Coche del día: Chrysler LeBaron GTC

Coche del día: Chrysler LeBaron GTC

Destacaba por el régimen al que obtenía sus 155 CV: 4.800 revoluciones


Tiempo de lectura: 4 min.

El Chrysler LeBaron GTC fue uno de los coches que la firma yankee trajo a Europa cuando decidieron que era buen momento para regresar al Viejo Continente. Un coche, a todas luces, puramente americano, pero que por ciertas características, como su tamaño o sus motores, tenía posibilidades de tener algo de repercusión en nuestro mercado.

Chrysler, antaño, tuvo cierto peso en el mercado, al menos en España, donde Barreiros puso en circulación algunos de los modelos norteamericanos ofrecidos por la compañía. Modelos como el Dodge Dart o el Chrysler 180, dos coches salidos de las instalaciones situadas en Villaverde –Madrid– que no contaron con el éxito esperado. No en balde, eran coches caros, lejos del común de los españolitos de aquellos años.

El Chrysler LeBaron GTC no se fabricaría en Villaverde, llegaría directamente desde Estados Unidos. Primero se vendió en Suiza, Francia y Alemania, para, un año después, desembarca en España, donde atesoraba una imagen muy exótica y exclusiva. En aquellos años –comienzos de los 90–, el Chrysler LeBaron era un coche muy diferente a lo que se podía encontrar no solo en España, sino también en Europa en general. Y no solo por su diseño –con especial mención a sus faros ocultos tras una cubierta retráctil– que desprendía claramente su origen estadounidense, sino por soluciones, materiales, colocación de los mandos…

De entrada, no era un coche barato, aunque comparado con los posibles rivales tenía un precio interesante. Chrysler pedía por el LeBaron GTC 3,2 millones de pesetas –3.164.340 pesetas, 19.019 euros sin IPC–, una tarifa por la que podías acceder a un Opel Calibra, aunque el LeBaron tenía tamaño respetable: medía 4.696 milímetros de largo y 1.739 milímetros de ancho, así un peso de 1.360 kilos, casi 200 kilos más que el mencionado Calibra 2.0 16v –que tenía una potencia similar al modelo yankee–.

No importa donde miraras, el Chrysler LeBaron GTC gritaba a los cuatro vientos su procedencia norteamericana

Chrysler LeBaron GTC

El LeBaron, cuando llegó a España, ya llevaba más de cinco años en el mercado, pues en Estados Unidos se puso en circulación en 1986. Sin embargo, en cuanto a equipamiento, no envidiaba a ningún modelo europeo de su época aunque tenía algunas lagunas bastante llamativas. Los asientos contaban con reglaje eléctrico y tapicería de cuero de serie en la versión GTC; sin embargo, había que pagar 192.000 pesetas por el aire acondicionado y 57.600 pesetas por los elevalunas eléctricos.

Llamativo también era lo que uno se encontraba bajo el capó del Chrysler LeBaron GTC. No había un clásico V8 yankee, había un motor mucho más convencional, con cuatro cilindros, culata de aleación con dos válvulas por cilindro y un árbol de levas por cabeza y, por supuesto, alimentación por inyección, con 2.501 centímetros cúbicos, de los que se extraían, gracias a un turbo, 155 CV a 4.800 revoluciones y 284 Nm de par a 2.400 revoluciones. No había otro motor con unas cifras semejantes en el mercado, sobre todo por lo pronto que se obtenía la potencia y por la elevada cifra de par, que se obtenía también a poco régimen. Era, como se suele decir, un motor “percherón”.

Para venderse en Europa se ofrecía con un cambio manual de cinco relaciones –con una quinta relación de larguísimo desarrollo: 42.7 km/h a 1.000 revoluciones–, que según contaba José María Cernuda en una prueba publicada en Motor 16, tenía un tacto excelente y destacaba por ser muy suave de accionamiento. De hecho, llegó a afirmar que “ya quisieran algunos coches deportivos europeos ofrecer esta suavidad, precisión y recorridos de palanca”. El automático era opcional.

Según cuenta el señor Cernuda, el Chrysler LeBaron tenía un comportamiento fácil y controlable, pero lejos de lo que entendemos en Europa que debe tener un coupé. Donde mejor rendía era en carreteras de trazado amplio y a ritmo tranquilo. Además, tenía un diámetro de giro enorme y era incapaz de girar en menos de 13 metros.

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Sobre mí

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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Ingeniero de profesión, la mayor pasión de mi vida son los coches desde que era un chaval. El olor a aceite, gasolina, neumático...hace que todos mis sentidos despierten. Ahora embarcado en esta nueva aventura, espero que llegue a buen puerto con vuestra ayuda. Gracias por estar ahí.

Javi Martín

Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".

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La historia del automóvil está llena de grandes emprendedores, de ideas arriesgadas, curiosas casualidades, irreconciliables enemistades y muchos fracasos. Es un mundo intenso y fascinante del que muchos hemos quedado cautivados. Cualquier vehículo con un motor me parece interesante, ya sean motocicletas, automóviles, camiones, aviones o barcos; es estupendo sentir la brisa del viento en la cara sobre uno de ellos. Si estáis aquí es porque compartimos afición.

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