En los años sesenta, el que fuera máximo jefe de Chrysler, Lee Iacocca, estaba en las filas por aquel entonces de Ford. Un ejecutivo deseoso de llevar a la marca del ovalo azul a primerísima línea en las competiciones deportivas. Lee vio como una pequeña marca deportiva propulsada por motores Ford no paraba de ganar carreras en el campeonato del mundo de marcas, categoría GT. Los AC Cobra eran capaces de medirse a cualquier marca de prestigio europea y lo más importante, ganar. Iacocca, sabedor de estos triunfos, organizó un evento con todos los concesionarios de Ford América en las 24 Horas de Sebring con el fin de ver ganar al equipo de la serpiente y dar toda la publicidad posible a los motores de competición Ford. Lo que sucedió no fue precisamente lo que los altos ejecutivos de Ford esperaban después de haber invitado a la prensa de todo el país al evento, los Ferrari arrasaron y humillaron a los Cobra oficiales, que terminaron abandonando por problemas mecánicos en sus reputados motores Ford.
El enfado de los ejecutivos de Ford fue monumental y solo hizo que echar más madera a la frustrada compra de Ferrari por parte de Henry Ford II. El arrogante Enzo, que pasaba por serios problemas económicos, frustró la operación y abrazó la oferta de Fiat, muy inferior a la de los americanos, cuando ya estaba todo atado para formar parte del grupo Ford, algo que Henry ansiaba desde hacía tiempo y que nunca le perdonó a il commendatore.
Ford tiró de todo su poderío y contactos para esta venganza. Ante la falta de un coche realmente competitivo en Estados Unidos, los americanos cruzaron el charco y vinieron a ver a uno de los más míticos equipos británicos de competición, Lola Racing Cars, que por aquel entonces usaban motores Ford. Así comenzó el proyecto GT 40, basándose en el Lola GT de 1963. El 1 de abril de 1964 vio la luz en primer prototipo del GT de Ford. A la nueva criatura de los americanos se le añadió el apellido 40, que era la altura exacta del modelo en pulgadas.
Aquel primer prototipo llevaba un motor Ford V8 diseñado en su momento por Eric Broadley, el fundador y patrón de Lola Cars. Tenía 4,2 litros de cilindrada y rendía 380 CV, chasis monocasco, carrocería de fibra de vidrio y discos de freno Girling en las cuatro ruedas. El prototipo dio paso al MK I, al que se le rediseñó el capó, ya que se levantaba peligrosamente a alta velocidad, y el motor que pasó a ser un 4.7 y 390 CV.
Con el proyecto concluido, el MK I pasó a Estados Unidos y fue presentado en el salón de New York de ese mismo año. El objetivo estaba claro y así lo dijo el máximo responsable de Ford en competición, John Wyler, ganar las 24 horas de Le Mans. Lamentablemente estos primeros años no fueron muy buenos para Ford en la mítica prueba francesa hasta que en 1966 el gran Carrol Shelby se hizo con la dirección del equipo deportivo.
Aquella victoria fue mítica, cuatro Ford GT 40 cruzaron la meta los primeros y lo hicieron juntos, consumando una gran derrota y humillación para los Ferrari, auténticos especialistas en esta prueba. Los tres años siguientes también sumaron grandes victorias al palmarés de Ford y brindaron grandes momentos a la historia del automovilismo.
En los años sesenta las reglas de juego en competición eran bastante simples; si un fabricante quería presentar un coche a la carrera de Le Mans, tenía que construir previamente 25 unidades de carretera del modelo inscrito. Ford construyó 31 GT40 en 1966, ahora conocido como MK I. La marca del óvalo también intentó aprovechar el posible tirón comercial de los éxitos en competición del GT40 con la versión MK III. No fue nada fácil, apenas se vendieron siete unidades a particulares en Reino Unido, prácticamente no tenía modificaciones respecto al modelo de competición y su uso en carretera era muy delicado y solo para manos expertas. Además, su precio era de 6.450 libras.
Lo importante de la curiosa historia de este modelo, como hemos visto, estuvo en la competición pura. Se le conoce como el Ford que humilló a los Ferrari y se ha convertido en toda una leyenda.
Ahora, una de esas míticas primeras unidades, un MK I, ha salido de su letargo de más de treinta años y su dueño parece que lo va a poner a la venta en los primeros días del próximo enero en la famosa subasta de Kissimmee, Florida. Por supuesto la expectación que ha levantado es máxima. El coche marca 13.442 millas (21.682 Km) y está exento de daños o accidente. En este tiempo ha sufrido una restauración por parte del reputado especialista RUF Automobiles.
La historia completa de esta increíble unidad es confidencial y nada se sabe de sus anteriores dueños con excepción de Umberto Maglioni, un piloto italiano de carreras que corrió las 24 horas de Le Mans en 1965 en uno de los coches de primera generación GT40. Maglioni era un fan del modelo de Ford ,compró y corrió con varios de ellos a lo largo de su carrera.
Si estás interesado, la puja se iniciará a buen seguro muy por encima del millón de dólares debido a la rareza de esta unidad y su excelente estado de conservación. Para los mortales, será suficiente con poder verlo y saber que un pedazo de la historia del automóvil está a buen recaudo.
Ángel Arias
La historia del automóvil está llena de grandes emprendedores, de ideas arriesgadas, curiosas casualidades, irreconciliables enemistades y muchos fracasos. Es un mundo intenso y fascinante del que muchos hemos quedado cautivados. Cualquier vehículo con un motor me parece interesante, ya sean motocicletas, automóviles, camiones, aviones o barcos; es estupendo sentir la brisa del viento en la cara sobre uno de ellos. Si estáis aquí es porque compartimos afición.COMENTARIOS