Alfa Romeo 33 (Nuova 33), mi primer “chispazo”

Alfa Romeo 33 (Nuova 33), mi primer “chispazo”

¿Recuerdas a tu primer amor con ruedas?


Tiempo de lectura: 7 min.

Mi artículo de hoy es completamente subjetivo, y es que, mira, todos los que pasamos por espíritu Racer tenemos un coche que lo empieza todo. Es como las historias de los malos de las pelis, pero en vez de intentar conquistar el mundo, nos dedicamos a arruinarnos trasteando motores y buscando a ese primer amor sobre ruedas en las páginas de compraventa.

El mío fue el Alfa Romeo 33 de 1990, que seguramente os produzca opiniones mixtas, pero que para mí era perfecto porque fue mi vínculo inicial con el motor.

Dicho en corto: Este Alfa Romeo se compró cuando yo iba a nacer. Mamá quería un coche vistoso: soñaba con un Mondeo y le daba la tabarra a mi padre para cambiar su utilitario por “un coche más grande para la familia”.

Papá vio la oportunidad de echarse un deportivo italiano con motor bóxer, así que ni tan mal. Hoy os cuento por qué este coche era la leche, y de paso, y si os quedáis hasta el final, os contaré cómo subirle la potencia cambiando el sistema de inyección por uno de carburación.

Alfa Romeo Nueva 33 (1)

¿De dónde viene el 33?

Si estás a punto de abrir el buzón para decirme que mi coche era una mierda que se oxidaba con una lluvia, te callas la boca, porque no tienes razón. No del todo.

¿Por qué no del todo? Porque como todo héroe, La Nuova Alfa Romeo 33 es la última fase de una saga que comenzó en 1983 en Nápoles. Y sí, esos primeros se oxidaban con un estornudo. Acero soviético decían que llevaba, y viendo como terminó la URSS, me lo creo. También puedo añadir para los críticos que les fallaba el sistema eléctrico más que el reactor de Chernobyl.

En realidad, por venir, viene del Alfasud, pero eso es solamente la opinión de Alfa Romeo, porque a mí el Alfasud se me queda corto porque es comparar un pequeño utilitario con un compacto de los que lo petaban en Europa. Aún si fuera un Alfetta…

Pero bueno, es lo que hay. Alfa Romeo necesitaba un coche que cubriese ese segmento, pero también necesitaba un nombre para el modelo que tuviese pegada. Los milaneses se marcaron un Ford antes de Ford, porque le robaron el nombre a su 33 Stradale, la leyenda de los circuitos de los años 60, y lo emplastaron en el portón del maletero a la izquierda. La jugada salió bien, y si alguien se quejó, yo no me he enterado.

Alfa Romeo 33 interior

Variantes variadas

La gama del Alfa 33 se plantó en 1990 en los concesionarios españoles con varias opciones de motor, todas ellas bóxer. El mío iba por inyección, así que os resumo las variantes que podías encontrarte si ibas a comprarte uno aquel año:

  • 1.5 i.e. (97-105 CV)
    El equilibrio perfecto entre coche de familia y juguete italiano. Con este motor ya tenías alegría suficiente para dejar atrás al típico Sierra gasoil en la autopista y, si lo exprimías, besabas a lo guarro los 180 y pico km/h. Oficialmente 188, pero eso solo si le dabas viento de cola y carretera cuesta abajo.
  • 1.7 i.e. (107 CV)
    Un poco más de pitera, aunque sin pasarse. Este llegaba a rozar los 190 km/h y lo mejor era cómo sonaba al subir de vueltas, como un gallo cabreado, pero uno muy grande. Con este se empezaba a complicar lo de convencer a tu pareja de que era un coche familiar.
  • 1.7 16V (132 CV)
    El tope de gama estaba reservado para los que tenían más pasta o más inconsciencia. Este cuadrifoglio verde se iba a los 200 km/h y te dejaba claro que Alfa todavía sabía hacer compactos que tiraban como animales. Este es el que a menudo me hace ojitos en las web de usados italianas.

Todos estos compartían esa magia rara del 33: ligero, con tacto directo y la banda sonora de un bóxer que te dejaba marcado de por vida.

El mío, blanco con alerón y embellecedores negros, no necesitaba cifras de catálogo para parecer rápido: a los 140 ya iba volando, y el resto era cosa de fe.

Alfa Romeo Nueva 33 (1)

Sensaciones sensacionales

Siendo sincero, siendo TOTALMENTE SINCERO, nunca llegué a conducir el 33 porque una de las bielas decidió asomarse a ver el mundo antes de que yo alcanzase la edad de llegar a los pedales. Sin embargo, tengo un recuerdo nítido de las sensaciones que de crío me llegaban en los viajes.

Veréis, en mi familia hay dos constantes: Nos encanta ir a la montaña y nos pesa el pie del acelerador, especialmente con los coches que se prestan a ello, es decir, con los compactos deportivos, que es lo que era este Alfa.

Esto quiere decir que, en los viajes de mi infancia, en el asiento trasero, se notaba un reprís muy guay en las salidas de las curvas, y que el asfalto llegaba a mis infantiles posaderas incluso a través de la sillita en las curvas montañosas del Sobrarbe (Aragón). Era un coche que transmitía lo que sucedía, y que permitía que el sonido del motor se filtrase al interior. El que diga que prefiere un coche eléctrico por el silencio, es porque no ha tenido el placer de conocer un gasolina alegre resonando entre los árboles.

Había otra característica, para unos defecto, para otros virtud, y es que el olor a gasolina se filtraba a los asientos traseros una cosa exagerada. Esto ya depende de los gustos, aunque he de decir que yo no lo echo de menos en los modernos.

¿Cómo se convierte un 33 en un 33 ATÓMICO?

Vamos a ver: si tu Alfa 33 es de inyección, olvídate de enchufarle una “repro” como harías hoy porque en 1990 como mucho reprogramabas el reloj digital. Lo que se hacía entonces (y lo que yo haría si tuviera uno) era volver al carburador, que es más basto, pero permite meterle más gas de forma sencilla.

  1. Carburadores: el corazón del plan

La receta clásica es montarte un Weber 34 DATR o 36 DCD, tres cuerpos de chispa de la felicidad que prácticamente te cambian el motor. La pega es que hace falta paciencia para sincronizar, ajustar mezclas, calibrar… pero el resultado es espectacular.

  1. Escape y sonido: que los vecinos no necesiten despertador

Un escape 4-2-1 algo más libre que el de serie hace milagros porque mejora la respuesta en medios y altos, y afina el sonido del motor en un estilo deportivo que no deja indiferente a nadie. Olor a gasolina incluido, por supuesto; es parte del ritual.

  1. Suspensión: pegados al asfalto

Una rebaja de 30-40 mm con amortiguadores un pelín más firmes hace que el 33 se agarre mejor en curvas y te devuelva la información del asfalto de forma directa.

  1. Neumáticos: la pisada cuenta

Aquí podría ponerme fino con una u otra marca, pero no lo haré. Sencillamente, monta unos buenos neumáticos deportivos y no racanees con marcas de Feuvert.

  1. Pequeños extras
  • Filtro de aire de alto flujo: una pijada muy de moda, pero con el carburador le da alegría.
  • Bujías de iridio: otra pijada si vas a conducir normal, pero que dan vidilla en la conducción deportiva.
  • Volante de inercia aligerado: esto te puede dar una respuesta inmediata al pisar el pedal, pero si aún no te toca embrague, ni te lo plantees.

Con esto, el 33 ya no es un compacto familiar y se convierte en un compacto atómico que traga curvas y gasolina a litros.

Puede que lo haga cuando me eche el mío.

Hoy me gustaría que digáis en los comentarios cuál fue el primer coche de vuestra vida. No importa cuál, porque lo importante es celebrar a las máquinas que nos han acompañado en los momentos más importantes de nuestras vidas.

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Sobre mí

Jose Manuel Miana

Ando loco con los coches desde que era pequeño, y desde entonces acumulo datos en la cabeza. ¿Sabías que el naufragio del Andrea Doria guarda dentro el único prototipo del Chrysler Norseman? Ese tipo de cosas me pasan por la cabeza. Aparte de eso, lo típico: Estudié mecánica y trabajé unos años en talleres especializados en deportivos prémium.

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

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Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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Soy un apasionado de los coches desde que era muy pequeño, colecciono miniaturas, catálogos, revistas y otros artículos relacionados, y ahora, además, disfruto escribiendo sobre lo que más me gusta aquí, en Espíritu RACER.

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Veo arte en los coches y en sus diseños una potencia que va más allá de las cifras. Ex conductor de Renault 12 rojo modelo 1995 de épicos e imprevisibles episodios, al que recuerdo por la hostilidad de su volante, pero, sobre todo, por nunca haberme dejado en el camino.

Jose Manuel Miana

Ando loco con los coches desde que era pequeño, y desde entonces acumulo datos en la cabeza. ¿Sabías que el naufragio del Andrea Doria guarda dentro el único prototipo del Chrysler Norseman? Ese tipo de cosas me pasan por la cabeza. Aparte de eso, lo típico: Estudié mecánica y trabajé unos años en talleres especializados en deportivos prémium.