La revelación del Model D me llevó a repasar lo mejor de los últimos años de Pininfarina –todos coches, nada de utilitarios forzados– y, durante el análisis hacia el ranking final, me resultó inevitable ir más allá en el tiempo. De haberles propuesto un resumen de la obra completa, probablemente hubiera incluido al Ethos 2, la prueba definitiva de que, en ocasiones, las segundas partes pueden ser las mejores.
Por años, el estudio italiano ha hecho de lo absurdo una fortaleza debido a su alto grado experimental. El Ethos 1 spider es la prueba. De inmediato presentó al hermano cuerdo. Fue en el Salón del Automóvil de Ginebra 1993. A metros del Ferrari 348 Spider y del Bugatti EB112 –¡vaya rareza la de aquel concepto de Italdesign, que con una extraña y bipolar silueta nos traía de la era clásica el mítico 57S Atlantic 1936!–, el Ethos 2 confirmaba a los presentes la destreza y el minimalismo de su carrocería cerrada, particularmente la evolución del panel lateral sobre el eje trasero y lo limpio de sus superficies. Observen, por ejemplo, el frontal.
Menos de cuatro metros de largo, 1.660 milímetros de ancho, un motor orbital de dos tiempos y dos cilindros –desplazamiento de 800 cc–, una potencia de apenas 55 caballos, un peso de 750 kg, un consumo de combustible a 120 km/h de apenas ¡2,7 litros por cada 100 kilómetros recorridos! y unas líneas coupé aerodinámicas y eficientes. Al Ethos 2 no le faltaban configuraciones comprometidas con la sostenibilidad. A pesar de ello, con su velocidad máxima de 200 km/h, su tracción trasera y su ya mencionado diseño probado en el túnel de viento más famoso del mundo, se las ingeniaba para demostrar rendimiento y conducción en carretera para nada despreciables.
Lo hemos visto en televisión –apareció en FuturCar, un documental del 2007 que se planteaba por aquel entonces sus posibles escenarios automotrices a partir del 2030–, pero nunca en las concesionarias. ¿Se imaginan un coche de sus características en las actuales factorías? Claro que más de 30 años después de su presentación, habría que acondicionarlo con la seguridad necesaria para homologarlo, pero sólo citaré el siguiente fragmento: “lo más importante es que el Ethos disipa el mito de que un automóvil deportivo no puede ser exótico y estar a tono con el nuevo entorno automovilístico que se despliega ante nosotros”.
Un pasaje que se pudo leer en septiembre de 1992 en la revista Green Car Journal. El artículo, notarán por la fecha de publicación, comparte las sensaciones de la prueba de manejo del Ethos 1, lo cual nos sirve de todos modos, dado que la trilogía –el Ethos 3, un concepto de urbano compacto de 1994– fue desarrollada bajo ese mismo propósito de la eficiencia. Entonces, lo que tenemos es una apreciación atemporal que bien podría caber en nuestra era. Habría que ver, insisto, qué tan a tono con el “entorno automovilístico” del 2024 estaría con todo el equipamiento que debería llevar una hipotética versión de calle. Ya quisiéramos ver a los fabricantes arriesgarse por dos cilindros y un peso como el del Ethos 2 en la búsqueda actual de la descarbonización.
Redaccion
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