Avanza por Palos Verdes, California, con su gris carrocería y unas puertas tipo alas de gaviota que, aunque cerradas y sin desplegar, hacen que el coche, con el Pacífico de acompañante, se deslice en una escena para enmarcar y retener. En las cercanías de una ciudad como Los Ángeles no sorprende encontrarse con un clásico de tanto renombre como el Mercedes-Benz 300 SL Coupé. Sin embargo, las apariencias engañan a cada paso del vehículo, porque, aunque no parezca –o aunque lo parezca–, este ejemplar no es un Gullwing de raza.
Hay que tener ojo para darse cuenta con sólo echarle el golpe de vista que este 300 SL no es un Alas de Gaviota de pura cepa, porque, con su carrocería de fibra de vidrio y elementos como el paragolpes, la calandra y los emblemas tomados de un ejemplar original, hace méritos para emparentarse y hacerse pasar por uno. O simplemente alcanzaría con ir al chasis y apelar al sentido común con el cual deducir que ese no es el chasis del deportivo clásico. Si la duda persiste, se recomienda revisar el número de chasis grabado en el propio bastidor, así también como sobre una placa remachada al capó.
Entonces, la partida de nacimiento sale a la luz y se confirma que este Mercedes ha cambiado de identidad, pues, en realidad, se trata de una conversión realizada a partir del chasis de un Mercedes-Benz SLK 320 modelo 2001. De convertible a cupé, cuatro palabras que se ilustran gracias al aporte documental de la galería de imágenes de Bring a Trailer, que en febrero logró venderlo por 317.000 dólares, algo más de 290.000 euros al cambio actual. Nada mal para ser una réplica.

Prestarle atención al sonido o directamente levantar el capó son otros dos caminos directos hacia la revelación. Conciliador de dos épocas distantes, este ejemplar se viste de Gullwing, pero no corre como tal, porque no lleva consigo el M198 de seis cilindros en línea con que se movía el cupé. La metamorfosis, llevada a cabo en 2018 por el concesionario que lo puso a la venta tras adquirir el SLK en 2017, implicó conservar el motor original con que había salido de fábrica el convertible: el M112 V6 3.2 de 218 CV.
Y no es que no corra como un Alas de Gaviota únicamente por el accionar del V6 heredado del moderno descapotable, sino también por haber obtenido de éste la suspensión independiente en las cuatro ruedas –de doble horquilla adelante y multibrazo atrás–, la caja manual de seis, la dirección asistida y los frenos de disco ventilados asistidos por servo. Conciliador de épocas, pero también de lo técnico. Que los 2.400 milímetros de distancia entre ejes del Mercedes-Benz 300 SL Coupé coincidieran con la batalla del Mercedes-Benz SLK 320 hizo viable el proyecto.
A un Alas de Gaviota, un gris exterior acompañado de un acabado interior en tono camel suele ser garantía. Es una combinación recurrente en casas preparadoras de réplicas y personalizados. Este ejemplar no es la excepción y, al respecto, aquí entra en juego otro coche del pasado de la marca de la estrella. Los asientos no fueron tomados de un 300 SL, sino de su contemporáneo a cielo abierto. No del 300 SL Roadster, sino de otro roadster: el Merceres 190 SL.
¿Por qué regiones estará deslizándose ahora? ¿A qué lugareños estará engañando con su fachada e hipnótica farsa? ¿Cuánto manejo le habrá agregado su nuevo dueño a los 1.177 kilómetros que había acumulado desde su conversión y a los más de 60.000 que sumaba desde antes, cuando todavía se mostraba como aquel rojo SLK hoy perdido?
Mauro Blanco
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