Ford Capri. ¿Quién no conoce al Ford Capri? Muchos le llaman en Mustang Europeo, aunque de Mustang tenga más bien poco. Un coche que se lanzó al mercado en un momento en el cual, los SUV no se habían ni imaginado y las compras parecían hacerse con algo de lógica. Sus casos habría, como ahora, pero la compra de un coche no suele regirse por la lógica, ni entonces ni ahora, pero sí es verdad que en aquellos años había más variedad y la gente estaba más abierta a comprar productos fuera de tendencias.

La producción del Capri comenzó en 1968, en la planta de Halewood, en Reino Unido, y se presentó en 1969 durante el salón de Bruselas. Nació con la idea de crear un Mustang europeo y de entrada, el proyecto se llamó Ford Colt –se puede traducir como potro–. El caso es que Mitsubishi tenía la denominación registrada y hubo que cambiarlo. Se fabricó entre 1969 y 1986 y se vendieron casi dos millones de unidades. No llegó a lograr los mismos éxitos que su hermano yankee, pero no está nada mal.

Sobre el Capri se hicieron muchas versiones, tanto de la propia Ford como de empresas externas, pero esta vez no vamos a quedar con la que, posiblemente, sea la más salvaje de todas: el Ford Capri Turbo Zakspeed Gr.5. Una variante que apenas tenía nada del Capri, pero que representa alguna de las competiciones que se podían ver en la década de los 70, cuando no había tanto miedo a que los coches corrieran mucho –las carreras van de ser rápido, ¿no? ¿Qué sentido tiene poner límites?– y se permitían algunas barbaridades.

El mismo Capri Turbo Zakspeed Gr-5 es un claro ejemplo. La primera iteración de semejante aparato, tenía un motor 1,4 litros biturbo desarrollado por Zakspeed, capaz de generar unos espectaculares 380 CV, que se gestionaban con un cambio Getrag de cinco relaciones. Luego, se pasó de dos turbos a uno solo, junto a otras modificaciones, para alcanzar unos increíbles 450 CV a 9.200 revoluciones… una auténtica locura vestida con un traje tremendamente radical.

Verlo en acción es un espectáculo, sobre todo por el sonido y lo sencillo –y pequeño– que resulta el habitáculo. No cambio secuencial, con pantallas, no hay electrónica… es el coche y el piloto.