El Peugeot 208 GTi fue, en su momento, uno de los utilitarios deportivos más rápidos y hasta cierto punto, radicales. Los utilitarios deportivos se desmadraron un poco y durante la segunda década del Siglo XXI y alcanzaron un poco un poco extremo, como es precisamente el caso del 208 GTi y sus 200 CV procedentes de un motor turboalimentado.
La firma francesa comenzó su saga GTi con aquel ya mítico Peugeot 205 GTi, para luego aumentar la presencia de modelos con cada generación, pero no solo de la serie 200, los utilitarios, sino con todos, también con los Peugeot 309 GTi, los Peugeot 306 GTi, Peugeot 307 GTi y por supuesto, los 308 GTi.
Entre los utilitarios, la saga ha seguido el mismo camino y el Peugeot 208 GTi ha sido el último de ellos, aunque ha sido un final de saga más que interesante –después del 208 GTi que protagoniza estas líneas, Peugeot no ha vuelto a poner en circulación ninguno más–. Para empezar, el motor, un 1.6 turbo de carrera larga –77 milímetros de diámetro y 85,8 milímetros de carrera de pistón–, inyección directa, turbo e intercooler, capaz de rendir 200 CV a 5.800 revoluciones y 275 Nm de par a 1.700 revoluciones.
Con 200 CV, los utilitarios deportivos se convirtieron en auténticas bombas, con capacidades para dejar atrás en carreteras de montaña a coches de mayor calibre. Solo sirva como ejemplo que el Volkswagen Golf GTI V tenía 200 CV y a pesar de todas las alabanzas que se ganó, era más grande y más pesado. El 208 GTi indicaba en ficha un peso de 1.235 kilos, lo que permitía tener una relación peso-potencia de 6,1 kilos por caballo.
Como todo Peugeot Sport, cuando aparecían las curvas demostraba que podía ser extremadamente rápido, pero su diseño y el puesto de conducción fueron bastante criticados
Estéticamente, como solía ser normal en Peugeot, las diferencias eran mínimas con respecto al resto de versiones, a excepción de una de las decoraciones, que adoptaba la imagen del prototipo que adelantó la llegada de esta versión. Consistía, básicamente, en pintar la carrocería en dos tonos, pero en lugar de dividir el coche de forma longitudinal –con la parte superior de la carrocería de otro color– lo hacía transversal y se pintaba en contraste la parte posterior de la carrocería, a partir del pilar C.
Las opiniones con respecto al coche fueron de todo tipo y no hubo medias tintas, y gran parte de culpa la tenía el ya característico puesto de conducción de la marca y su minúsculo volante. Eso y que, curiosamente, hubo quien se quejó porque solo estaba disponible con carrocería de tres puertas. ¿Desde cuándo es malo que un coche con talante deportivo tenga solo dos puertas laterales?
Sin embargo, donde todos estuvieron de acuerdo fue en que el Peugeot 208 GTi corría, y corría mucho. Era capaz de enlazar curvas a un ritmo de locos y era muy preciso, aunque le faltaba algo de agilidad.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS