Coche del día: Mercedes CLK500 Cabrio (C209)

Coche del día: Mercedes CLK500 Cabrio (C209)

Tenía un gran V8 atmosférico, pero la deportividad no era su objetivo


Tiempo de lectura: 3 min.

El Mercedes CLK500 Cabrio, es uno de esos coches que representaban la opulencia y l máxima distinción en el catálogo del fabricante alemán. Sin contar a las versiones AMG, era la máxima representación de la gama CLK y eso se notaba en cosas como el precio: 71.800 euros en 2003. Era caro, sí, pero también era un coche en el que había que pedir pocas cosas para completar el equipamiento y además, también se tenía un V8 bajo el capó…

Los coches descapotables tienen algo especial que siempre llama la atención. No importa el segmento, no importa si es viejo o es nuevo, un descapotable siempre resulta ser el centro de atención. Por un lado, la idea de viajar sin techo, al aire libre, genera muchos deseos, por otro, un descapotable siempre suele ser señal de que se tiene una buena cuenta corriente y, en ocasiones, a la gente le gusta mucho presumir. Y luego están las sensaciones que provoca conducir un descapotable, por supuesto.

Por lo general, los fabricantes que más descapotables ofrecen son los premium, pues son coches “de capricho”, que no todo el mundo se puede permitir. Menos aún si bajo el capó se esconde un motor V8 de cinco litros, como ocurría con el Mercedes CLK500 Cabrio. Obviamente, había opciones dentro de la gama mucho más asequibles, tanto a la hora de comprarlas como de mantenerlas –el V8 de cinco litros gasta mucho combustible, por ejemplo–, pero ninguna tenía el tacto, el sonido, ni los anderos del CLK500 Cabrio.

La imagen del CLK500 Cabrio no era demasiado llamativa, pero no había ninguna sobre la categoría del modelo con un simple vistazo

Mercedes CLK500 Cabrio (1)

El motor, como se ha dicho ya, era un V8 de cinco litros, concretamente, 4.966 centímetros cúbicos. Era atmosférico, con culatas de aleación, tres válvulas por cilindro, dos árboles de levas, taqués hidráulicos… Todo para rendir 306 CV a 5.600 revoluciones y 46,90 mkg –460 Nm– a 2.700 revoluciones. Era el mismo motor que se podía encontrar, por ejemplo, en el Mercedes S500, pero en esta ocasión, montado en un coche con un talante algo más dinámico.

No obstante, dinámico no quiere decir deportivo. El Mercedes CLK500 Cabrio es un coche de muy alta gama, lujoso, con un acabado a un nivel altísimo y unas prestaciones espectaculares, pero no es deportivo. Puedes conducir muy rápido e incluso atacar curvas con decisión, pero la conducción deportiva no era su objetivo. Los tarados de suspensión son suaves –que no blandos–, con la calidad de rodadura como principal argumento. Como curiosidad, la revista Automóvil contó que a poco que se superen ciertos límites y el coche cogiera algo de inercia, saltaban los arcos antivuelco y volver a dejarlos en su sitio era un verdadero engorro.

Aun así, el Mercedes CLK500 Cabrio era un coche muy veloz. Los 400 metros con salida parada los completaba en 14,81 segundos y los 1.000 metros llegaban en 26,73 segundos –llegaba a casi 202 km/h–. Los mismos ejercicios, pero desde 40 km/h en quinta, requerían 12,73 y 24,56 segundos, al tiempo que la velocidad máxima estaba limitad a 250 km/h y los consumos rondaban los 11 litros de media según datos del fabricante.

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Sobre mí

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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Soy un apasionado de los coches desde que era muy pequeño, colecciono miniaturas, catálogos, revistas y otros artículos relacionados, y ahora, además, disfruto escribiendo sobre lo que más me gusta aquí, en Espíritu RACER.

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