Los coches como el Fiat Multipla, el Pontiac Aztek o el Reliant Robin han encabezado durante años todas las listas de los más feos, los más torpes o los más ridiculizados. No era raro verlos aparecer como chistes en foros, vídeos de recopilaciones de desastres automovilísticos o directamente en listas negras del diseño industrial. Pero algo curioso ha sucedido con el tiempo, porque lo que antes generaba burlas ahora empieza a despertar simpatía. No solo eso, porque algunos de estos modelos, considerados durante décadas como errores de la industria, están comenzando a ser objeto de culto.
El caso del Multipla resulta paradigmático, porque lo que fue visto como una herejía estética por la mayoría (esa joroba sobre el capó que parecía diseñada por alguien con resaca) hoy empieza a valorarse como un gesto de valentía y carácter. La perspectiva ha cambiado de forma radical gracias a los foros, donde se discuten sus virtudes funcionales en lugar de su aspecto estridente. Ese giro de percepción está alimentado por quienes buscan la autenticidad por encima de la corrección estética.
De forma muy parecida sucede con el Pontiac Aztek, porque aunque se vendía con dificultad en su lanzamiento (entendible dado lo feo que es), ahora vive una segunda juventud en memes, convenciones de fans y merchandising nostálgico. Su transformación se aceleró a través de su aparición en la serie Breaking Bad, donde encarna la personalidad de un antihéroe que evoluciona sin alardes. Esa aparición cambió no solo la memoria colectiva, sino también el valor simbólico que se le otorga al coche.
Incluso el Reliant Robin, que más que un coche parecía una broma con ruedas, se ha convertido en un icono gracias a Internet y a la capacidad de ciertas comunidades para resignificar lo que antes se despreciaba. En Reino Unido ya existen clubes de propietarios que organizan reuniones, porque han sabido convertir un defecto mecánico (su facilidad para volcar) en un rasgo definitorio que suscita cariño. En el fondo nadie busca perfección, solo personalidad y autenticidad.

Cómo la estética y los errores mecánicos forjan un culto
El punto de partida suele ser la estética impactante y original, porque cuanto más se aparta un coche de los cánones establecidos, más posibilidades tiene de convertirse en objeto de admiración. El Fiat Multipla no copia nada, y precisamente por eso sigue siendo reconocible al instante. Su diseño fue criticado por valiente, pero esa misma valentía lo hace memorable, y hay que decir que esa valentía no se ve mucho. Existen coches menos atrevidos de la época que son hoy más feos que una nevera por detrás.
Los fallos mecánicos también juegan un papel decisivo, porque la imperfección revela humanidad y autenticidad. El Reliant Robin ofrece inestabilidad, desaceleraciones extrañas y todo un abanico de situaciones absurdas en carretera. No es solo un coche para conducir, sino un coche para experimentar (casi siempre, vergüenza, y a veces, terror). Esa cualidad, paradójicamente, atrae a quienes buscan algo diferente en un vehículo.
En el Pontiac Aztek, los defectos no eran mecánicos sino de diseño, porque su mezcla de SUV y monovolumen parecía salida de un cajón de piezas disparatadas. Sin embargo, esa disonancia visual hoy es celebrada como un rasgo de diferenciación radical, porque no era un coche neutro ni genérico como tantos otros. Lo bueno sería saber qué era exactamente.
Pero bueno, el atractivo nace de esa mezcla entre lo fallido y lo personal. No se idolatra el ejemplo del éxito, sino aquel que se atrevió a ser distinto aunque pagara el precio. La historia demuestra que un golpe estético o mecánico puede convertirse con los años en marca de identidad, siempre que exista alguien dispuesto a contarlo de otra manera.

Internet, memes y comunidades: el despertar del mito
Internet ha sido el acelerador definitivo de este fenómeno, porque sin foros, redes sociales y memes, muchos de estos coches seguirían enterrados. En Reddit, Instagram o Forocoches se celebran los Multipla a través de memes que mezclan humor y admiración, lo que genera un extraño afecto colectivo que trasciende lo irónico. Lo mismo ocurre con el Aztek en subreddits dedicados al automóvil, donde se le sigue llamando “el mejor coche horrible” por su autenticidad.
La serie Breaking Bad fue una llama inicial para el renacimiento del Aztek, sí, pero sin Internet esa chispa se habría apagado en poco tiempo. Fue en las redes donde el coche se convirtió en meme, donde se reflexionó sobre su presencia escénica y donde se construyó la narrativa emocional que lo eleva más allá del coche feo. Los análisis sesudos de los frikis de las series han logrado transmitir que el Aztek puede ser feo, pero no más que la vida de muchos curritos americanos, y ahí nació el vínculo.
El Reliant Robin vivió su segundo acto gracias a vídeos virales que lo mostraban volcando una y otra vez (Top Gear). Ese humor absurdo se combinó con nostalgia colectiva para convertirlo en figura de culto. En ese proceso, un fallo mecánico se transformó en entretenimiento y en excusa para hablar de historia automovilística británica.
El resultado es una redención digital que no está impulsada por la ingeniería ni las cifras de ventas, sino por la capacidad que tiene Internet para construir símbolos compartidos. El coche deja de ser objeto de burla para pasar a ser emblema de una forma de vivir la automoción con humor, rareza y pasión.

¿Hasta qué punto la historia puede redimir un coche “malo”?
La nostalgia y el paso del tiempo funcionan como un filtro que transforma el rechazo en afecto. Hoy se recuerda el Multipla no por su precio de venta o sus especificaciones, sino por lo memorable que resulta su forma y su diseño altamente funcional. Ha pasado de escupitajo visual a pieza de museo, y eso demuestra que la historia puede darle vuelta a la tortilla sin necesidad de cambiar los tornillos.
No obstante, ese fenómeno depende de los relatos que se tejen en torno al modelo, porque sin una comunidad que lo defienda o sin un momento mediático que lo posicione, muchos coches simplemente caen en el olvido. Solo sobrevive el que creó su propio nicho, como el Aztek o el Robin, que encontraron en Internet la oportunidad de reinventarse.
El factor clave radica en si hay personas dispuestas a contar la historia, ya sea mediante memes, vídeos o encuentros. El Robin no habría vuelto a lucir sin los eventos de entusiastas, y el Aztek no habría ganado estatus sin ser el coche de Walter White, pero gracias a eso, lo que empezó como fracaso se ha convertido en narrativa de resistencia, narrado por quienes lo aprecian.
Por eso no todos los coches fracasados alcanzan ese estatus. Hace falta ese cruce entre diseño llamativo o defectuoso, presencia en la cultura y una comunidad dispuesta a convertir una mala decisión industrial en símbolo más grande que el Chikilicuatre. Cuando sucede, el fracaso se vuelve belleza y el desastre se convierte en leyenda.
¿Coches feos o, en realidad, coches incomprendidos? Cada uno tendrá su propia opinión, pero nadie puede poner en duda que su fealdad o incompresión ha roto barreras
Más patos feos que cisnes, pero, ¿qué más da?
El culto al desastre automovilístico demuestra que no todo es perfección en el automóvil. A veces lo único que se necesita es haber sido distinto, provocar una risa incómoda o generar una conversación interminable. El Fiat Multipla, el Pontiac Aztek y el Reliant Robin son ejemplos de que lo imperfecto puede ser inolvidable, y que la historia y la comunidad tienen más poder descriptivo que los señores del marketing. Ese efecto, genuino y sereno, es lo que convierte al peor coche en leyenda.
Jose Manuel Miana
Ando loco con los coches desde que era pequeño, y desde entonces acumulo datos en la cabeza. ¿Sabías que el naufragio del Andrea Doria guarda dentro el único prototipo del Chrysler Norseman? Ese tipo de cosas me pasan por la cabeza. Aparte de eso, lo típico: Estudié mecánica y trabajé unos años en talleres especializados en deportivos prémium.COMENTARIOS