La capital asturiana amaneció hace unos días con una sinfonía distinta. No era el del tráfico matutino ni el murmullo de la rutina, sino el ronquido bien afinado de un Toyota GR Yaris preparado por RMC, con Javi Villa a los mandos. No se trataba de una carrera ni de una exhibición tradicional, sino de algo más singular: la primera Gymkhana Hispana, un evento que mezcla la cultura del motor con una puesta en escena pensada para acercar el deporte, la ciudad y sus talentos locales al gran público. Bajo el paraguas de la candidatura de Oviedo como Ciudad Europea del Deporte 2026, Villa recorrió puntos clave de la ciudad, interactuando con clubes, atletas y colectivos en una celebración del deporte local con el GR Yaris como excusa perfecta para llamar la atención y dejar marca.
Es tentador pensar que este tipo de eventos son puro escaparate, pero cuando uno rasca un poco y ve lo que hay detrás (la coordinación entre clubes, el esfuerzo de equipos como Monumentaly o RMC para convertir una ciudad en un escenario sin que parezca un parque temático, el compromiso institucional y sobre todo el nivel técnico del coche que protagoniza el acto), se da cuenta de que hay algo más sólido aquí que un simple vídeo viral. No es sólo un piloto dándolo todo frente a la cámara, sino un trabajo coral para poner a Oviedo en el mapa con herramientas que, curiosamente, no tienen nada de “folklóricas” ni de limitadas a lo local. Hay ahí una estrategia que une espectáculo, tecnología y cultura automovilística de forma más inteligente de lo que parece a simple vista.
Si hablamos del GR Yaris, hablamos de un coche que ya no necesita demasiadas presentaciones entre los frikis del motor, e incluso aquí en espíritu Racer le tenemos bastante estima. La versión que ha utilizado Javi Villa, modificada por RMC y apellidada JV Performance, es una evolución directa de ese pequeño misil que Toyota desarrolló con la excusa de homologar su coche para el WRC. Lo que comenzó como una especie de capricho de ingenieros se ha convertido en el niño mimado de quienes saben lo que es disfrutar al volante. Gracias a su tracción total, su chasis afinado y ese motor de tres cilindros que suena y empuja como si fueran cinco, el GR Yaris es de todo menos un utilitario vitaminado. Es, en realidad, un recordatorio de lo que pasa cuando una marca como Toyota decide volver a hacer coches divertidos como antes, pero con la ingeniería de ahora.
RMC ha sabido exprimir esa base y adaptarla al tipo de conducción que exige una gymkhana urbana. No hablamos aquí de cifras de potencia o cronómetros, porque lo importante no era correr más que nadie, sino moverse con agilidad, precisión y estilo por una ciudad que, como muchas otras, no está pensada para que un coche de carreras la recorra dando espectáculo. Ahí entra en juego la parte más interesante de todo este proyecto: convertir el coche no en el fin, sino en el medio. Y hacerlo sin que pierda ni un gramo de credibilidad. Porque ese GR Yaris, aunque adaptado a lo visual, sigue siendo ante todo una máquina seria, capaz, y sobre todo coherente con la filosofía del evento. No es una carcasa decorativa, sino un coche real pilotado por un piloto real, haciendo cosas que requieren un nivel profesional al volante.
Un coche real para una ciudad que quiere mostrarse como es
Durante la gymkhana, Villa se fue encontrando con distintos colectivos deportivos: jugadores del Real Oviedo, representantes del Oviedo Rugby, jóvenes atletas del AD Omega, o incluso nombres propios como Eugenia Onopko o Álex Cardero. El formato permitía un tipo de interacción rara vez vista en este tipo de actos, donde el piloto no se limita a hacer su parte para luego desaparecer, sino que actúa como hilo conductor en una especie de recorrido emocional y técnico por la ciudad y sus referentes. Esa mezcla entre lo humano y lo mecánico, lo urbano y lo deportivo funciona precisamente porque no trata de esconder lo que era: una forma distinta de enseñar una ciudad y sus valores a través del motor.
Oviedo lleva tiempo buscando una narrativa propia dentro del mapa español que vaya más allá de los clichés turísticos y del discurso institucional, y en ese contexto, las iniciativas como la Gymkhana Hispana tienen mucho más sentido del que aparentan, porque no basta con pedir que una ciudad sea Capital Europea del Deporte: hay que demostrarlo, y sobre todo, contarlo de forma distinta. Que el coche elegido sea un GR Yaris, con todo lo que eso implica para los aficionados al motor, no es casualidad. Habla bien del gusto de los organizadores, pero también del tipo de mensaje que se quiere lanzar: moderno pero con raíces firmes, técnico pero con alma, espectacular sin ser hortera.
Puede que muchos vean en todo esto una maniobra de relaciones públicas, que lo es, pero cuando se hace bien, no hay nada de malo en ello. Si el motor sigue teniendo tirón entre las nuevas generaciones, si los coches aún son capaces de generar pasión más allá de los salones del automóvil, es gracias a iniciativas como esta, que saben jugar con los códigos actuales sin traicionar los fundamentos de lo que nos gusta. Por eso, aunque a muchos nos duela ver cómo se pierde cierta crudeza en favor de lo “multidisciplinar”, hay que reconocer que si esto sirve para que sigamos viendo cosas como Un GR Yaris a tumba abierta por nuestras ciudades, entonces bienvenido sea.
Jose Manuel Miana
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