El Volvo V70 Cross Country se presentó en 1997 con una propuesta interesante: combinar una carrocería familiar, con ligeras aptitudes camperas y una imagen específica e inspirada en esa idea de “coche aventurero”. Si no era la primera vez que se hacía algo así, sería de los primeros coches de este tipo, los cuales, deberíamos considerar como crossover.
A finales de los años 90, los SUV ya se habían dejado ver, pero todavía no dominaban las ventas de los fabricantes. Sin embargo, esa idea de coche algo más capaz fuera del asfalto ya estaba ahí y las interpretaciones empezaron a llegar al mercado. Audi, por ejemplo, lanzó el A6 Allroad, con un aspecto “más todoterreno”, suspensiones con distancia al suelo, tracción total… Una idea que ya había materializado Volvo dos años antes con el V70 Cross Country.
Volvo siempre ha sido un fabricante con mucha experiencia en carrocerías familiares y en coches con tracción total, podríamos considerarle un verdadero especialista en el tema –aunque ya no preste atención al segmento… – y no es de extrañar que la idea de combinar el concepto que se estaba poniendo de moda y una carrocería familiar, surgiera en la firma sueca. Y el resultado es bastante interesante, más que cualquier SUV, pues apenas se pierden prestaciones en asfalto –menos peso y por tanto, menos inercias, centro de gravedad cerca del suelo, consumos muy similares a la versión familiar normal y las mismas aptitudes off road–.
No obstante, el Volvo V70 Cross Country no era un coche con simple maquillaje, había un vehículo muy capaz bajo esa estampa. Montaba de serie un sistema de tracción total, el mismo que se montaba en el resto de la gama, equipado con un diferencial central viscoso y un diferencial autoblocante trasero. También incorporaba el sistema TRACS, que actuaba sobre las ruedas delanteras para evitar pérdidas de motricidad hasta velocidades de 40 km/h –trabajaba sobre los frenos–. Y ya, para rematar, el eje trasero tenía suspensión autonivelante y siempre mantenía la misma distancia respecto al suelo, aunque fuera cargado al máximo.
Estéticamente, el Volvo V70 Cross Country tenía algunos detalles como nuevos paragolpes o bacas más grandes sobre el techo, pero las protecciones de plástico todavía no se habían puesto de moda
Las suspensiones, como cabe esperar, se adaptaron para la ocasión y tenían algo más de altura, lo que permitía una mayor soltura fuera del asfalto, así como mayor capacidad de filtrado de las irregularidades en carretera. La prensa de la época, como la revista Autopista, afirmaba que la mayor altura con respecto al suelo no restaba eficacia en curvas rápidas, pero si afectaba un poco en zonas con muchas curvas, pues el coche tenía una mayor tendencia a subvirar. El inicio del giro también era un poco más lento y si se aceleraba en medio de la curva, el coche se iba recto.
Bajo el capó, había un corazón potente. El volvo V70 Cross Country montó, de primeras el cinco cilindros turbo de 2.453 centímetros cúbicos de carrera larga –83 por 90 milímetros para diámetro de pistón y carrera–, culata con doble árbol de levas y cuatro válvulas por cilindro, turbo “de baja presión” e intercooler, que rendía 193 CV a 5.100 revoluciones y 27,6 mkg entre 1.800 y 5.000 revoluciones. El cambio era manual con cinco relaciones –la quinta era claramente de desahogo, con 41,30 km/h a 1.000 revoluciones– y permitía que Volvo homologara una velocidad máxima de 215 km/h.
Las pruebas que se publicaron, también decían que ese motor, dada la capacidad de empujar que tenía, hacía del V70 Cross Country un coche muy divertido por caminos de tierra, aunque mejoraría con neumáticos mixtos, pues de serie, montaba cubiertas para asfalto –en medidas 205/55 WR16–.
Por supuesto, el Volvo V70 Cross Country era carísimo: 6.650.000 pesetas, 39.968 euros de 1997, poco más de 74.500 euros si añadimos el IPC hasta 2024.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS