Piensa por un momento en un coche, fabricado durante los últimos 20 años, que se haya convertido en una leyenda en el mundo de la competición, pero también en la calle. Pero no vale cualquier coche, tiene que ser uno que cuente con versión de homologación. Y no, no es el Toyota GR Yaris, nosotros pensamos en estos momentos en el Mitsubushi Lancer Evolution, aunque más concretamente, en el Evolution VIII, uno de los últimos y también uno de los mejores de saga.
El Lancer EVO apareció hace ya más de 30 años, con la idea, como ya seguramente sabréis, de servir de homologación para versión de competición, para rallies. Cuando el Grupo B se canceló, fue el Grupo A el que centró toda la atención, con una normativa casi contraria a la del mítico B, al obligar a emplear como base de partida coches con una fabricación más amplia y limitando bastante las modificaciones a las que se les sometía para competir. Fue una buena época, con las cunetas cubiertas de gente y con escenas y piques entre pilotos de esos que hacen historia. Además, hubo más fabricantes interesados en participar, algo que enriqueció el campeonato y permitió que aparecieran nuevos mitos.
Obviamente, uno de esos fabricantes que llegaban con el Grupo A fue la nipona Mitsubishi, que llegó al campeonato allá por 1992, aunque en primera instancia lo hizo con el Mitsubishi Galant VR4. Sin embargo, fue con el Lancer con el que realmente se aupó hasta lo más alto del mundo de los rallies y hasta lo más alto de la historia del campeonato y de las mismas carreras, sean en tramos o en circuitos, pues el Lancer Evolution, junto al Subaru Impreza WRX STi, se ha convertido en un mito, en un icono.
El modelo evolucionó durante muchos años, aunque fue al final de su vida comercial cuando realmente empezó a ser un deportivo muy serio. En el año 2002 apareció el que sería uno de los mejores EVO de la historia, el VII, pero no tardó mucho en verse reemplazo por una nueva evolución, que era más rápida y más eficaz, pero también mejor fabricada, aunque este siempre fue un apartado que recibió poca atención. No en balde, eran coches de homologación, lo importante son las prestaciones, la tecnología y la técnica, además, muchos de ellos acabarían en pista, así que muchas de esas cosas se desmontarían.
Así llegamos a 2004 y conocemos el lanzamiento del Mitsubishi Lancer Evolution VIII, una de las entregas de la saga que más crítica recibió, pues ya de entrada, llegaba con 15 CV menos. Los Lancer habían tenido, casi siempre, 280 CV. Era una cifra de potencia que, por entonces, los japoneses no superaban, era un pacto entre caballeros que se mantuvo durante bastante tiempo y todos los EVO se habían mantenido en la línea. El EVO VIII se quedó por debajo de esa cifra, pero, además, también llegó con una quinta relación de su caja de cambios con más desarrollo…
Concretamente, hablamos de 265 CV, procedentes de un motor que no cambiaba, es decir, era un cuatro cilindros turbo con 1.998 centímetros cúbicos, acoplado a un cambio manual de cinco relaciones y a un sistema de tracción total que tenía tres diferenciales. Aquí, en el sistema de tracción, el Lancer EVO VIII es donde mejoraba y donde más alabanzas se llevaba, pues dos de esos tres diferenciales tenían gestión electrónica y lo convertían en el sedán más eficaz que se podía comprar. A modo de explicación rápida, el reparto por defecto era del 50% para cada eje, pero si hay pérdidas de par, no solo puede variar ese porcentaje, sino que puede controlar cada rueda por separado.
Por supuesto, mantenía su imagen de coche radical, que destacaba por su enorme alerón trasero, una seña de identidad de la saga hasta el EVO X, quizá, el menos “EVO” de todos. Hoy encontrar una unidad en condiciones y a un precio coherente es complicado, aunque lo es todavía más encontrar una que esté totalmente de origen…
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS