Se los había prometido en un artículo anterior sobre un codiciado Bugatti Chiron Super Sport 300+. Andy Wallace, el piloto gestor de aquellos 490 km/h registrados en la pista de pruebas del Grupo Volkswagen en Alemania. El mismo Andy Wallace que supo inscribir su nombre en los libros de las 24 Horas de Le Mans. Para Jaguar, un sujeto que ha acrecentado la historia de la firma en los deportes de motor. Para Jaguar, que en la década de los cincuenta se había empalagado, despachándose con cinco triunfos, volver a lo más alto después de más de 30 años no era algo menor.
¿Qué pasó aquel sábado 11 de junio de 1988? Es lo que todavía me estoy preguntando. Justo Porsche, que venía de siete trofeos en fila, que de los últimos 12 Le Mans había conquistado 10. Perder de la manera en que lo hizo, los insólitos e inentendibles motivos, puede que estén a la altura del logro propio de Jaguar cuando toca rememorar la 56° edición. El mérito del equipo británico nunca estuvo en discusión, la posibilidad de imponerse siempre estuvo allí, latente, más cuando el XJR-9 número 2 y su V12 7.0 tomó la segunda ubicación en la chicane Indianapolis. No, la singularidad de esta carrera parte de una clasificación sin despeinarse para el Porsche 962C liderado por el alemán Hans Stuck. El número 17 se había hecho de la pole y de la vuelta más rápida.
Un dominio que Porsche confirmó adentrada la carrera, a pesar de algún contratiempo de tráfico como el sufrido por Stuck en Mulsanne. Un paso en falso aprovechado por el número 2, que entonces se apropió del liderazgo. Pero aún habiendo cedido a la presión, la punta podía volver a Porsche en cualquier momento. Nada fuera de las posibilidades de una carrera de resistencia, nada fuera de lo aceptable, había sucedido… hasta la secuencia que lo cambió todo. La punta volvió a los alemanes a causa de la primera parada en boxes del número 2. Atención aquí…
Una vuelta después, el equipo de Porsche también se puso a trabajar en los pits, pero no únicamente con el número 17, sino también con el Porsche 962C del francés Bob Wollek, el número 18. ¡Los dos Porsche, que venían pegados uno atrás del otro, entraron a boxes al mismo tiempo y se interpusieron entre sí! Fue el antes y el después, un viaje de ida al caos y sin retorno: tras 192 giros, el número 18 quedaría fuera de competencia por la noche, mientras que el 17 ya había perdido cinco minutos por repostaje cuando, en su desesperación por alcanzar al número 2 –con el británico John Dumfries al volante en reemplazo del piloto líder, el neerlandés Jan Lammers–, se quedó sin combustible. A pesar de todo esto, la lucha por el primer lugar acabó siendo algo ajustada, con el 17 recuperando terreno al punto tal que acabaría la carrera con la misma cantidad de vueltas que el Jaguar.
El momento de los boxes y el final, en el video de los colegas de Motorsport TV
Los testigos en completo júbilo fueron, en definitiva, los fanáticos de Jaguar. En el capítulo de esta edición de 1988 emitido como parte del ciclo de Motorsport TV sobre las 24 Horas de Le Mans, se ve cómo la marea humana corre hacia el Jaguar número 2 e invade la pista apenas cruzada la bandera a cuadros. El dato que aporta la narración es para destacar: 70.000 británicos que llegaron a La Sarthe para acompañar, celebrar y, claro, presenciar aquella infantil estrategia de quienes siguen siendo hoy –y lo eran en ese entonces– los más ganadores en la historia de la carrera.
Mauro Blanco
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