Al pensar en motores bóxer seguramente te vengan a la mente dos marcas europeas: Porsche y Alfa Romeo. Sin embargo, lo cierto es que incluso hoy en día uno de los fabricantes que más y mejor han apostado por este tipo de motores es Subaru. De hecho, desde que lo montase por primera vez en el Subaru 1000, su uso ha sido tan profuso y constante que ha llegado a convertirse en uno de los emblemas de la marca. Y no es para menos, ya que el funcionamiento progresivo y alegre de estas mecánicas puede llegar a ser adictivo. Más aún cuando se acelera teniendo la sensación de que el motor no se agota, por no hablar de lo satisfactorio que resulta para cualquier aficionado con gusto por lo diferente saber que se lleva algo tan especial como un bóxer.
Muy diferente a un simple motor plano con los cilindros a 180º, teniendo aquí a los cilindros enfrentados moviéndose de forma simétrica. Una particularidad que puede rastrearse en modelos tan señeros como el Subaru 1000, lanzado en 1966 para ser el primer compacto de la marca después de una amplia trayectoria llena de pequeños y urbanos Kei Car. Así las cosas, hablamos de un modelo capaz de marcar un antes y un después, siendo el estreno de la tracción delantera en Subaru para así moldear lo que hoy en día consideraríamos un ejemplo popular del segmento C.
De hecho, así como la España de los sesenta iba demandando la aparición del SEAT 124, el Japón de aquellos mismos años necesitaba salir de un parque móvil dominado por los minúsculos Kei Car, dando así respuesta a las necesidades de movilidad expuestas por las familias de la nueva clase media. Habitantes de un entorno urbano saturado, aunque al mismo tiempo dispuestas a realizar diversos viajes más o menos largo para la satisfacción de sus tiempos de ocio. Justo el planteamiento en el que empezaron a desarrollarse los compactos a lo largo y ancho del mundo, llegando a ser el tipo de automóvil necesariamente más extendido.
Este modelo fue totalmente revolucionario para Subaru ya que la hizo despegar desde los Kei Car hasta los compactos, siendo además el artífice de incorporar la tracción delantera y el motor bóxer a la marca
Subaru 1000, el inicio de una nueva era
Los años sesenta en Japón fueron un hervidero tecnológico para el automovilismo. De esta manera, en 1962 Kenichi Yamamoto comenzó sus trabajos sobre el motor Wankel para Mazda, recibiendo un claro apoyo del gobierno sintetizado en un equipo profesional con más de 180 trabajadores a su disposición. Además, se registraron ensayos muy interesantes en materia de consumos, aumentando la eficiencia de los motores bicilíndricos aplicados al automovilismo como lo haría Volkswagen años más tarde. Y eso por no hablar del diseño de carrocerías, recibiendo importantes influencias desde Italia gracias a los contactos desplegados por Mazda.
Contagiada por este espíritu de innovación, Subaru decidió dotar a su estreno en el mundo de los compactos con una mecánica bóxer. Realmente muy poco habitual fuera de ciertos nichos deportivos, aunque aquí llegó a tener tal éxito que hasta la fecha, se ha convertido en el tipo de motor hegemónico en la marca. De hecho, el motor EA montado en el Subaru 1000 evolucionó con hasta 11 versiones hasta 1994.
No obstante, en la generación inaugural montada en el Subaru 1000 éste entregaba 54 CV a 6.000 revoluciones por minuto con 977 centímetros cúbicos para sus cuatro cilindros. Además, se decidió innovar con el uso de la tracción delantera – hasta la fecha todo lo que había hecho la empresa nipona había montado propulsión trasera – así como unas interesantes juntas de velocidad constantes y unos frenos de tambor colocados en posición interna, no en la llanta.
En los sesenta la industria japonesa evolucionó de una forma increíble, preparándose para el asalto definitivo al mercado occidental a finales de la década
Respecto al diseño exterior y la terminación del habitáculo, el Subaru 1000 también marcaba un punto y aparte en las gamas medias de los fabricantes japoneses. Ofreciendo unos niveles que ya se asemejaban bastante a los dados por los europeos, lo cual poco a poco iba evidenciando lo mucho y rápido que la industria automovilística nipona estaba avanzando. No en vano, a los pocos años de aparecer el Subaru 1000 las marcas japonesas desembocaron con fuerza en el mercado occidental, inaugurando un auge tecnológico que se extiende hasta nuestros días.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS