El Rover 827 Sterling 2.7 V6 tenía mucho de Honda y poco de Rover, ¿o quizá era al revés? La verdad es que Rover supo sacar provecho de su acuerdo de colaboración con la firma japonesa y puso en circulación algunos de sus mejores modelos. El Rover Sterling, como se le conocía oficialmente en España, era el máximo exponente de la compañía británica y lo demostraba con una línea sobria y tradicional, aunque no falta de encanto.
A finales de los 80, la británica Rover y la nipona Honda, tenían un acuerdo de colaboración para el desarrollo de modelos en varias categorías. De ese acuerdo salieron coches como el Rover 200 y el Rover 400, pero también se creó la serie 800, que tenía en el Rover Sterling uno de sus versiones de mayor representación y prestancia. Solo había que echar un ojo a su diseño, tan sobrio como equilibrado y agradable por volúmenes y formas.
Rover nunca contó con diseños muy rompedores, pero tampoco se puede tildar sus coches de feos o poco equilibrados, la elegancia británica siempre ha premiado sobre otras consideraciones y por lo general, se huía de soluciones poco naturales o rebuscadas. Con el Rover Sterling se ofrecía todo o que se esperaba de un sedán británico de 4,78 metros de largo, combinado con un motor de origen Honda de funcionamiento extremadamente suave.
Estilo británico y motor japonés, una combinación que lo tenía todo para triunfar
Dicho propulsor, fabricado por Honda, tenía 2.675 centímetros cúbicos, culatas multiválvulas con dos árboles de levas cada una y bancadas colocadas a 60 grados. Los datos oficiales anunciaban 177 CV a 6.000 revoluciones y 23,2 mkg a 4.500 revoluciones, que se enviaban a las ruedas delanteras mediante un cambio manual de cinco relaciones. Por datos técnicos, estaba al nivel de los V6 europeos, que con cubicajes de entre 2,5 y tres litros, rendía entre los 160 y los 190 CV.
Hay algunos datos curiosos del Rover Sterling con motor V6, como sus ruedas. Comparadas con las de cualquier coche de similar tamaño actual, son realmente pequeñas: 195/65 VR15. No obstante, los 1.414 kilos de peso y el potencial del motor no hacían necesario más rueda, ni siquiera por imagen, ya que presentaba un perfil muy coherente en la relación tamaño de ruedas y carrocería.
La revista Autopista, en el número 1.570 –agosto de 1989–, enfrentó al Rover Sterling con el Renault 25 V6 y el Citroën XM V6, una comparativa de lo más interesante donde el modelo británico destacó por su talante frente a los franceses, el cual, resultaba más deportivo y dinámico. Una personalidad que estaba provocada, principalmente, por su motor multiválvulas, que invitaba a conducir a un ritmo alegre por su facilidad para ganar régimen y por la entrega de potencia y par. El manejo del selector del cambio era otro argumento a favor de la conducción del Rover, pues lo tildaron de suave y muy preciso –nada fuera de lo normal, era un cambio de origen japonés… –.
Había más argumentos a favor del Rover Sterling, como el equilibrio de la suspensión entre confort y eficacia, pero quedaba un poco enturbiado por una dirección excesivamente asistida. El precio tampoco era su mejor baza, pues con una tarifa de 5.460.000 pesetas –32.815 euros sin IPC– le colocaban por encima de sus más directos rivales. Eran casi 1,2 millones más caro que el Renault 25 y “medio kilo” más caro que el Citroën XM V6.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS