Coche del día: Rover 75 2.0 CDT

Coche del día: Rover 75 2.0 CDT

Motor de origen BMW, calidades muy cuidadas, dinámica enfocada al confort... el Rover con genes alemanes tenía buenos argumentos


Tiempo de lectura: 3 min.

El Rover 75 2.0 CDT sorprendió a no pocos con una presencia, unas prestaciones y unos acabados muy cuidados, lo suficiente como para ponerse, con ciertas garantías, frente a coches como el Audi A4 1.9 TDI, el BMW 320d y cubrir también a los Peugeot 406 HDi y compañía. No obstante, estos últimos no eran rivales a los que Rover pretendía enfrentarse, los británicos apuntaban más arriba.

Las cosas no pasan por casualidad, no al menos en el mundo del automóvil. Cuando BMW se hizo con el control del Grupo Rover había objetivos ocultos, como la tecnología y experiencia de Land Rover –de donde salió la primera entrega del BMW X5– y, casi de rebote, el MINI. Rover, era, casi, un actor secundario, aunque no por ello se dejó de lado. En aquellos años, bajo la batuta de BMW, se recuperó la deportividad de MG y se lanzaron modelos como el Rover 75, el que, quizá, sea el mejor coche que ha tenido la firma británica en toda su historia.

No se busca menospreciar, por ejemplo, a los Rover 800, ni por asomo. El caso es que para el Rover 75 se aprovecharon muchas ideas y soluciones alemanas y el resultado fue, aunque muchos no quieran reconocerlo, muy bueno. Tenía pegas, por supuesto, pero en general, el resultado merecía respeto, sobre todo cuando hablamos de un coche de 4,75 metros de largo, cuyo precio de partida, en el caso de las versiones con motor turbdiésel, se quedaba muy cerca de los 4,5 millones de pesetas en su variante más lógica –había tres acabados: Confort, Classic, Club–. Concretamente, según prensa de la época, el precio era de 4.490.000 pesetas para el Rover 75 2.0 CDT Classic, más caro que un A4 1.9 TDI –4.250.000 pesetas– y muy cerca de un BMW 320d –4.495.000 pesetas–.

Algunos criticaron su aspecto, extremadamente clásico y con un alto parecido a los diseños de Jaguar, aunque indudablemente británico

Rover 75 2 0 CDT

Es obvio que por planteamiento y precio, el Rover 75 2.0 CDT apuntaba directamente a los alemanes, pero el precio y un nombre que no era propio del segmento premium jugaban en su contra. No obstante, el británico ponía sobre la mesa otros argumentos, como la típica clase inglesa, el diseño y su enorme tamaño. A eso se sumaba un motor common rail, turbo e intercooler, con 1.951 centímetros cúbicos, capaz de generar 115 CV a 4.000 revoluciones y 26,5 mkg a 2.000 revoluciones, capaz de mover con cierta soltura unos desarrollos de 45,29 kilómetros/hora a 1.000 revoluciones y un peso de 1.485 kilos. Cifra, esta última, algo elevada para la época.

Propulsor, por cierto, de origen BMW, con solvencia para mover el tonelaje de todo el conjunto. La velocidad máxima oficial, por ejemplo, era de 193 kilómetros/hora, mientras que el 0 a 100 kilómetros/hora lo completaba en 11,7 segundos. La revista Autopista, en una de sus múltiples pruebas, llegó a registrar un 0 a 400 metros en 18,17 segundos y un 0 a 1.000 metros en 33,36 segundos. El consumo medio, según datos oficiales, era de 6,1 litros cada 100 kilómetros.

Las prestaciones puras, no obstante, no eran lo realmente importante en este coche. El Rover 75 2.0 CDT jugaba a otro juego. El habitáculo era muy grande y todo estaba diseñado para ser cómodo y refinado. El aislamiento sonoro era igualmente muy elevado, la estabilidad era muy alta y el confort elevado. Sin embargo, cuando aparecían las curvas las cosas cambiaban, pues el 75 2.0 CDT Classic era un modelo algo torpe, con mucho subviraje, que combinado con la larga batalla de 2,75 metros, no permitían atisbo de conducción deportiva. Algo que contrastaba con la excelente, según la prensa, dirección –tanto por precisión como por tanto– y por los buenos frenos que montaba.

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Sobre mí

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

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