El Honda Accord 2.0i ES era una de las opciones más interesantes del segmento de los sedanes allá por los 90. No solo por la calidad y el buen funcionamiento conocido de Honda, sino porque representaba algo diferente a las marcas europeas, siempre más presentes en el mercado español que la nipona. Entre los Renault Laguna, Citroën Xantia o Ford Mondeo, el Honda Accord era el coche que te hacía destacar, a pesar de no ser el modelo con mejores prestaciones de su categoría.
Si por algo han destacado siempre los fabricantes japoneses, es por el equilibrio que presentan sus productos. No son los mejores, pero lo hacen todo muy bien. Por calidad, nada que reprochar, por comportamiento dinámico, los nipones están a un nivel muy alto, por calidad de rodadura y confort, es obvio que las marcas japonesas no tiene nada que envidiar a nadie. Es cierto que, por lo general, la gama disponible en sus diferentes modelos suele ser limitada, pero, ¿quién quiere grandes opciones cuando lo tiene todo en una sola versión?
Esa es, precisamente, la baza que jugaba el Honda Accord 2.0i ES. No era la única opción, pero sí era una con características más que apetecibles. De primeras, el equipamiento era muy completo, con climatizador –opcional, de serie montaba aire acondicionado– y un equipo de sonido Bose que, según revistas como Coche actual, ofrecía un sonido genial. A estos elementos se sumaban el control de velocidad de crucero, el ABS, dos airbags frontales y dos laterales, elevalunas en todas las puertas, llantas de aleación…

Uno de los mejores argumentos de este coche estaba bajo el capó delantero. Un cuatro cilindros atmosférico de 1.997 centímetros cúbicos, cuatro válvulas por cilindro, dos árboles de levas en cabeza, inyección… Todo para lograr 147 CV a 6.000 revoluciones y 184 Nm a 4.800 revoluciones. El cambio, manual de cinco relaciones, tenía desarrollos más o menos ajustados –27,3 kilómetros/hora en cuarta y 33,5 kilómetros/hora en quita–, y permitía, entre otras cosas, presumir de una velocidad máxima de 210 kilómetros/hora o el kilómetro con salida parada en 32,4 segundos.
Aunque era un buen motor, sobre todo en el apartado de consumos –se registraron medias de nueve litros–, se quedaba un poco descolgado si era comparado, por ejemplo, con un Alfa Romeo 156 2.0 16v TS –155 CV t 216 kilometros/hora– o con un Nissan Primera GT –150 CV y 218 kilómetros/hora–. El Volkswagen Passat, con el 1.8 20vt –150 CV y 223 kilómetros/hora– era la referencia y sometía a todos los rivales con relativa facilidad.
Sin embargo, a los mandos parecía que podía superar a los rivales sin problemas. El Accord 2.0i ES no era tan rápido como transmita al conducirlo, con unas reacciones en curva sumamente estables y predecibles. No le gustaban, al parecer, las curvas cerradas y, además, era bastante caro: 3.850.000 de pesetas. Solo el Alfa 156 era más caro –10.000 pesetas más caro–, mientras que el Volkswagen Passat, uno de los coches más caros de su categoría. se quedaba 100.000 pesetas por debajo.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS