Hubo una época durante la cual, alemanes y americanos caminaron de la mano. Chrysler y Mercedes trabajaron durante unos años como una sola empresa, entre 1998 y 2007, aunque eso era de puertas para afuera, entre bastidores, en realidad, era una guerra abierta y por eso acabó como acabó, cada uno por su lado. Sin embargo, durante ese período dio tiempo a que se crearan cosas interesantes, como el Chrysler 300C o, sobre todo, el Chrysler Crossfire, que, por desgracia, nunca llegó a calar ni a este lado ni al otro lado del Atlántico.
El Chrysler Crossfire apareció en el año 2003 en formato coupé, con un diseño ciertamente llamativo y atractivo, así como con argumentos más que se sobra para que fuera un éxito comercial. Esos argumentos eran, principalmente, que bajo su llamativa imagen estaba la plataforma y el grupo motopropulsor del Mercedes SLK R170, es decir, de la primera generación del roaster alemán. Los alemanes decidieron cederle la plataforma y los motores a los yankees –seguramente los yankees tuvieron que pagar todos los órganos, rara vez se cede nada– y se dice que en Mercedes decidieron, sin consultar absolutamente nada con la otra parte, que la producción se llevaría a cabo en Alemania.
La llegada del Chrysler Crossfire estuvo precedida de un concept car, un coche de salón presentado en 2001 en el North American International Auto Show y que estaba diseñado por Eric Stoddard –quien también había trabajado en el diseño de Dodge Viper, por cierto–. Sin embargo, la adaptación del prototipo para su producción corrió a cargo de Andrew Dyson, quien solo invirtió, con todo su equipo, 24 meses. La denominación del modelo, que se puede traducir como “fuego cruzado”, según declaraciones oficiales, se escogió porque había dos líneas en la carrocería, una en la parte delantera y otra en la trasera, que se cruzaban en los laterales, aunque se rumorea que en realidad era una especie de broma interna en referencia al fuego cruzado entre Detroit y Stuttgart.
El coche tuvo bastante éxito inicialmente, las colas de pedidos se acumulaban, incluso de gente famosa, pero algunos medios empezaron a describir como “un viejo Mercedes con disfraz de drag”. Sin embargo, en Alemania, muchos medios lo consideraban mucho mejor que el original, que era, concretamente, el Mercedes SLK 320, motor V6 incluido.
Un año después del lanzamiento del Crossfire apareció el roadster, aunque en lugar de recurrir a un techo metálico, como en el SLK, se recurre a un techo de lona. El diseño se cuidó tanto como en el coupé y se conservaban algunos rasgos, pero le otorgaba una personalidad bastante diferente a la del coupé. Además, el techo se retiraba en 22 segundos.
Bajo el motor del Chrysler Crossfire no había cambios de ningún tipo y se mantenía el V6 de 3,2 litros de origen Mercedes, un propulsor que rendía 218 CV a 5.700 revoluciones y 310 Nm a 3.000 revoluciones. La caja de cambios podía ser manual de seis relaciones o bien, automática con cinco marchas y con 1.424 kilos se podía considerar que estaba en la media. Por eso, tampoco se puede reprochar nada en cuando a cifras: 0 a 100 km/h en 6,5 segundos, los 400 metros con salida parada los hacía en 15,8 segundos y los 1.000 metros con salida parada en 28,5 segundos. La velocidad máxima declarada era de 250 km/h
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".Un coche totalmente infravalorado, que en futuro será de los cllásicos más buscados. Quizás un diseño demasiado futurista para la época y un enfoque equivocado de Chrysler al comercializarlo.
Estoy de acuerdo, es un coche que no tiene el reconocimiento que merece, aunque no sé si llegará a ser un clásico muy buscado.