El Renault 5 GTX fue la forma que tuvieron en la firma francesa, de ocupar el hueco que había entre el Supercinco GTS y el GT Turbo –uno con 72 CV y el otro con 120 CV–. Esto quiere decir, obviamente, era más potente que el GTS pero no tanto como el GT Turbo y, todo sea dicho, resultaba de lo más interesante; era la opción más racional cuando se buscaba un coche de pequeño tamaño, pero con unas prestaciones respetables.
Los utilitarios, o los polivalentes, como los llamaban entonces, siempre han sido la base de las ventas en Europa, justo por detrás, y a veces por delante, de los compactos. Son coches que, si lo piensas con la cabeza fría, ofrecen un desempeño más que bueno para una enorme cantidad de gente. No obstante, por lo general, han sido la elección de los usuarios más jóvenes, quienes veían en esta categoría una forma de tener un coche más que digno, por un coste accesible. Hoy dia, con la cantidad de cosas que lleva un automóvil, un utilitario casi ha perdido todo sentido de existencia, pero a finales de los 80 y comienzos de los 90, eran coches superinteresantes.
Coches como el Renault 5 GTX, un modelo que representaba, siempre que no se tuviera al Supercinco GT Turbo en cuenta, el escalón más alto de la gama. Eso hacía que también fuera una de las versiones más caras, cierto, pero con una tarifa “en la calle”, de 1.346.000 pesetas, era poco más caro que un Citroën AX GT –1.294.000 pesetas– y más barato que un Peugeot 205 GTX –1.424.100 pesetas–. Además, hablamos de un coche aparecido en 1987, de la mano del restyling que sufrió el Supercinco, así que tampoco hay que olvidar el equipamiento, que presumía de elevalunas eléctricos en las puertas delanteras y de cierre centralizado con mando a distancia de serie, al igual que las llantas de aleación. Faltaba el aire acondicionado, por ejemplo, pero era algo normal en la categoría en aquellos años.
Aunque la denominación GTX y su imagen, bastante cuidada, podría hacer pensar lo contrario, el R5 GTX no era un coche deportivo, en realidad apostaba por el confort y por un funcionamiento refinado
Uno de los argumentos del Renault 5 GTX era su motor, como cabría esperar. Para la ocasión, en Renault vieron con buenos ojos tomar prestado uno de los propulsores del Renault 21, el de la versión GTS, para ser más concretos, y meterlo en el vano del Supercinco. Motor, por cierto, que era considerablemente más grande que la media de los que se usaban en la categoría. Tenía 1.721 centímetros cúbicos, dos válvulas por cilindro y un carburador para la alimentación, que rendía 90 CV a 5.500 revoluciones y 12,1 mkg a 3.500 revoluciones. Como se aprecia por los datos de potencia y par, no era un motor rabioso, sino más bien tranquilo, que para colmo, tenía que lidiar con cambio cuyos desarrollos eran bastante largos. Solo la quinta se iba hasta los 36,26 kilómetros/hora 1.000 revoluciones.
De hecho, el planteamiento del coche era lo contrario a deportivo; las suspensiones eran suaves, los asientos muy mullidos y la dirección, aunque precisa, no era especialmente rápida. Cuando se rodaba ligero, la carrocería se movía mucho y, aunque no afectaba a la estabilidad, si lo hacía al confort, pues los ocupantes podían pensar que viajaban en una coctelera en lugar de dentro de un coche.
En cuanto a cifras de prestaciones, nada mal aunque, como se ha dicho antes, el planteamiento no era deportivo y por tanto, esto queda como un apartado para los amantes de los datos. La velocidad máxima, que se obtenía en quinta, era de 181 kilómetros/hora, el 0 a 100 kilómetros/hora se completaba en 10 segundos, los 400 metros con salida parada en 17,7 segundos y los 1.000 metros, también con salida parada, en 32,5 segundos. El 80 a 120 kilómetros/hora, en cuarta, lo completaba en 10,2 segundos y lo 1.000 metros desde 40 kilómetros/hora en quinta, en 39,5 segundos.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS