes a cualquier normativa anticontaminación pasada, presente y futura. ¡No tienen tubo de escape! Hasta hay margen para generar la energía por nuestros medios -tras una inversión- y olvidarse de los malditos impuestos.
Por ejemplo, un Volkswagen Golf eléctrico con más de 20 años podrá moverse por cualquier ciudad europea, haya o no episodios de alta contaminación. Cuando se prohiban los vehículos de combustión interna, seguirá pudiendo hacerlo. En el caso español eso será en 2050, y no estará mal para un vehículo que tiene más de medio siglo encima. El ejemplo es un poco extremo, pero el razonamiento es totalmente válido: no contamina allá por donde circula. Y a diferencia de un Golf de hace más de 20 años, la diferencia en el consumo es muy pequeña respecto a un moderno e-Golf, lo que sí han cambiado son las prestaciones, la autonomía, etc.
En un futuro no muy lejano, incluso los que no tienen plaza de garaje podrán cargar sus coches eléctricos, ya que habrá puntos de carga en la calle, tanto públicos como privados. Puede que incluso los veamos enganchados a las farolas, que, dado que sus bombillas consumen mucho menos, tienen cableado de sobra para cargar vehículos y es una infraestructura existente. Progresivamente irán contando con plazas de aparcamiento exclusivas para ellos. No será tan barato como cargar en un garaje o plaza particular, pero seguro que sale más barato que quemar petróleo o gas.
A la hora de viajar las cosas cambiarán un poco, habrá que parar más a menudo, lo cual no tiene por qué ser malo. Los establecimientos que dispongan de servicio de carga recibirán una clientela que actualmente puede viajar “del tirón” o parar únicamente a echar zumo de dinosaurio. Esto también tiene efectos positivos en la seguridad vial, ya que la gente no va a correr (la autonomía vuela por encima de 130 km/h) e irá más descansada, ya que lo recomendable es parar cada dos a tres horas a estirar las piernas y despejarse. La alta velocidad la seguirán proporcionando el tren y el avión.
El mantenimiento de un eléctrico se resume en comprobar un par de líquidos (de frenos y lavaparabrisas), hacer chequeos electrónicos del sistema, suspensión… pero el mecánico apenas se manchará las manos
Los usuarios que hagan un uso más intensivo de sus coches no tendrán grandes preocupaciones a largo plazo, si acaso las baterías. Tenemos como un ejemplo extremo a un taxista de Valladolid que ha aguantado las baterías de serie de su Nissan Leaf (24 kWh) más allá de los 350.000 kilómetros. El español medio no hace tantos kilómetros, a menos que mantenga su coche mucho tiempo. Y se mantiene de buen grado un coche que no se rompe o que cuesta muy poco dinero mantener en movimiento. En ese caso, se venden por cansancio o por haber quedado desfasado en diseño o tecnología.
Con el tiempo nos iremos olvidando del coñazo que suponía mantener nuestros coches de combustión interna: cambiar la correa de la distribución, bujías, embrague, filtros, aceite cada x mil kilómetros, inyectores, sistemas antipolución, turbos… Por otro lado, los neumáticos durarán más, así como los frenos, pero sobre todo durará más el motor sin dar dolores de cabeza. También nos daremos cuenta de los miles de euros que tiramos en pagar combustible, la mayoría de ese dinero se fue a pagar impuestos y a contaminar.
Si tenemos la paciencia de bucear en bibliotecas para ver la prensa de principios del Siglo XX, seguro que encontraremos gente que decía que nada reemplazaría al caballo, y que los coches eran un capricho para ricos. ¿Os suena el razonamiento? También encontraríamos razonamientos en contra de volar, la electricidad, la automatización, la producción en cadena y otras tantas cosas que hoy día son totalmente normales.
Cada cambio importante -disrupción- siempre acarrea un discurso inevitable contra él, siempre hay inmovilistas. Según la época, negaron que la Tierra fuese redonda, que se pudiese viajar en ferrocarril o que la materia estuviese compuesta fundamentalmente de pequeñas partículas nadando en un abundante vacío. El coche eléctrico ha sido criticado desde su concepción, pero también ha sido amado. Se producirá un cambio en los pesos que soportan las balanzas.
Ya nadie se acuerda del romanticismo de ir a trabajar a caballo, salvo los que trabajan en escuelas de equitación o en explotaciones agrícolas o ganaderas. Los acabaremos aceptando, y cuando lo hayamos hecho, pensaremos que por qué no vinieron antes a nuestras vidas, y los más jóvenes pensarán que éramos tontos de remate. Dejamos eso para otro día, si me lo permitis.
Javier Costas
Me gustan los coches desde que tengo uso de razón (o antes). Tras haber conducido más de 400 coches aquí sigo, divulgando y aprendiendo a partes iguales sobre las cuatro ruedas. Vosotros habéis hecho que se convierta en mi pasión.Está claro que el futuro es eléctrico… De hecho, yo imagino las carreteras llenas de SUV’s y berlinas ‘coupé’ eléctricas y luego por otro lado, deportivos de postín que serán eléctricos y algún ‘loco’ que lanzará un híbrido o incluso alguno con -¡todavía!- motor de combustión. Pero la cosa no pinta fácil. El cambio de mentalidad ha de ser muy grande. Además, los impuestos que no recauden con el zumo de dinosaurio y los vehículos que los usen, los recaudarán a través de la electricidad. Aunque toda esta ‘revolución’ por otro lado, me huele un poco a chamusquina. Al fin… Leer más »
Hay muchos estudios sobre la contaminación que produce el transporte, y hay que leer los buenos. Por la electricidad que consumen los eléctricos y su producción, ni te preocupes, es mucho más eficiente quemar petróleo en una central térmica para cargar baterías, que tener miles de centrales pequeñas quemando petróleo para mover coches. El balance neto sale favorable al eléctrico en casi todos los países del mundo, empezando por el “pequeño detalle” de que el motor eléctrico desperdicia menos de la mitad de energía que desperdicia el térmico en calor y rozamientos.
Sin cuestionar nada de lo que comentas, también me hace falta aclarar otro detalle: El transporte de mercancías.
Mucho tienen que cambiar las cosas para permitir realizar ese transporte por carretera (que es un número muy elevado) con electrodomésticos que tengan que parar sabe dios cuánto tiempo para recargar -aunque la teoría dice que tienen que parar cada 2 horas-.
Y sí, me dirás que se cambiarán al tren, pero el tren no llega a todos lados a la velocidad que se mueven las cosas…
No sé, aunque creo como tu que es inevitable, aún sigo viendo muchos peros. El tiempo dirá. :-/
Tengo pendiente leer más literatura al respecto, pero en transporte pesado están posicionándose como candidatos el GNL (gas natural licuado), eléctricos para corto y medio alcance, y la pila de combustible de hidrógeno para larga distancia. Es poco realista pensar que solo con gasóleo se van a lograr los objetivos de reducción de emisiones de CO2 que ha marcado Bruselas.
Sin duda.
Sin haber leído sobre el tema, imagino que a corto/medio plazo la idea principal serán híbridos eléctrico / diésel para más adelante usar algún combustible alternativo que nombras.
Más que nada viendo a Mercedes “abriendo la veda” de esta combinación en coches, aunque ya la usara Peugeot anteriormente.
Buen articulo de opinión Javier, soy un gran admirador tuyo desde aquella gran pagina Autoblog En Español, coincido contigo, y pues aunque soy un amante de los coches (en especial los clásicos esos que poseen alma) si considero que ya es hora de darle un espacio a los eléctricos y siii!!, conservar algún que otro clásico para una salida del fin de semana, pero hasta allí, no mas, necesitamos hacer del coche eléctrico nuestro medio de transporte ideal, tanto publico como privado, es necesario el cambio por el bien de todos. un saludo.
Espero verte comentando más por aquí.
Decididamente, algunos clásicos se salvarán de la quema. Algunos ya seremos muy mayorcitos por entonces, yo en 2050 teóricamente me “jubilo”, y es una incógnita si mis herederos querrán mantener mis hierros en el caso de poder seguir usándolos como históricos. Si no, tendré que montar una fundación.
Desde finales del S.XIX, es decir, desde hace cerca de 200 años, intentando meter a calzador el vehículo eléctrico. Hoy, con toda la tecnología inimaginable respaldada por un bagaje evolutivo sin precedentes, nos sale la siguiente media como resultado: – Precio coche: 35 a 40 mil euros – Autonomía: 300 a 400 Km – Tiempo de recarga en condiciones normales: 8 horakas – Unidades vendidas: 4 ¡No podemos reprochar nada al motor de combustión, su excelente rendimiento ha sido capaz de llevarnos hasta aquí! Es historia de la propia historia en sí y como tal tiene un final, al igual… Leer más »
¿Excelente rendimiento? ¿What? Lo único que tenía de bueno el motor de combustión interna, desde el punto de vista del rendimiento, es poder acumular mucha energía en el vehículo, de tal forma que, aunque el 60-70% se desperdicie -en un coche moderno- sigue llegando lejos. Un eléctrico lleva el equivalente a 2,5-4 litros de gasolina. Es un problema de densidad energética: baterías. Elegimos la peor opción, pero la más cómoda. Durante décadas hemos envenenado los cielos, la tierra, nuestros pulmones. Igual ya no te acuerdas, pero ¿quieres que hablemos del tetraetilo de plomo? ¿O de 100 años de vehículos sin… Leer más »
Hola, Javier;
“rendimiento” alberga diferentes interpretaciones.
El motor de combustión interna rinde a la perfección en cuanto a rapidez de carga o por su plausible autonomía; justo lo que le falta al vehículo impulsado por centrales devoraminas calientamundos. A lo mejor dentro de otros 200 años han conseguido solventar esos “pequeños inconvenientes” (aunque tal vez se “rindan” antes, porque sin más polos que derretir ni materiales que liquidar…)
En fin, deben estrujarse la sesera con energías sostenibles y con almacenamientos de base artificial. Solo así triunfará, sin calzadores, la electricidad.
AP: Alejandra Otero y su certera impresión https://m.xataka.com/automovil/paradoja-coches-diesel-emisiones-queriamos-nox-ahora-tenemos-co2
¿Dirías que el motor de combustión tiene tanto rendimiento si has de llenar el depósito bombeando tú mismo con el brazo? Apuesto a que no. Lo mismo se puede decir respecto a cargar un eléctrico con un chute brutal de potencia o con 10 amperios de andar por casa. Ahí no entra el rendimiento del motor, es solo la velocidad de recarga de la energía. Segundo, está demostradísimo a estas alturas que es más rentable a nivel energético generar energía para los coches en plantas donde el rendimiento es elevado, a hacerlo en minicentrales térmicas coche por coche. Uses carbón… Leer más »
Algunos echaremos de menos el ruido y las vibraciones como sensaciones que transmiten los coches de combustión.
A cambio ganaremos en silencio y sobretodo en el centro de gravedad tan bajo que tienen los eléctricos. Es impresionante ver las pruebas de vuelco del Tesla X.
Las innovaciones en tamaños de batería hará que cada vez pesen menos y tengan mejor comportamiento dinámico. Van a ser unos años interesantes con nuevas tecnologías y cambio radical de todo el sector.