En la tierra de las aletas traseras, pocos modelos han sido tan sutiles y originales como el Pontiac Firebird Trans Am de tercera generación. El de su zaga, un concepto en sí mismo que se potencia apreciando el coche de perfil. Esto no fue excepción en la versión GTA –Gran Turismo Americano– de la segunda mitad de los años ochenta, una propuesta por demás fiable por el hecho incorporar la inyección de combustible, que recibía su motor V8 con cilindrada aumentada a 5.7 litros –el sistema Tuned-Port Injection para cumplir con las normativas de emisiones de la época– y no resignar necesariamente potencia. Sus 235 CV lo confirman.
En estilo y en plataforma, este ejemplar es exponente del avance que le ha significado a la General Motors la tercera generación. En lugar de carrocería sobre bastidor como se producía el Firebird antecesor, este Trans Am ya partía de un chasis monocasco. Por otra parte, al ser un Pontiac Trans Am 1989, la tercera generación ya estaba asentada en el mercado. Eso sí, para los puristas de la caja manual, mejor si se abstuvieron de poner el ojo en este ejemplar vendido en 2024, pues la versión GTA sólo se ofreció con transmisión automática.
Además de las muy buenas críticas de la prensa especializada que recibió en su momento y de haber sido nombrado “Mejor GT deportivo” cuando se lanzó, este ejemplar en particular cuenta con dos atributos elementales que quisiera destacar a continuación, razones por las cuales, al margen de lo dicho sobre los puristas de la manual, considero que habría valido la pena adquirirlo.
Tres décadas y media pasaron desde su salida de fábrica hasta su aparición en subasta el año pasado y, sin embargo, los números de su odómetro confirmaban un manejo austero. Claro que un Pontiac Trans Am con esta consagrada configuración amerita el cuidado que ha tenido durante esos 35 años, por lo que no sería lógico el uso que se le da a cualquier coche “terrenal”. Ahora bien, toca reconocer que no deja de ser un kilometraje bajo. Y en este caso es acertado hablar de kilometraje y no de millas, pues es la unidad que figura en su cuadro de instrumentos: 27.135 km acumulados desde su venta en el Carter Pontiac de Vancouver, Canadá, hasta su desembarco en Las Vegas en búsqueda de un nuevo dueño, quien vaya uno a saber el tipo de trato que le ha estado dando durante los últimos 12 meses.
Por otra parte, de todo lo que engloba a este ejemplar, lo más importante a tener en cuenta es su alto nivel de originalidad. Cuando nos encontramos con modelos con tantos años a cuestas, lo más normal es descubrir en ellos períodos de restauraciones y un pasamanos de propietario a propietario. Este GTA lejos ha estado de todo ello.
Tal como lo anunció Mecum Auctions en su momento, el estado de este Pontiac Trans Am 1989 es completamente original y no ha conocido ningún tipo de modificación. Su 5.7 TPI, su caja automática de cuatro velocidades, su pintura negra, su techo corredizo –de tipo T-Top, todo un sello de los Firebird–, las funciones eléctricas tales como las cerraduras y el accionamiento de las ventanillas… Un GTA que, hasta su aún reciente venta, no había conocido otra más que la de la concesionaria y que, de allí en adelante, se lo había pasado cuidando su salud en la cochera de quien, finalmente, decidió decirle adiós.


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Mauro Blanco
Veo arte en los coches y en sus diseños una potencia que va más allá de las cifras. Ex conductor de Renault 12 rojo modelo 1995 de épicos e imprevisibles episodios, al que recuerdo por la hostilidad de su volante, pero, sobre todo, por nunca haberme dejado en el camino.COMENTARIOS