Qué elegancia la de… los británicos. Después de todo, aunque reinventado extraoficialmente, es un Rolls-Royce. Hacía tiempo que no veía a la pequeña diosa del Espíritu del Éxtasis –así la definió el artista que la creó, esculpió y rediseñó para convertirla en símbolo genérico de todos los Rolls-Royce– dialogar tan oportunamente con un clásico modernizado del fabricante de lujo. En ese sentido, por cierto, los realizadores de este restomod son conscientes del nivel de refinamiento al que obliga un sedán como el Silver Shadow y un cupé/convertible de los setenta como el Corniche.
Halcyon, empresa con sede en Guildford que no incluye en el nombre de esta edición limitada de 60 unidades a los clásicos de Royce por trabajar de manera independiente – sin colaboración ni licencia otorgada por el fabricante– y que aclara que si los menciona es con fines de identificación, esconde detrás de esa inmaculada figura en púrpura Moorland horas y horas de trabajo artesanal. Lo que no esconde es su condición de Rolls-Royce restomod. No lo disimula ni en su habitáculo retro, donde la selección, el tratamiento y la calidad de los materiales –secciones como el acabado para el tablero expresan la mano de los carpinteros–, resaltan.
Hay un 2×1 de cometidos logrados por Halcyon cuando abres la tapa que parece darte acceso al tanque de combustible. Porque allí no cabe un surtidor de gasolina, sino uno de cargador de batería. Un Rolls-Royce Corniche con cargador, vaya rareza. La segunda es consecuencia: un Rolls-Royce Corniche con un motor eléctrico que envía una potencia máxima más aproximada a la de un superdeportivo que a la de un clásico de lujo. En el fondo, los 500 CV que anticipa en su versión Long Range tienen su lógica, porque el revivido era más que un coche de lujo.

Llevaba motor V8 y transmitía más de 200 caballos ya desde su primer año en producción, una cifra de alto desempeño para la época que es reinterpretada por la arquitectura eléctrica de 800 voltios que equipa a este Rolls-Royce restomod bautizado por Halcyon como Highland Heather. A propósito, en el lugar que ocupó el motor de ocho cilindros en el Corniche –bajo el capó– se revela la cuota necesaria de singularidad. El dato de color reside en la forme en V con que la batería delantera evoca al V8 original.
En tanto, una segunda batería se monta en la parte trasera, donde acompaña al motor eléctrico. Como resultado obtuvieron los 500 caballos y la autonomía extendida hasta los 482 kilómetros si la batería es la de 77 kWh, pero también una interesante potencia de 400 CV y una eficiencia de hasta 402 kilómetros con la de 94 kWh de capacidad.
Algo importante para el final: la estrategia del esquema eléctrico más allá de los números. Respetar el diseño de carrocería original se consideró una suerte de mandamiento. ¿Cómo no hacerlo si de un restomod hablamos? El reparto de motor y baterías permitieron mantener intacto el dibujo, con el mencionado gesto de replicar la forma en V del 6.7, pero además fue la indicada para que este coche heredara la distribución de peso del clásico de los setenta.
Mauro Blanco
Veo arte en los coches y en sus diseños una potencia que va más allá de las cifras. Ex conductor de Renault 12 rojo modelo 1995 de épicos e imprevisibles episodios, al que recuerdo por la hostilidad de su volante, pero, sobre todo, por nunca haberme dejado en el camino.COMENTARIOS