Coche del día: Citroën C4 Cactus

Coche del día: Citroën C4 Cactus

Uno de los modelos más originales de la marca francesa


Tiempo de lectura: 4 min.

El Citroën C4 Cactus fue un coche al que muchos miraron con recelo, sobre todo los aficionados, quienes también tuvieron no pocas críticas. Sin embargo, el coche fue un rotundo éxito de ventas –el Citroën con más cantidad de pedidos antes de llegar a los concesionarios–, tuvo muy buenas críticas de la prensa y alguien como Antony Ingram, periodista británico que plasma sus ideas en sitios como EVO Magazine, Auto Express o Hagerty, lo ha llegado a considerar como un futuro clásico.

Si hubiera que señalar a una firma automovilística con personalidad, que arriesga y que se sale de los cánones establecidos, sin duda, esa sería Citroën. La compañía francesa siempre ha sido un camino propio y en la mayoría de las veces les ha salido todo bien. Es cierto que, a veces, se han adentrado por el mismo sendero que el resto de fabricantes –segunda generación del Citroën C4, por ejemplo–, pero siempre regresas por sus fueros y sorprenden a todos con modelos como el Citroën C4 Cactus.

Cuando se presentó el C4 Cactus, el 5 de febrero de 2014 –se hizo en esa fecha, porque sería el cumpleaños de André Citroën, el fundado de la compañía–, no había igual con lo que pudiera compararse. Era el producto más original, práctico y llamativo desde el Citroën 2CV, o eso al menos decían desde Motor 16. Es ahí donde radicaba el mayor encanto del C4 Cactus, en su versatilidad y en su originalidad, características que se combinaban con un precio bastante interesante. El resultado fue un éxito de ventas, lo que deja claro que, por lo general, si el precio y el equipamiento acompañan, los diseños arriesgados funcionan.

Una de las características de diseño más originales fueron los llamados “Airbumps”, que fueron casi eliminados en el restyling

Citroën C4 Cactus (2)

Pero no solo era eso, obviamente, el Citroën C4 Cactus y si volvemos a la mencionada revista Motor 16, entre las palabras publicadas en una de sus pruebas, encontramos que tenía el mejor sistema Stop/Star del mercado que “apaga el motor cuando ni siquiera ha llegado a detenerse el coche, lo arranca sin que apenas se nota, sin retemblores, sin traqueteos y nunca te deja colgado”.

Una de las versiones más vendidas del C4 Cactus fue, como cabe esperar, la equipada con el motor turbodiésel, concretamente el HDi de 92 CV, pues presentaba un buen equilibrio entre consumo, prestaciones y coste de adquisición. De hecho, el Citroën C4 Cactus E-HDi 92 ETG6 Shine –sí, es una denominación muy larga y poco comercial– tenía un precio, en 2014, de 19.500 euros sin promociones ni descuentos, una tarifa que podía bajar fácilmente a los 17.000 euros a base de descuentos de la propia marca y si le quitamos el cambio automático, el precio bajaba de forma importante.

Entre los detalles que se pueden destacar del C4 Cactus Shine, y de cualquier otro C4 Cactus, es que mostraba algunas cosas que luego sería tendencia y, al final, un estandar en la industria como una pequeña pantalla para la instrumentación, una reducción de los botones a lo más básico y un diseño del habitáculo minimalista. También presumía de otras cosas como dos tomas de USB, cámara de visión trasera, faros antiniebla con función de curva…

El Citroën C4 Cactus, aunque cómodo, fácil de conducir y eficaz, no era un velocista y nunca tuvo motores potentes. En el caso del más vendido, del HDi de 92 CV, todo giraba alrededor del bajo consumo y del agrado de conducción. Con 1.560 centíetros cúbicos, inyección por raíl común, turbo e intercooler, rendía esos 92 CV a 4.000 revoluciones y añadía 23,5 mkg a 1.750 revoluciones. Puede parecer poca cosa, pero movía unos desarrollos de locos: la quinta era de 41,1 kilómetros/hora a 1.000 revoluciones y la sexta, de 52,4 kilómetros/hora a 1.000 revoluciones. ¿Los consumos? Según registros de Motor 16, la media era de 4,5 litros, lo que permitía autonomías de poco más de 1.000 kilómetros con sus 50 litros de depósito.

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Sobre mí

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

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Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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Ando loco con los coches desde que era pequeño, y desde entonces acumulo datos en la cabeza. ¿Sabías que el naufragio del Andrea Doria guarda dentro el único prototipo del Chrysler Norseman? Ese tipo de cosas me pasan por la cabeza. Aparte de eso, lo típico: Estudié mecánica y trabajé unos años en talleres especializados en deportivos prémium.