Corría el año 2007 y Alfa Romeo necesitaba volver a enamorar a su público de toda la vida, así que tras décadas de luces y sombras, los de Arese decidieron mirar al pasado dorado de la competición para reconquistar a los gasolineros con corazón italiano. El resultado fue el Alfa Romeo 8C Competizione, una oda al diseño clásico de los 60 aunando con tecnología moderna. No era un coche para revolucionar el mercado, sino para recordar que Alfa también sabía hacer arte sobre ruedas, y vaya si lo sabían.
El 8C era una pieza de coleccionista antes incluso de tocar el asfalto, pero es lo normal en un cacharro diseñado por Wolfgang Egger y Daniele Gaglione en el Centro Stile de Alfa Romeo. Su carrocería de fibra de carbono, su línea musculosa y su trasera voluptuosa lo colocaban en una liga aparte porque no era una berlinetta al uso, sino más bien una escultura rodante. Una vuelta a las raíces. Un coche que parecía salido de un sueño de los años 60, pero armado con la mejor artillería del grupo Fiat de entonces.
Bajo ese capó abombado rugía un V8 atmosférico de 4.7 litros, fabricado por Ferrari y afinado por Maserati. El motor F136 (sí, el mismo que también montaban los GranTurismo y algunos Ferrari California) ofrecía 450 caballos con un sonido de ópera brava y una entrega lineal, casi analógica, como mandan los cánones. La caja era una automatizada de seis marchas con levas, algo dura en ciudad, pero perfecta cuando la carretera se retorcía.
De este 8C se fabricaron solo 500 unidades en versión coupé y 329 como Spider, entre 2007 y 2010. Hoy es objeto de culto, y no solo por su rareza, sino porque fue uno de los últimos Alfa Romeo verdaderamente pasionales antes de que llegara la dictadura del downsizing y el turbo.

Zagato entra en escena: el rediseño que nadie pidió, pero todos deseamos
Justo ahora, cuando el 8C ya estaba en la vitrina del recuerdo, aparece Zagato. El carrocero milanés, con más de un siglo de historia, ha trabajado con todas las grandes marcas italianas: Ferrari, Lancia, Fiat, Maserati… y, por supuesto, Alfa Romeo. Su firma está ligada a siluetas icónicas y carga esa mezcla de funcionalidad aerodinámica y líneas provocadoras que solo ellos saben manejar.
Zagato presenta ahora el Alfa Romeo 8C DoppiaCoda, una reinterpretación única y exclusiva del modelo original. Literalmente única, porque se ha fabricado una sola unidad, por encargo de un coleccionista italiano con muy buen gusto y, probablemente, una cuenta corriente nada corriente. El coche se ha desvelado en el Concorso d’Eleganza Villa d’Este, el salón más elitista del planeta para coches con pedigrí.
Lo que ha hecho Zagato no es un simple restyling, ni mucho menos un tuneo con pedigrí. Han cogido la base del 8C Competizione (su chasis de fibra de carbono, su tren motriz Ferrari-Maserati) y le han dado una carrocería completamente nueva, moldeada a mano, con su propio lenguaje estético. El resultado es… impactante. Es un coche que te hace mirar, y mirar, y mirar. Y cuanto más lo miras, más sentido cobra.

DoppiaCoda: el arte de cortar y redondear
El nombre del coche no es gratuito. “Doppia Coda” significa “doble cola”, y hace referencia al tratamiento que Zagato ha dado a la parte trasera del vehículo. Lo han hecho combinando dos de sus señas de identidad más queridas: la famosa “Coda Tronca” (cola truncada tipo Kamm-tail, muy usada en coches de carreras) y una caída más redonda y suave, más GT. Lo que podría haber sido una contradicción, en sus manos se convierte en una fusión armoniosa.
Andrea Zagato, presidente de la compañía, lo explicó con claridad: si se hubiese aplicado una Kamm-tail pura, la trasera habría resultado pesada visualmente. Así que para evitarlo, diseñaron un nuevo concepto al que llaman “ala tronca”, que es más equilibrado para un coche de esta categoría, y funciona. La trasera tiene fuerza, pero no pierde elegancia. Es un remate que parece esculpido por el viento.
La parte delantera también recibe cambios notables: los faros son más delgados, se integran con discreción, y el morro se alarga levemente, recordando a los Alfa 1900 SS de los años cincuenta. Toda la carrocería juega con curvas tensas, volúmenes marcados y una presencia que impone sin necesidad de levantar la voz. Es un coche que no necesita ser viral en Instagram, pero que si quiere lo es.
En palabras de Norihiko Harada, jefe de diseño de Zagato, esta reinterpretación es una pieza de alta costura automotriz. No exagera: estamos ante un coche que parece sacado de un desfile de moda milanés, donde la carrocería es el vestido y el V8 es la actitud.
Más que un coche, una pieza de colección
A nivel mecánico, Zagato no ha tocado nada (y mejor así). El motor sigue siendo el V8 atmosférico F136, con 450 caballos que van directamente al eje trasero. La caja de cambios sigue siendo la misma de seis velocidades con levas, sin artificios modernos ni híbridos a la vista. No hay pantallas, ni asistentes, ni filtros. Solo motor, tracción y diseño. Como tiene que ser.
Se podría decir que este coche es más Ferrari que algunos Ferrari actuales. Porque al fin y al cabo, el motor lo firma Maranello, la base técnica viene de Maserati, y el diseño lo firma uno de los carroceros con más solera de Italia. Alfa Romeo pone el alma, Zagato la silueta, y Ferrari la rabia. ¿Qué más se puede pedir?
Este 8C DoppiaCoda es irrepetible. Literalmente. No se van a hacer más unidades, ni versiones Spider, ni ediciones limitadas a 12 coches. Es una “one-off” encargada a medida, con todo el mimo del mundo. Y aunque jamás lo veremos circular por una carretera secundaria de Soria (más que nada porque probablemente no salga nunca del garaje climatizado de su dueño), su sola existencia ya justifica el amor por los coches bellos y bien hechos.
Algunos dirán que es una extravagancia, otros, que es un homenaje innecesario. Pero para los que llevamos gasolina en las venas, este tipo de locuras son las que mantienen viva la llama. El Alfa Romeo 8C DoppiaCoda no es solo un coche. Es una carta de amor a una época en la que el diseño no era esclavo de la aerodinámica, y el sonido del motor era más importante que el consumo y gustar a los de Bruselas.
Jose Manuel Miana
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