¿Por qué?: Una pregunta sin respuesta sobre el hallazgo de este Chevrolet Camaro 1990 jamás estrenado

¿Por qué?: Una pregunta sin respuesta sobre el hallazgo de este Chevrolet Camaro 1990 jamás estrenado

Este cupé americano es toda una cápsula del tiempo ¿premeditada?


Tiempo de lectura: 6 min.

El fin de semana que acaba de pasar nos ha entregado un evento crucial en el calendario de subastas norteamericano. Y sepan que lo que Mecum Auctions ha vendido al mejor postor en Kissimmee, Florida, difícilmente se vaya a repetir en los próximos años. No es una exageración, no estoy ensalzando el valor de este coche. Hay datos técnicos para destacar que enaltecen a este Camaro por sobre otros Caramos, pero sobre todo un notable antecedente y una serie de documentos que comprueban un pasado que genera ciertas preguntas y un por qué bastante grande.

Para empezar, no es un Camaro de tercera generación estándar. Es un Camaro IROC-Z, una versión con popularidad en Estados Unidos, creada para elevar el rendimiento, aumentar la potencia del V8 y llevarlo a las carreras. Pero el detalle es que se trata de un ejemplar de 1990, es decir, del último año en que se ofreció esta versión –el mayor punto de maduración, por lo tanto–, y es todavía más especial porque es uno de los apenas 62 ejemplares que recibieron el paquete 1LE, el que llevaba el rendimiento más allá con, por ejemplo, frenos de disco delanteros del Corvette y amortiguadores más resistentes.

“Es posible que este auto haya sido pedido para competencia, considerando las opciones que no tiene”, había reseñado la casa Mecum días antes de su subasta, sobre la cual sabemos que el coche fue vendido, aunque la página oficial no hace público el monto. La radio, los fatos antiniebla, las franjas y las calcomanías, algunas de esas opciones eliminadas, pero quiero detenerme en la deducción de Mecum, porque una cosa es un deportivo fabricado para competir, y otra muy distinta es que el coche haya encontrado tal destino.

Chevrolet Camaro 1990 (2)

Chevrolet Camaro IROC-Z 1LE 1990: La compra, una fugaz exhibición y el sueño profundo

Podemos responder a la pregunta sobre si este Camaro llegó a competir. No, jamás lo hizo, porque, a decir verdad, ni siquiera llegó a estrenarse, a pesar de que pasaron ya 35 años desde que salió de fábrica. Ahora bien, cuesta encontrar respuesta que explique el motivo por el cual este coche llegó a Mecum como toda una cápsula del tiempo, la razón por la cual despertó en una época distante a la suya, como Philip J. Fry en Futurama. Para este Camaro, su hallazgo de granero equivalió al fin de una larga congelación criogénica, salvo que no debió esperar un milenio entero para ver la luz, sino tres décadas y media. Pero, insisto: ¿Por qué? ¿Por qué se compró y su propietario lo congeló?

¿Por qué, por qué y por qué? ¿Qué motivó a Donald D. Toalston, entusiasta norteamericano, a conservar, en el sentido más literal de la palabra, este Camaro que hoy luce su recuperada pintura azul brillante metalizada? Porque esas seis millas y monedas que se registran en el odómetro no fueron producto de su manejo. He aquí la parte en la que comienza el mito. El momento de la compra y la llegada de este Chevrolet Camaro IROC-Z 1LE a la concesionaria un 4 de enero de 1990.

Ese día, desde la planta de fabricación del Camaro, el coche llegó a la Lavery Chevrolet, concesionaria local en Alliance, Ohio, ciudad natal del Donald Toalston, fallecido en febrero del 2024. Tras la inspección previa, el ejemplar no fue recibido por de inmediato por el cliente, sino que pasó dos semanas en la sala de exhibición de la concesionaria. Transcurridas esas dos semanas, el coche se dirigió al sótano del edificio del abogado de Toalston. Durante ese corto viaje fue que acumuló esas seis millas. Se compró, se retiró de la concesionaria, llegó a las manos de su comprador y, acto seguido, conoció una oscuridad de 34 años sin siquiera ser matriculado.

Chevrolet Camaro 1990 (3)

El hallazgo y un posible acto premeditado

En 2024, tras la partida física de Donald Toalston, el deportivo fue comprado a la familia por un coleccionista y despertó de su letargo. Con ayuda, éste se dirigió a la ubicación del Camaro y se llevaron la gran sorpresa cuando retiraron la lona que lo había protegido desde aquel enero del ’90: todo había quedado detenido en el tiempo. El interior, inmaculado, se revelaba tal cual había llegado de Lavery Chevrolet. Todo estaba allí, incluyendo la documentación. El motor V8, igual de intacto.

En un artículo de septiembre del año pasado en el que se detalla la recuperación de este Chevrolet, la revista Hot Rod plantea una suerte de excepción a la regla con relación a los hallazgos de granero: “Qué ocurre si un coche es comprado y escondido a propósito?”. En la misma nota, quien la firma da entender que el sueño profundo de tres décadas y media fue obra del propio Donald, al atribuirle a la “previsión” de éste el perfecto estado en que encontraron el coche. ¿Fue entonces un acto premeditado? ¿Quiso Toalston que su Camaron fuera una cápsula del tiempo? Pocas certezas, pero es lo que decidimos creer.

La certificación más valiosa

Además del manual de propietario y la hoja de fabricación en la que se detalla tanto el equipamiento estándar como el paquete de rendimiento y las opciones de eliminación de radio, calcomanías y franjas mencionadas –y un precio final de 16.779 dólares–, en la consola central se halló el que es muy probablemente el documento más valioso: una carta del propio Toalston que data del 22 de enero de 1990. En ella, le habla a un tal Mr. Starr –¿Su vendedor de la concesionaria?– y se confiesa. Es contundente y deja al descubierto las emociones generadas por el cupé que acababa de recibir.

Chevrolet Camaro 1990 (8)

“Es el coche más hermoso que he tenido”, sentencia en la carta y cuenta que ya poseía otro Camaro, un LT de 1987. En sus líneas aprovecha para exponer datos errados del manual de propietario y hasta se anima a proponer: “Ahora que el IROC-Z ya no está, ¿qué tal un ‘Súper Z’ o un ‘Camaro Super Sport’ para llenar el vacío con todas las cosas buenas del IROC?”. Al final, además de ir por más y pedirle un segundo ejemplar, se refiere a lo que había experimentado el día que lo retiró de la concesionaria: “Mi 350 (los caballos máximos del V8) tiene la potencia que no he sentido en mucho tiempo. Arranca como un 375/396 de 1960, es fantástico. Eso es lo que me hace volver a Chevrolet”.

Con el hallazgo del 2024, este Chevrolet Camaro 1990 volvió a los medios, a la revista MotorTrend, para ser exacto. Es que ya había aparecido en publicaciones de 1989, antes de su venta original. Éstas fueron las que motivaron a Toalston a quererlo: “Me convencí de que este era EL coche para mí”, se lee en la carta.

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Mauro Blanco

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