Hace un puñado de años –no recuerdo exactamente cuando– se dijo, desde la división estadounidense de Nissan, que los SUV perderían cuota de mercado y que los sedanes recuperarían ventas. Declaraciones que estarían, seguramente, basadas en datos de aquel mercado y de aquel momento, porque, para ser sinceros, parecen comentarios sin mucho fundamento. Los SUV han logrado copar cerca del 50% de las ventas en Europa y no parece que las cosas vayan a cambiar próximamente, más bien lo contrario. Ya hemos sido testigos del adiós de ciertos modelos cuyo peso en el mercado siempre fue muy importante porque no son tan rentables como sus hermanos “todocamino”. De hecho, en España, uno de los coche más vendidos es un SUV, y uno del segmento B: el SEAT Arona, que ha superado las 21.000 matriculaciones en 2023.

Desde que SEAT ofrece varios SUV en el catálogo, los antiguos best seller, como el SEAT Ibiza y el SEAT León, han perdido, año tras año, peso en los resultados anuales. Primero llegó el Ateca, que fue un éxito desde el primer día, para, después, ceder el trono al Arona, que casi ha borrado al Ibiza de los primeros puestos. Y decimos, casi, porque el Ibiza mantiene una buena posición en las cuentas de la propia marca como segundo modelo más popular. No en balde, el Ibiza es uno de los estandartes de SEAT desde su primera entrega, aparecida allá por los años 80, y eso le permite tener una imagen y un caché que los usuarios conocen.

Aun así, ¿por qué el Arona se vende tan bien en España? ¿Qué tiene este coche para que sea tan popular? No podemos olvidar que no es la primera vez que el SEAT Arona lidera las ventas en nuestro país, y aunque desde el punto de vista de un aficionado, quizá, no tenga mucho interés, parece ser que para el resto de usuarios ofrece algo que los demás no vemos. Y esto lo digo desde la posición de alguien que ve los coches como algo más que una simple herramienta, y que, además, suele huir de las modas y las tendencias – hasta cierto punto, obviamente–. Además, también lo digo desde el punto de vista de alguien que no acaba de comprender el brutal éxito de los SUV. Por lo general son más caros, su conducción no la encuentro tan buena como la de un turismo convencional y tampoco veo ventajas realmente grandes– cuando las hay–.

Motor pequeño, pero de buenos resultados

Sea como fuere, y siendo totalmente justos, los SUV actuales son mucho mejores de lo que algunos quieren reconocer, incluso en el apartado dinámico, y después de conducir durante cientos de kilómetros todo tipo de SUV – a falta de algunos especialmente deportivos–, tengo claro que es mejor no juzgar un libro por su portada, a pesar de que, en ocasiones, es un poco inevitable. Así pues, aunque el Arona ya pasó por nuestras páginas digitales cuando la marca presentó el restyling, hemos vuelto a solicitar una unidad para refrescar las sensaciones y volver a analizar el modelo. Y por suerte, SEAT nos prestó una unidad, que representa una de las opciones más populares, un Arona equipado con el motor gasolina 1.0 TSI de 110 CV combinado con el cambio DSG y el acabado X-Perience XXL – el X-Perience es, por así decirlo, el acabado más campero y el XXL, el más completo–.

“El acabado X-Perience trae consigo un paragolpes específicos con los antiniebla circulares a media altura, que le sientan muy bien“

La vez anterior nos prestaron un Arona con el bloque 1.5 TSI EVO de 150 CV y acabado FR, y debo reconocer que ahora, tras probar esta unidad de 110 CV, me cuesta justificar la compra de la versión con 150 CV sin caer en cuestiones de gustos personales. Yo me decantaría sin dudarlo por el motor más potente, pero por temas personales – me gusta tener reserva de potencia y la sensación de empuje de un buen motor turbo–, pero si lo analizo desde un punto de vista más lógico y práctico, el 1.0 TSI de 110 CV ofrece un rendimiento suficientemente bueno para cubrir cualquier necesidad con soltura. Además, el funcionamiento general del conjunto motor-trasmisión es muy agradable, tanto por suavidad como por entrega de potencia y sensaciones. Y para colmo, los consumos acompañan con cifras contenidas incluso cuando abusamos del acelerador. Rara vez llegué a ver más de 7,5 litros en el ordenador, y que conste que lo intenté.

Siempre he sido bastante escéptico con estos motores tan pequeños. Cuando se comenzó con el downsizing, el funcionamiento de los propulsores, cada vez más pequeños no era del todo gratificante. A bajo régimen había poca fuerza, y si subías mucho de revoluciones mandabas al garete las teóricas ventajas de su contenido tamaño con unos consumos que no justificaban su existencia. Ahora ya no te encuentras con esas cosas, los fabricantes han logrado un buen rendimiento general, sobre todo en el caso de los mild hybrid. De hecho, llegué a pensar que me habían dejado un micro híbrido, pero no, ahí estaba la etiqueta C en el parabrisas para corroborarlo, así que, simplemente, el pequeño 1.0 TSI y el cambio DSG maridan muy bien. Es cierto que no hablamos de unas prestaciones fulgurantes, pero tampoco echas en falta mucho más porque hay respuesta para cualquier situación cotidiana y se tienen prestaciones más que suficientes para desplazamientos por secundarias y autopistas. De hecho, resulta muy sencillo rodar por encima de lo que indican las señales sin ni siquiera proponérselo.

Los aficionados siempre pensamos en motores gordos y potentes, nos pueden las ganas, pero pasamos por alto que en muchas ocasiones no es necesaria mucha potencia y con 110 CV, coches como el SEAT Arona cumplen con la mayoría de las necesidades, tanto del amante de los coches como de aquellos que solo ven en esta máquina un simple medio de transporte. He conducido este Arona durante siete días como mi coche personal, lo he usado para todo, y puedo asegurar que he quedado plenamente satisfecho con el rendimiento del motor y el funcionamiento de la caja de cambios.

Un coche muy neutro en todas las circunstancias

Hay otras con las que no estuve tan conforme, y para ser sincero, nunca lo estaré. Por ejemplo, no entiendo por qué los paneles de las puertas traseras son tan cutres. Es una fea plancha de plástico, de inferior categoría que las delanteras, con peor tacto y con peor ajuste, que ni siquiera incorpora mullido alguno para el reposabrazos. Al menos han puesto un tirador de apertura cromado en vez de una pieza igual de fea que el resto de la puerta… Tampoco me gusta nada tener que navegar por los menús para desactivar cosas como el asistente de mantenimiento de carril, opción que se debe seleccionar desde el volante –el menú está en la instrumentación–. ¿Tanto cuesta poner un botón al lado del selector del cambio o al lado izquierdo del volante? Ya que estamos obligados a desactivarlo cada vez que pongamos en marcha el coche, al menos que sea fácil, no creo que la Unión Europea obligue a dificultar la desconexión de ciertos sistemas que, en ocasiones, son contraproducentes –como en una carretera con obras, con señalización temporal, con marcas viales en mal estado… –.

Por suerte, aunque cabe la posibilidad de que la siguiente renovación del pequeño SUV de SEAT lo elimine, el Arona que me dejaron tenían mandos físicos para la climatización. No hay nada mejor, por mucho que se empeñen, para este tipo de cosas. Y para colmo, es una climatización que en caso de hacer frío calienta rápido, incluso los asientos –asientos calefactados con dos niveles de intensidad–. Eché un poco en falta la calefacción del volante, pero esto, nuevamente, es cuestión de gustos personales.

El motor 1.0 TSI y el cambio DSG forman un conjunto bastante bueno y recomendable, que ofrece facilidad de manejo, consumos contenidos y prestaciones aceptables

No obstante, si obviamos los detalles mejorables –para mí, recuerda–, la verdad es que el SEAT Arona 1.0 TSI DSG X-Perience XXL es un coche que cumple rematadamente bien su cometido. Es agradable de conducir, cómodo, gasta poco, se callejea muy bien y se aparca igual de bien, aunque, curiosamente, esta unidad no tenía cámara de visión trasera. No veo problema en la ausencia de este elemento, aunque si tenemos en cuenta que mucha gente aparca “de oído”, nunca está de más. Aunque casi mejor sería que todos hicieran como los Toyota, con los que resulta imposible acercarte a cualquier coche que tengas alrededor a menos de cuatro dedos, porque frenan en seco.

Para explicar rápidamente las sensaciones que transmite el Arona cuando se conduce, yo usaría la palabra “neutro”. Me recuerda un poco al SEAT Ateca, pero en pequeño y con detalles algo más juveniles y desenfadados –y ligeramente por debajo en cuanto a los ajustes–. El coche fluye bien entre curvas, con sensación de control y aplomo, e incluso se pueden gestionar con velocidad. Tiene cierto talante deportivo y las reacciones del volante son directas y precisas, y hasta cierto punto, también son rápidas. La suspensión tiene una puesta a punto que, si tenemos en cuenta las aspiraciones del coche y el segmento en el que milita, creo que son bastante acertadas. No son blandas, pero tampoco son duras, están en un punto intermedio que logra un buen conjunto general y le otorgan al coche ese comportamiento en curva tan característico de SEAT, sin que la circulación por autopista o por ciudad se vea comprometida.

Como la mayoría de los coches fabricados por VAG, el Arona es morrón, es decir, subvira cuando fuerzas las cosas. Hay que ir muy rápido para forzar un arrastrón del eje delantero, pocos usuarios llegarán hasta el punto de hacerlo subvirar porque pocos usuarios que se decanten por este coche irán tan rápido o intentarán afrontar curvas a elevada velocidad. Ellos encontrarán un coche que se conduce fácilmente, incluso puede ir rápido sin esfuerzo por parte del conductor, pero que también ofrece una buena pisada en carretera y mucho aplomo en autopista. La sensación de seguridad, en esos ámbitos, es máxima.

Un buen conjunto con un argumento clave: el precio

Siete días, ese es el tiempo que, como he dicho antes, he tenido el coche para mi uso y disfrute. Y han sido siete días en los que no he echado en falta nada más, y eso que en casa somos dos adultos y un niño que en 2024 cumplirá los 12 años. También hay tres perros en la familia, pero ellos no han subido al Arona, aunque tampoco creo que fuera un excesivo problema porque son pequeños –el más grande pesa 14 kilos–. Básicamente, si no sois muchos en casa, con el SEAT Arona tendréis espacio suficiente, no debemos olvidar que hasta hace “cuatro días”, las familias hacían vida con coches de este tamaño. El Arona mide de largo 4.138 milímetros, y de ancho se va hasta los 1.780 milímetros. Si lo comparamos, por ejemplo, con un Peugeot 306, veremos que el Arona es más grande porque el 306 mide 4.030 milímetros de largo y 1.680 milímetros de ancho, con carrocería de cinco puertas. Es decir, los segmento B han superado a los compactos de los años 90 en tamaño.

Lo mejor de todo es que no es especialmente caro, si lo comparamos con los rivales. El SEAT Arona 1.0 TSI X-Perience XXL, según la web de la marca, tiene un precio de partida de 24.250 euros, que subirá, obviamente, en cuanto empecemos a meter extras. De todas formas, todos los rivales son más modernos. El Ford Puma acaba de renovarse, el Nissan Juke también, el Hyundai Kona está en otro mundo –y se ha renovado por completo también hace poco– y quizá, solo queda el Opel Mokka que lleva tiempo en el mercado y el algo más barato –el Opel Mokka GS arranca en 23.800 euros, con el motor gasolina 1.2 turbo de 100 CV y cambio manual–.

Así, pues, ¿por qué se vende también el SEAT Arona? Pues sencillamente, porque cumple con lo que espera el usuario y resulta un buen conjunto. Personalmente me gusta, aunque cada vez que abría las puertas traseras me salía un sarpullido y Dios mataba un gatito. Solo le falta un poco más de garra, un poco más de deportividad y algo de carisma. Entonces, ya sería un coche redondo.

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