¿Es momento oportuno para hablar de los monoplazas de Ferrari? Es momento. En un pasaje de temporada sólido para los de Maranello y con chances concretas de obtener el título de constructores después de 16 años de sequía, a la casa RM Sotheby’s se le ha dado por anunciar la inminente subasta de uno que, si bien no fue campeón mundial, se las ingenió para dejar su huella en el recuerdo de los tifosi.
Ciudad de Nueva York, jueves 14 de noviembre. Es la fecha señalada para que comiencen las ofertas y sepamos quién ha dado más por el último Ferrari de Fórmula 1 pilotado oficialmente en competición por Michael Schumacher: el Ferrari 248 F1 2006. Cuando digo que se las ha ingeniado para dejar su huella en la pista es porque, para empezar, hablamos de uno de los pocos chasis de la Scuderia que obtuvo con el alemán al volante al menos cinco Gran Premio.
El San Marino GP, el Gran Premio de Europa, el Gran Premio de Francia, el Gran Premio de Alemania y el Gran Premio de Estados Unidos fueron en los que Schumacher acabó en primer lugar con el mismo 248. Vaya postal la del siete veces campeón en el podio de Indianápolis, levantando el trofeo en lo más alto, con Felipe Massa a su derecha, el italiano Fisichella a su izquierda y, debajo, el chasis 254 sobre la plataforma colgante. Aquel triunfo en Norteamérica, con pole y vuelta rápida en el pack para un fin de semana completo, fue bastante más reconfortante que el de un año atrás en el mismo escenario, aquel GP de Estados Unidos que terminó siendo, al final de temporada, la única victoria de Ferrari en 2005.
Claro, una nueva era mecánica se avecinaba, por lo que los cañones del equipo italiano, a esa altura del año y con el decepcionante desempeño del F2005 –apenas ocho podios entre Schumacher y Barrichello–, se apuntaban ya al coche sucesor que debía estrenar motorización por nuevas regulaciones de la FIA. Nada que no ocurra por estos días, pues pregúntenle, si no, a Adrian Newey, quien en el umbral hacia el segundo trimestre del 2025 comenzará a desarrollar el monoplaza de Aston Martin que competirá en 2026 bajo las futuras normativas aerodinámicas.
Tiempos en que las cilindradas bajaban, pero los coches seguían sonando. Del V10 de tres litros al V8 2.4 del 248 F1 2006. ¿La particularidad? La Scuderia Ferrari no montaba un ocho cilindros en V en Fórmula 1 desde el doble título –piloto y constructores– en 1964. El Gran Premio de San Marino, sede del debut de este ejemplar, el quinto de los ocho construidos para la temporada. Fernando Alonso vio desde su segundo lugar cómo el 254 se estrenaba con el pie derecho. En carrera y en clasificación. No cualquier clasificación, sino la que llevó a Schumacher a superar el récord de 65 pole positions que hasta ese entonces compartía con Senna, quien también lo había obtenido en Imola, en aquel fin de semana que es mejor no recordar.
Por ser el último gran Ferrari manejado por Schumacher como piloto de Fórmula 1, por haberle dado el récord de pole al alemán, por haberle dado la última pole de su carrera –la 68° llegó en el Gran Premio de Francia de aquella temporada–, por salir a la venta por primera vez desde que el actual dueño se lo compró a la propia Scuderia en 2007, por conservar su figura original intacta de aquel 2006 a esta parte y, vaya atractivo para quien se lo quede, por llevar toda la mecánica original que lo hizo lucirse por los circuitos del campeonato mundial –sí, el mismo V8 y sus 785 caballos, la misma caja de cambios de siete velocidades y el certificado Ferrari Classiche Red Book que posee desde el 2008 y que lo comprueba–, este 248 F1 con número de chasis 254, del que aún no se conocen valores de ofertas estimados de parte de Sotheby’s, claramente no es un monoplaza más.
Mauro Blanco
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