Coche del día: Jaguar S-Type V8 4.0 (X200)

Coche del día: Jaguar S-Type V8 4.0 (X200)

Era a lo máximo que se podía aspirar en los primeros compases de comercialización


Tiempo de lectura: 4 min.

El Jaguar S-Tyoe V8 4.0 fue, durante un tiempo, la máxima expresión del sedán británico. Lujo al más puro estilo inglés, por la nada despreciable cifra de 8.810.000 pesetas, 52.950 euros de 1999, 94.727 si añadimos el IPC hasta 2024. Un modelo con el que pretendía enfrentarse a coches como el BMW 540i –el e39– o al Mercedes E430 –el W210–, pero con un mayor nivel de lujo.

Ford, cuando tomó el control de Jaguar, no tardó mucho en poner en circulación nuevos modelos con los que llenar las arcas de la marca. No fueron pocos los que criticaron a los yankees por “vulgarizar” el sello británico, pero gracias a eso, Jaguar levantó el vuelo y tuvo una época interesante. Época que comenzó con la puesta en escena del Jaguar S-Type.

El lanzamiento del Jaguar S-Type tampoco estuvo exento de críticas, sobre todo por su diseño, excesivamente clásico para algunos, aunque claramente Jaguar para otros. Sea como fuere, el S-Type con motor V8 de cuatro litros fue, durante los primeros compases de su comercialización, lo máximo a lo que se podía aspirar en el modelo. Luego llegó el Jaguar S-Type V8 4.2 y el Jaguar S-Type R con sus 400 CV, y el V8 4.0 desapareció del catálogo.

Refinado en cuanto a funcionamiento y tacto de conducción, la búsqueda de rentabilidad de Ford provocó una pequeña decepción en quienes querían un Jaguar en su más pura esencia. Un coche que costaba cerca de nueve millones de las antiguas pesetas –muy antiguas ya… –, no podía permitirse tener tantos elementos de plástico en su habitáculo, el cual, debería estar repleto de piel y de madera. Al menos si podía presumir de ajustes, que resultaban mucho mejores de lo que nunca había ofrecido un Jaguar, aunque sin llegar al nivel de sus rivales germanos.

El diseño del Jaguar S-Type se inspiraba en modelos pasados, en el mismo S-Type de los años 60

Pero el lujo no solo tiene su razón de ser en los materiales y los acabados, el motor también influye sobremanera y por eso, el V8 de cuatro litros era la opción de todos aquellos que buscaban más distinción. El S-Type también se ofrecía con un V6 de tres litros –238 CV y 306 mkg– e incluso llegó a montar un turbodiésel, pero un V8 siempre ofrece ese extra, sobre todo uno atmosférico de 3.996 centímetros cúbicos.

Motor fabricado totalmente en aleación, con culatas de cuatro válvulas por cilindro y dos árboles de levas, que rendía 276 CV a 6.100 revoluciones y un par de 39,8 mkg a 4.300 revoluciones –y funcionaba con gasolina 95–. El cambio era obligatoriamente automático con cinco relaciones, cuyos desarrollos era un tanto particulares. Según Francisco Morillo, quien pudo probar el Jaguar S-Type V8 4.0 al poco de llegar a España para la revista Autopista, su escalonamiento era poco coherente, con las tres primeras marchas muy juntas y las dos restantes separadísimas entre sí –36,87 km/h a 1.000 revoluciones para la cuarta, y nada menos que 49,15 km/h a 1.000 revoluciones para la quinta–. Una configuración que provocaba una obsesión por bajar de relación a poco que se pisara el acelerador –asegura que hasta tres marchas–.

Es esperable que, con esas cifras de potencia y par, sea un coche rápido, y lo era, pero no tanto como sus rivales. La velocidad máxima era de 240 km/h, el 0 a 100 km/h lo hacía en 7,1 segundos, el 0 a 400 metros lo completaba en 15,87 segundos y los 1.000 metros con salida parada los hacía en 28,89 segundos.

Con la suspensión de serie, el Jaguar S-Type V8 4.0 era un coche de trazados abiertos y buen firme, dado su tarado blando que no sujetaba la carrocería como cabría esperar. Sin embargo, se podía montar la opción llamada CATS, una suspensión adaptativa de control electrónico, que convertía al sedán británico en un coche más neutro, aunque con cierta tendencia a sobrevirar.

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Sobre mí

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

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