Decir que Pininfarina es posiblemente el diseñador más importante y canónico del mundo no resulta nada nuevo. Sin embargo, aunque la mayor parte de la afición asocia sus creaciones a modelos italianos lo cierto es que también ha tejido una interesante historia con la francesa Peugeot. De esta manera, en 1997 se presentó en el Salón de Ginebra una de las creaciones más interesantes y al tiempo más olvidadas en esta trayectoria en conjunto. El Peugeot Nautilus. Un nombre evocador en lo marítimo, lo cual resulta previsible para un diseño de líneas tan limpias y fluidas como el caso de un barco. Y eso por no hablar de sus dimensiones, con una distancia entre ejes 20 centímetros por encima de la del 508 para un largo total de casi cinco metros.
Pero vayamos al inicio de todo esto. Un inicio que, para sorpresa de más de alguno, se basa en un Lancia. Sí, la marca más innovadora en toda la historia del automovilismo transalpino, destacada en turismos masivos, berlinas exclusivas – especialmente antes de la Segunda Guerra Mundial – , deportivos y coches de competición con éxito en terrenos tan diferentes como la F1, los rallyes o Le Mans. Así las cosas, durante los años cincuenta la marca ideó junto a Pininfarina un prototipo llamado Lancia Florida. Sin duda uno de los más influyentes en todo el siglo XX, ya que su concepción cambió de forma radical la forma y manera en la que se concebirían las berlinas durante las décadas siguientes.
De hecho, su proyección fue tan grande que las líneas en él creadas – especialmente en el caso del Florida II – se perciben en modelos de marcas tan diferentes como Ferrari, FIAT o Peugeot. Y es que, en el caso del fabricante galo, su 404 de 1960 fue basado en la ya por entonces conocida como “ línea Florida “. A partir de aquí, en 1969 la alianza se renovó con el diseño del 504 Coupé. Uno de los modelos más recordados en toda la historia de la casa del león. Hasta tal punto que, sin miedo a equivocarse, son no pocos los aficionados que consideran a este coche como el más atractivo en lo visual de entre todos los firmados por la casa de Sochaux. Eso si, con el permiso y la competición constante del 406 Coupé de 1966.
La relación entre Pininfarina y Peugeot ha dado algunos modelos realmente interesantes, de esos que tienen un sentido clásico del diseño capaz de enfrentarse con éxito al paso del tiempo
Peugeot Nautilus, la berlina que pudo ser y no fue
Desde su nacimiento, en la historia de la versión coupé del 406 ha corrido el rumor de que su diseño iba en primer lugar destinado a Ferrari. Sus líneas básicas claro está. Y no sería del todo imposible, ya que la elegancia, fluidez y deportividad citadas en su carrocería bien podrían asemejarse a lo que la casa de Maranello podría haber deseado para un 2+2 al estilo del Ferrari 456. Sea como fuera, lo cierto es que este modelo volvió a resucitar con excelente éxito la alianza entre Peugeot y Pininfarina.
Llegados a este punto, tan sólo un año más tarde apareció el Nautilus. Diseñado por Ken Okuyama – conocido por su paso en Pininfarina dejando como principal obra el diseño del Ferrari Enzo – éste tuvo como planteamiento la creación de un modelo con el que poder aspirar a que Peugeot entrase al segmento premium. Con todos los peligros que eso tiene, pues son numerosos los ejemplos de fiasco financiero organizado por una marca popular cuando genera una excelente berlina que finalmente no se vende.
No por falta de atractivos tecnológicos, sino por cuestión de imagen de marca. Esto es lo que algunos han llamado la paradoja del Safrane Biturbo – un vehículo excepcional, pero que al fin y al cabo los clientes premium no compraban porque nunca se fijarían en un Renault -. La cual Volkswagen llevó un paso más allá con su Phaeton. Seguramente el motivo por el cual nunca llegó a producción el Peugeot Nautilus diseñado por Pininfarina. Demasiado especial, demasiado atractivo, demasiado refinado para, al final, ser visto por gran parte del mercado como un Peugeot. Otro más en la gama del fabricante generalista.
Con claro sabor deportivo, en este modelo se ven detalles que podrían haber sido muy interesantes al llegar a serie. Tanto de hecho que una marca sobria y generalista no se atrevió con él
Una pena, ya que la no aparición del Peugeot Nautilus privó al automovilismo de un coche de lo más atractivo. Dotado de un V6 con tres litros y 197 CV – no era un simple ejercicio de diseño, sino un coche plenamente funcional – podría haber sido una opción muy interesante en el segmento E con su combinación de elegancia y deportividad vista en detalles como los tiradores camuflados en las puertas.
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Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS