Coche del día: Sbarro Monster G

Coche del día: Sbarro Monster G

Una especie de Monster Truck funcional


Tiempo de lectura: 4 min.

El Sbarro Monster G fue uno de los engendros construidos por el diseñador italiano afincado en Suiza Franco Sbarro, allá por 1987. Se puede afirmar con rotundidad que era un Frankenstein con ruedas, resultado de unir el chasis de un Range Rover con un motor de origen Mercedes-Benz y las ruedas de… un “Jumbo”, como se llamaba coloquialmente al avión de pasajeros Boeing 747.

El inspirador de la idea fue un empresario y millonario estadounidense de nombre Thomas Gehrig, que por entonces contaba con 25 años y era propietario de la mejor cadena de restaurantes de la ciudad de Los Ángeles, California. Gehrig, tal vez influenciado por las insólitas ideas de un amigo de nombre Silvester Stallone, deseaba tener el todo terreno más absurdo, loco y salvaje jamás construido hasta la fecha. Otro engendro con ruedas que me viene a la cabeza es el Hummer H1 en versión de Mil-Spec Automotive.

El Sbarro Monster G no era un vehículo exclusivo para ser admirado en salones del automóvil o un ejemplo de puro postureo yuppie ochentero, sino que era totalmente funcional. Se dejó ver en el Salón del Automóvil de Ginebra de 1987, con un llamativo color rojo. Como acabamos de comentar se tomó como base un chasis de un Range Rover de primer generación, añadiendo sus suspensiones y su transmisión debidamente reforzadas para resistir la potencia enviada por el motor.

Sbarro Monster G (4)

Su llamativa resultaba la carrocería de tipo pick-up estaba fabricada en kevlar, algo totalmente inusual por entonces y ahora. Carecía de puertas y estaba habilitada para dar cabida a solo dos ocupantes, aunque su área de carga era grande a la vista de su exagerado voladizo trasero. Todo era puro feeling ochentero

Sus ruedas nos dejaban ojipláticos. Las llantas se recuperaron de un Boeing 747 accidentado en el aeropuerto de Ginebra, unas magníficas piezas de aluminio de 40 kilogramos cada una, a las que Gehrig volvió a mecanizar para reducir su peso a la mitad. Debían de ser muy resistentes, pues las 16 ruedas que constituían su tren de aterrizaje llegaban a soportar hasta 500 toneladas de peso si el avión iba a plena carga. Dentro de lo que cabe, el Sbarro Monster G era bastante más ligero.

Para completar la tarea, las llantas de 20 pulgadas de diámetro se calzaron con unos neumáticos específicos del fabricante Goodyear, con casi un metro de diámetro y entre 14 y 16 pulgadas de anchura (de 355 o 406 milímetros, dependiendo de la fuente consultada). La verdad es que las llantas se descubrieron por casualidad, puesto que la intención inicial de Gehrig era haberse agenciado uno de los motores del Jumbo también, pero cambió de idea al descubrir ese bonito calzado.

Sbarro Monster G (2)

El interior era un claro ejemplo de lo que debía de ser un coche de competición de tipo Baja: carecía de puertas, como ya hemos comentado, y de todo equipamiento u ornamentación innecesarios.  El habitáculo estaba protegido por una especie de jaula exterior de tubos de acero de sección redonda. La parte trasera del habitáculo correspondiente al maletero carecía de cualquier recubrimiento. El puesto de conducción contaba  con un asiento de tipo baquet, un volante forrado en cuero y un cuentavueltas.

El Sbarro Monster G venía con una batería extra como equipamiento de serie, algo muy útil para un gigantesco todo terreno pensado para utilizarse en excursiones fuera del asfalto. Como equipamiento opcional llevaba una mini-moto para poderse acercar a la civilización en el hipotético caso de quedarse tirado en algún camino perdido y un generador auxiliar que servía como ayuda a los gatos a la hora de cambiar una rueda en caso de pinchazo. Otro elemento curioso de su equipamiento era la presencia de luz negra, utilizada para ver sin deslumbrar a los vehículos en sentido contrario.

Y, para terminar, el propulsor elegido era un V8 de origen Mercedes-Benz de 6,4 litros que entregaba 350 CV, transmitidos a las cuatro ruedas. Otras fuentes citaban un V8 de 6,9 litros, también proporcionado por la marca de la estrella. Sea como fuere su caballería era suficiente para mover con soltura a esta bestia de más de dos metros de ancho y 2,3 metros de altura.

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Sobre mí

Ginés de los Reyes

Desde que tengo conciencia me llamó la atención cualquier cosa con ruedas. Aprendí a montar en bicicleta al mismo tiempo que a andar, y creo que la genética tiene algo que ver: mi padre adoraba los coches, les ponía nombres, mi abuelo conducía y participaba en el diseño de camiones, y le privaban los coches...

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