Citroën. Qué marca tan particular, tan característica. Durante años ha sido la firma “low cost” de PSA, la que más coches vendía a base de precios de derribo, pero a cambio se perdió parte de su personalidad innovadora y rompedora. Atrás quedan aquellos Citroën Xsara –que ha cumplido, por cierto, 25 años–, que dieron paso a unos rompedores Citroën C4 y a la generación actual de la marca, que tiene al Citroën C5 X como punta de lanza, junto al C5 Aircross.
El C5 X es una apuesta arriesgada, sin duda. Es un concepto que busca combinar dos tipos de productos, dos tipos de coches, que han dado como resultado una opción interesante y que, curiosamente, parece haber encontrado un lugar en el mercado. Se han vendido más de 45.000 unidades del Citroën C5 X en todo el mundo en solo un año, y se convierte en la segunda berlina más vendida del segmento D en Europa, aunque esto son datos de la marca y seguramente, estarán comparando las ventas con un sedán –el sedán es el coche con carrocería de tres cuerpos y portezuela y la berlina, carrocería de dos o tres cuerpos, pero con portón para el maletero, es decir, un cinco puertas–.
La marca francesa siempre ha sido sinónimo de confort y de innovación, dos características que quieren recuperar. Por el momento, la innovación se centra, sobre todo, en el apartado del diseño, con modelos realmente fuera de lo normal que buscan ir un poco más allá de lo que se ofrece actualmente, como siempre se ha hecho en la gama. Por eso, el C5 X se presenta tan peculiar, tan diferente y al mismo tiempo, tan “de siempre”. Si fuera otra marca quien sellara el coche, resultaría muy raro un concepto de automóvil tan peculiar, pero al ser un Citroën, resulta de lo más normal.
Hace no mucho, un coche tan poco usual no habría tenido el tirón que tiene el C5 X, los gustos de los usuarios han cambiado mucho y ahora, los diseños rebuscados y complejos triunfan. Solo hay y que ver, por ejemplo, el éxito del primer Nissan Juke, un coche que ya resultaba diferente en su momento. También tenemos otros ejemplos actuales, como los Hyundai Tucson, cuyo diseño es muy interesante, o las complejas formas de los coches de Peugeot. Son diseños que hace unos años no habrían funcionado y que, sin embargo, hoy día si tienen aceptación.
En el caso del C5 X no es solo diseño, también tiene que ver con tecnología. La firma francesa apuesta por ser diferentes, por una personalidad muy marcada y eso se nota en su conducción. El C5 X monta la misma suspensión del C5 Aircross, la cual, tiene unos topes hidráulicos en los extremos de su recorrido, en los amortiguadores, que frenan el movimiento de manera progresiva, sin golpes secos. En las versiones híbridas enchufables, como la que se acaba de poner a la venta, equipa suspensión adaptativa y para rematarlo, dispone de unos asientos especiales llamados Advanced Comfort Seats. Todavía no hemos podido probar el modelo, la flota de prensa es reducida, pero seguimos intentado que Citroën nos preste un C5 X para comprobar si de verdad es un auténtico Citroën.
La última novedad, como se han mencionado hace un momento, es la llegada del grupo motor híbrido enchufable de 180 CV, que reemplaza al PureTech 180. Es el mismo grupo propulsor que montan otros modelos de Stellantis –como el Peugeot 508 HYbrid que probamos hace tiempo–. Este se compone de un gasolina 1.6 turbo con 110 kW –150 CV– y un motor eléctrico que rinde 81 kW –110 CV–, mientras que conjuntamente anuncian 180 CV y 360 Nm de par. La batería que alimenta al motor eléctrico es de 12,4 kWh y permite autonomías eléctricas de 62 kilómetros en ciclo mixto y de 71 kilómetros en circulación urbana, pudiendo cargar en poco más de hora y media con un cargador de 7,4 kW.
Destacar, como equipamiento, el sistema Highway Driver Assist 2.0, un sistema de conducción semiautónomo de nivel 2 que incluye cambio de carril semiautomático, recomendación de velocidad anticipada, volante con sensor de agarre, control de crucero con parada y arranque, mantenimiento de carril automático… todo por algo más de 44.200 euros.
Javi Martín
Si me preguntas de donde viene mi afición por el motor, no sabría responder. Siempre ha estado ahí, aunque soy el único de la familia al que le gusta este mundillo. Mi padre trabajó como delineante en una empresa metalúrgica con mucha producción de piezas de automóviles, pero nunca hubo una pasión como la que puedo tener yo. También he escrito un libro para la editorial Larousse sobre la historia del SEAT 600 titulado "El 600. Un sueño sobre cuatro ruedas".COMENTARIOS