La sustracción oficial: El controvertido experimento de Nissan con un Skyline R32 GT-R

La sustracción oficial: El controvertido experimento de Nissan con un Skyline R32 GT-R

El concepto exhibido en Tokio semanas atrás generó expectativas como para no perderle el rastro en el futuro próximo


Tiempo de lectura: 5 min.

Para los tradicionalistas, la última movida de Nissan en materia de proyectos atemporales puede que duela más que el Skyline rojo modelo 1991 robado meses atrás a la colección oficial de la sede australiana que opera en las cercanías de Melbourne. En un país en el que el Nissan R32 GT-R nunca dejó de ser una rareza a pesar de su fama internacional –por haber contado con apenas 100 unidades con especificaciones exclusivas para el mercado nacional durante el período de cinco años de producción que duró la generación–, confío en que nadie robaría un ejemplar de colección precisamente para profanarlo y retirarle lo más preciado.

La RB26DETT debe ser de las nomenclaturas más consagradas en la ingeniería japonesa. La fórmula que encontrábamos debajo del capó de los GT-R de octava generación, la que sobre su composición de seis cilindros 2.6 con doble árbol de levas y dos turbos fundaba el mito de su potencial, porque en su configuración más completa y extrema para las carreras casi que podía duplicar la máxima de 280 caballos que enviaba a las cuatro ruedas de los coches de carretera. La fórmula del éxito en los circuitos australianos que los locales lo bautizaran Godzilla. No, elijo creer en la poética de los responsables del hurto.

Lejos de hacer apología del delito, que no se me malinterprete. De hecho, ese Skyline del ’91 con matrícula GTR 091 era toda una reliquia en las instalaciones, una de las piezas históricas de la colección de Nissan Australia, nada menos que el primero de los 100 ejemplares GT-R. Entonces, menuda pérdida representa un absoluto despropósito. No, a lo que apunto en realidad es a imaginarme un escenario en el que la cordura y la ética de quienes se lo llevaron han prevalecido sobre la eventual necesidad de no dejar rastro alguno de su compostura original, incluyendo esto último la quita y el desarmado del seis cilindros.

Al no haber anuncios de indicios o certezas sobre su paradero, todo esto es pura conjetura. El escenario en el que los autores del robo demuestran respeto por la obra e integridad mecánica del Skyline R32 1991 es pura conjetura. Lo que nada tiene de conjetura es la paradoja por lo que sí ocurrió. ¿Pesa más la sustracción de un GT-R de vitrina ejecutada vaya uno a saber por quién o la sustracción del RB26DETT de parte de la propia Nissan para experimentar con motores eléctricos?

Nissan R32 GT R EV Conversion (2)

No tengo la respuesta, pero el interrogante, que bien podría reformularse a un qué genera que Nissan retire su RB26DETT para convertir al GT-R R32 en un EV, se abre al desencanto de los más puristas. Desde luego, las posturas no tienen por qué chocar y Nissan Australia, por ejemplo, podrá lamentarse por su pérdida mientras avala lo hecho por el departamento de Investigación y Desarrollo del fabricante japonés, pero me gustaría conocer la opinión más sincera de sus autoridades al respecto.

Viajemos por un momento a la exposición de Nissan montada en el Tokyo Auto Salon de enero. Así como a la central australiana le han entrado insólitamente, el stand de Nissan del Salón del Automóvil bien podría haber sido objeto de vandalismo e intervencionismo enfocado en ese Skyline de octava generación con pintura Gun Gray Metallic y convertido en concepto todo eléctrico con potencia combinada de 436 CV. Una gran placa de presentación en la que se leyera algo así como La sustracción oficial pondría en aprietos a los representantes de la marca y significaría un acto de justicia para aquellos que aman al R32 GT-R tal como se lo ha concebido en su tiempo.

¿Puntos a favor de la propuesta experimental de Nissan? Los hay y hay que reconocerlos. No es un típico revival cero emisiones como los que han proliferado en los últimos años, sino que conserva su apariencia original, a excepción de sus llantas aumentadas a 18 pulgadas como consecuencia de servirse de discos y pinzas de freno del R35 GT-R, sobre lo cual no tengo nada que objetar, un permitido coherente. Tampoco me opongo al kit de suspensión Nismo.

El hecho de que no sea esa típica y agotadora reinterpretación no significa que me desagradaría una eventual edición especial moderna del R32, siempre y cuando… Sí, adivinaron: siempre y cuando no sea eléctrica. Por otro lado, se difundió que para el controvertido y denominado Nissan R32 GT-R “EV Conversion” no hay planes de producción a la vista, a diferencia de modelos icónicos del pasado de otros fabricantes, modelos insultados con versiones de la nueva era para la calle que emanan mal gusto.

Nissan R32 GT R EV Conversion (1)

Puertas adentro he notado otro punto justo y aprobado, ya que el diseño original se respeta en líneas generales y sólo es acompañado de específicas actualizaciones como el agregado de una pantalla digital HD en el cuadro de instrumentos y la instalación de unos asientos Recaro personalizados.

Reconocidos esos acertados límites, la sustracción oficial ha sido tanto material como simbólica. El legendario 2.6 brilla por su ausencia debajo de su capó, pero también en todo lo que le transmitía al coche a la hora del manejo. En el universo de las versiones eléctricas de modelos de combustión que han dejado huella grande, ya no sorprende la fría lógica de reemplazar sensaciones reales por artificiales. Este concepto de Nissan, recurriendo al cambio de marchas simulado inspirado en el IONIQ 5 N y replicando el sonido del motor original por los parlantes de la cabina, pasa a ser un exponente más de la norma.

De sustracciones y sensibilidades. De eso han tratado estas líneas. No existe una verdad. Nadie tiene el indignómetro. Sin embargo, por más que seas Nissan, tu autoridad para llevar a cabo algo tan jugado ya no es total ni libre del más mínimo repudio cuando se pone en juego la integridad de un deportivo tan querido, así fuera un experimento sin pretensiones de llegar al cliente. La expectativa que genera saber cómo continuará esta historia, teniendo también en cuenta que se supone que parte de su propósito es el desarrollo de futuros vehículos eléctricos, ya está sobre la mesa.

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Mauro Blanco

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