El BMW 120i fue una de las primeras versiones que se ofrecieron, cuando se inició la comercialización del Serie 1. Una opción que, curiosamente, se podía adquirir por el mismo precio que su equivalente turbodiésel, que resultó ser más potente, más rápida y, por supuesto, menos exigente con el gasto de combustible.
La Serie 1 de BMW se puso en circulación como reemplazo del BMW Serie 3 Compact, o eso al menos nos pareció a todos, pues el modelo desapareció del catálogo de la marca. Pero no solo eso, la cuestión era que el Volkswagen Golf y el Audi A3 tenían un enorme éxito y la firma bávara vio potencial para lanzar su propio compacto. Coche, por cierto, que tuvo un éxito inmediato a pesar de su polémico diseño.
Cuando se lanzó el BMW Serie 1, el jefe de diseño de la marca era el señor Chris Bangle, un tipo que desarrolló una de las generaciones más polémicas de la marca –aunque su pupilo, van Hooydonk, le superó tiempo después– y dio forma a un compacto que derrochaba personalidad y cierto aire a shooting brake. Y la característica que más famoso le hizo: era el único compacto de propulsión.
El BMW 120i era, al comienzo de las ventas, la opción de gasolina más prestacional de la gama. Una versión equipada con un motor de cuatro cilindros, 1995 centímetros cúbicos, dos árboles de levas en culata y cuatro válvulas por cilindro, sistema Bi-VANOS y Valvetronic, todo, para rendir 150 CV a 6.200 revoluciones y 20,4 mkg a 3.600 revoluciones. Unas cifras que llegaban al eje trasero mediante un cambio manual de seis relaciones, con desarrollos finales bien ajustados hasta la cuarta y una sexta algo larga –40,2 km/h a 1.000 revoluciones-.
La carrocería de cinco puertas no tenía una imagen tan “shooting brake” como la de tres puertas, pero mantenía todos los rasgos que hacían del Serie 1 un coche que gustaba o espantaba, sin término medio
Cuando se habla de un BMW, siempre se espera que, por prestaciones, esté entre los mejores, pero el BMW 120i se quedaba en la media del segmento, un detalle que fue un poco criticado. De hecho, según cuenta Daniel Cuadrado en una prueba publicada en la revista Autopista, el 120i no era tan deportivo como el 120d. El motor carecía de carácter y resultaba aburrido de conducir, aunque cumplía con todo lo necesario para ser un buen coche para cualquier usuario.
Por ejemplo, la velocidad máxima era de 217 km/h, el 0 a 100 km/h se completaba en 8,7 segundos y, por añadir un dato más, el 0 a 400 metros lo hacía en 16,85 segundos. En cuanto a consumos, la media de 7,4 litros se quedaba muy lejos de los menos de seis litros que anunciaba el BMW 120d.
Todo lo concerniente al bastidor, tales como suspensiones, frenos o caja de cambios, ofrecía un funcionamiento refinado y bien trabajado, más que suficiente para que cualquier usuario medio fuera incapaz de llegar a sus límites. Sin embargo, el coche pesaba 1.365 kilos, una cifra bastante elevada cuando el coche llegó al mercado, allá por 2003.
No sería el más rápido y su motor carecía de garra, pero era todo un BMW tanto por acabados como por calidades, detalle que se notaba en el precio: 28.600 euros, 44.787 euros si añadimos IPC hasta 2024…
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS