El Chevrolet “Supervette” conducido por un ex convicto desaparecido

El Chevrolet “Supervette” conducido por un ex convicto desaparecido

Este Corvette 1977, restaurado a nivel de concurso, destaca por las innovaciones que introdujo en las carreras norteamericanas


Tiempo de lectura: 6 min.

Como argentino y xeneize, no puedo más que deshacerme en elogios ante este Vette. Una combinación de colores que me interpela directo por acercarse a aquella distribución entre carrocería azul y capó amarillo que lucían los coches de carreras de Argentina en las competencias internacionales, por mantenerse esta bitonalidad en un tiempo ya pasado con mitos y leyendas de por medio, como la que cuenta que a finales de la década del ’40 el por entonces presidente del Automóvil Club Argentino avaló que se siguiera corriendo con esa apariencia por ser hincha de Boca Juniors; por recordarme al Maserati 4CLT con el que Juan Manuel Fangio obtuvo desde 1949 sus primeras victorias en carreras internacionales, las que acabaron catapultándolo a la escudería de Alfa Romeo en Fórmula 1.

Pero eso es solamente una cuestión personal, de arraigo a los colores, porque, en realidad, los atributos simbólicos y materiales de este notable y “único” Chevrolet Corvette poco y nada tienen que ver con cómo esté pintado por más atractivo que resulte su acabado exterior. Alrededor suyo hay bastante de prestigio histórico norteamericano y un prontuario –verán más adelante el sentido deliberado del término– que lo convierte en un vehículo innegablemente enigmático.

Un Corvette único en el mundo

Lo primero a decir es que este número 18, que actualmente revela una restauración en base a las especificaciones originales, es el segundo de los dos Supervette diseñados con bastidor tubular, un pionero para las carreras de finales de la década de 1970 en Norteamérica por utilizar este tipo de chasis y por las innovaciones que esto trajo en el automovilismo de la época. Debe su existencia, por un lado, a los cambios de reglamentación de la IMSA (International Motor Sports Association) de 1976, a partir de los cuales estos chasis empezaron a permitirse, pero también a la astucia de un referente de Corvette para que el deportivo de circuito evolucionara hacia la nueva estructura de inmediato.

Corvette IMSA (4)

No por nada, cuando falleció en 2014, John Greenwood fue definido como “el Corvettero consumado”, por el entonces director de operaciones de carreras de la IMSA. “Él solo mantuvo al Corvette compitiendo en los años 70”, sentenció Mark Raffau diez años atrás. Entonces tenemos aquí la gran fuente del prestigio histórico que rodea a este ejemplar. Ambas unidades se fabricaron por el equipo de Greenwood y la primera compitió en 1977, pero la segunda fue vendida a otro equipo, para el cual se optó por un cambio de diseño respecto del primero. Esto se hizo para bajar la resistencia aerodinámica y ser más veloz. Este ejemplar, el COV002, era el más aerodinámico de los dos.

Manejado por John Paul Sr., ex convicto y desaparecido al día de hoy

En los albores de la década de 1980, John Greenwood volvería a tomar el volante de su criatura en las pistas, pero considero la temporada 1978 como la más enigmática entre todas las que tuvo actividad este Supervette, porque ese año fue manejado por alguien que luego pasaría del automovilismo a estar privado de su libertad y, finalmente, desaparecer. Del ex convicto John Paul Sr. nada se sabe hoy, más allá de que han pasado casi 25 años desde su desaparición, pero lo que sí sabemos es que aquel número 18, tras adquirirlo bajo recomendación del propio Greenwood, fue llevado a los talleres de Paul, donde el cambio más notable fue el reemplazo del motor que traía por un big-block que…¡madre santa!

Allí se le instaló un motor V8 500 de aluminio con inyección mecánica de combustible y con herencia Can-Am. Un ocho cilindros tremendo, con una potencia que podía ir más allá de los 750 caballos y un par que superaba los 1.000 Nm. Números que ese año no se tradujeron en victorias, pero sí en resultados satisfactorios para JLP Racing: dos podios y tres ocasiones cruzando la bandera a cuadros entre los cinco primeros.

El “Supervette” 1977 hoy

En la actualidad, este Supervette luce una restauración de nivel de concurso, realizada, decía, en base a las especificaciones de aquella temporada ’78. Fue un trabajo exhaustivo el de Canepa, empresa con sede en Scotts Valley, a poco de San Diego y San Francisco, California. De tanto que trabajaron la carrocería de fibra de vidrio, el V8 500 de aluminio y el chasis. A este último entregaron, quizás, la mayor cantidad de horas y lo trataron como una verdadera reliquia. Cada pieza del bastidor de tubo hecha en cromo molibdeno, el gran secreto de su innovación en su época por ofrecer mayor rigidez, resistencia y ligereza, fue etiquetada y catalogada.

Corvette IMSA (1)

“Impresionante de ver en persona”, confiesan desde Canepa sobre las horas destinadas al tratado de los tubos de cromo molibdeno y, en particular, en referencia a la pintura gris metalizada que replicaron de la original, tras la etapa de lijado. No menor fue la restauración del V8 –según afirman, una reconstrucción completa para exprimir esos más de 750 caballos de potencia– y la mano que echaron en el sistema de suspensión y en los frenos, cuyas pinzas de magnesio fueron tomadas en su tiempo del Porsche 935: revisaron grietas, desmontaron, radiografiaron y adaptaron todo para que volviera a la configuración con la que había corrido en la temporada 1978 de la IMSA.

La galería de imágenes que ofrece Canepa en su sitio oficial no tiene desperdicio. Ofrecen un contraste entre sus días de gloria con el equipo JLP Racing en los circuitos norteamericanos y el estado actual. Tan minuciosa restauración merecía que se exhibiera cada detalle. Recomiendo entonces un recorrido por las fotos en su página oficial, allí verán el repintado en Baby Blue con amarillo en el capó y el alerón, además del chasis tubular al descubierto. Un coche que parece más que nuevo y no es réplica, sino un Corvette con historia sometido a horas y el talento de especialistas, un Corvette casi único en el mundo. Diría que, por las diferencias de diseño que recibió tras su fabricación en los años 70 con respecto al primer ejemplar, es un Corvette único en el mundo.

Más allá del coche en sí, encontrarse con ejemplares tan históricos y en perfectas condiciones como estos nos permite ejercitar la memoria y regatear al olvido de quienes dejaron huella. En este caso, el nombre y la leyenda de John Greenwood se ven reivindicados una vez más.

Corvette IMSA (3)
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Mauro Blanco

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