No son múltiples patrones. Las huellas sobre el polvo confirman el último uso de este deportivo italiano. Ni en circuito ni en carretera: el hogar de algún gato de granero. Ya, hablando en serio, lo interesante de este Fiat Abarth está en su estado actual. Nada de restauración previa, el coche va directo a su próximo dueño tal como lo ven. Una especie de antielegancia es este Fiat Abarth OT 1300 de 1966 que se subastará durante el Concurso de Elegancia Villa d’Este de mayo.
Aunque de arranque anticipo que lo primero a revisar tiene que ser el motor. Antes de enviarlo a su letargo de 37 años, el actual propietario, un hombre que sabía lo que quería –lo obtuvo en 1988 a cambio de otros dos italianos que poseía: un Ferrari Dino 246 GT y un Fiat Topolino 500–, le encargó a un piloto especialista de Abarth la reconstrucción del cuatro cilindros 1.3, que con sus 147 CV a altas revoluciones –8.800 giros por minuto– había convertido a este targa en una amenaza de finales de los sesenta.
Aquí, para conocer su pasado de competición, no hay que revisar en los libros ni en la documentación recopilada, basta con echar un vistazo al margen de arriba del parabrisas y hacer zoom sobre la calcomanía adherida, en la que, a pesar del paso del tiempo y la suciedad, todavía se alcanza a leer su reducto de gloria, una de las escalas más viscerales del Campeonato Mundial de Resistencia de siglo pasado. En tres ediciones consecutivas de la Targa Florio corrió este Abarth con chasis 0047, en las tres se clasificó finalista y en la primera fue que se quedó con el primer lugar de su categoría GT 1.3.

El Fiat Abarth OT 1300: La gloria polvorienta de un “matagigantes”
Una época en la que, por enfrentar rivales de mayor cilindrada, capacidades y prestigio, al “Omologata Turismo” 1300 se lo conoció como “matagigantes”. Durante la década de los setenta, entre venta y venta el coche siguió corriendo, pero en carreras de rallye. Sin embargo, es aquella tercera y última participación en Sicilia la que hoy convierte al deportivo en una suerte de cápsula del tiempo, porque el adhesivo, en el que se lee la firma del Automobile Club Palermo que certifica su inspección, es el de la edición 53°, la de 1969. Esa vez corrió pintado de un azul claro y con el 128 al frente y a los lados, como se ve en una de las imágenes publicadas por la casa Broad Arrow Auctions.
“Matagigantes”, un exótico “matagigantes”. Observen por encima del techo. El “Periscopio”, la salida de aire cuya función era liberar a los pilotos de las altas temperaturas generadas en el habitáculo, fue todo un sello en el prototipo deportivo, una marca registrada que puede reinterpretarse, pero no eliminarse. En 2024, cuando la marca del escorpión cumplió 75 años, lanzó una edición especial en homenaje al Fiat Abarth OT de los sesenta. Allí estaba, en ese moderno cupé deportivo amarillo denominado Abarth 1300 OT, el “periscopio” evolucionado a un diseño más discreto.
¡¿Cómo una simple calcomanía puede significarle un precio de privilegio?! Pues, ya conocemos el mundo de los coleccionistas. Aunque no sea este el caso, por estas especificaciones se puede llegar a pagar millones. No importa que el coche parezca venido a menos, es una pieza de alto valor, un exótico Abarth, de época, ofrecido con las características de la extinta Targa Florio, más allá de circunstanciales modificaciones que recibió a a posteriori.
Mauro Blanco
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